miércoles, 28 de mayo de 2014

“Tras el placer de la razón” (colaboración con Karla Jimenez Comrie, publicada en Vivir+, La Prensa, 24 de mayo, 2014).

"El desorden, o “la delicia de la imaginación”, como solía llamarlo el poeta francés Paul Claudel, es una condición relacionada con permisos, más que con la creatividad. Así lo define el psicólogo clínico Ezequiel Meilij, quien opina que una persona organizada no es necesariamente un individuo con menos creatividad. Sin embargo, desde un punto de vista contextual, Meilij explica que los espacios de..."


El desorden, o “la delicia de la imaginación”, como solía llamarlo el poeta francés Paul Claudel, es una condición relacionada con permisos, más que con la creatividad.

Así lo define el psicólogo clínico Ezequiel Meilij, quien opina que una persona organizada no es necesariamente un individuo con menos creatividad.

Sin embargo, desde un punto de vista contextual, Meilij explica que los espacios de trabajo desordenados representan un entorno menos rígido y con mayor libertad para salir de los límites tradicionalistas.


En tanto, la psicóloga Cynthia Tulipano, encuentra en los entornos desorganizados, una oportunidad para activar la mente y estimularla de forma creativa. “Como las cosas no siempre están donde usualmente deberían, te lleva a crear nuevas formas de enfoque”, añade.

No obstante, para Tulipano, quien también es experta en reclutamiento y selección de personal, al perder control de los documentos y objetos en el entorno de trabajo, se corre el riesgo de ser visto de forma negativa.

Aunque el desorden es analizado como una condición desfavorable y sinónimo de confusión, exceso y abuso, también sobresale como una circunstancia ambigua y dependiente, en ocasiones, de la apreciación individual.

“Para algunos, tener dos papeles fuera de lugar o el salirse de un espacio delimitado, es indicativo de desorganización”, dice Tulipano, quien explica que solemos definir esta circunstancia desde una óptica inherente, que a su vez, podría ser diferente al de otras personas.

“Hay quienes encuentran equilibrios perfectos en medio del caos, de la misma forma que dentro del orden es posible hallar descuido”, dice Meilij, quien apunta que el “desorden es un rasgo de la personalidad”.




TRABAJO Y HOGAR

El físico alemán Albert Einstein solía excusar la desorganización en su estudio con la frase “si una mesa abarrotada es síntoma de una mente abarrotada, entonces: ¿qué debemos pensar de un escritorio vacío?”

Palabras similares se dice que expresó en otra ocasión el epistemólogo suizo Jean Piaget, así como otros desordenados “autoproclamados” como el escritor estadounidense Mark Twain.

En el hogar, empero, las connotaciones parecen ser distintas, sobre todo si se tienen niños.

La psicóloga y psicoterapeuta, Ana Elisa Villalaz, explica que tanto los padres como las personas al cuidado de niños, deben velar por dos áreas generales durante su crianza. “El primero serían los objetos ambientales que rodean al pequeño, mientras que el segundo se relaciona con el desarrollo interno e individual del chico”, dice.

Para Villalaz, quien también es directora de Logros, Centro Terapéutico Integral, el entorno circundante al pequeño influye de manera directa en su desarrollo intrínseco.

Es por eso que en casa, es necesario contar con una atmósfera ordenada que ayude a establecer espacios de interacción con la criatura.

“Una familia con estructura, orden, rutinas establecidas y límites claros es indicativo de una buena salud mental”, complementa por su parte Ezequiel Meilij.

Y es que para Villalaz, el orden en el hogar actúa como una plataforma capaz de propiciar a los padres, las herramientas para ser más atinados en las intervenciones con sus niños, ya sea para estimular el lenguaje o enseñarles a expresar sus emociones, por ejemplo.

Para sendos especialistas, la estructura destaca como punto clave durante el período de crianza, aunque, advierte Meilij, que un ambiente familiar extremadamente rígido, inflexible y perfeccionista también podría ser contraproducente.

Villalaz, en tanto, señala que las atmósferas desorganizadas generan ansiedad, que con el paso de los años podrían cultivar emociones negativas en los pequeños.

DESAZONES

“Los niños aprenden por imitación”, agrega la psicoterapeuta, quien advierte que si el pequeño no actúa conforme con el sentido de organización enseñado en el hogar, es probable que esté pasando por alguna situación desfavorable.

Por otro lado, los adultos, sin importar su género, tampoco son inmunes a estas situaciones, pues en situaciones extremadamente desestructuradas también podrían sucumbir por estrés, ansiedad o depresión, que según Meilij degenerarían en otras consecuencias, como el abandono del aspecto personal, trastornos de acumulación o hoarding.

Enlace original: http://www.prensa.com/impreso/vivir/tras-placer-razon/330261

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