La decisión de consultar a un terapeuta o de iniciar un proceso terapéutico es todo un desafío. Yo siempre les recalco a mis pacientes que el simple hecho de haber llegado a esa primera consulta es señal de fortaleza, la puesta en práctica de recursos positivos que lo empujan en busca de sentirse mejor, nada fácil cuando usualmente, cuando uno llega a terapia, ¡se esta sintiendo muy mal!
Cuándo acudir o no a un terapeuta es una pregunta común y recurrente, y podríamos hablar largo y tendido sobre el tema y verlo desde una variedad de perspectivas y abordajes distintos. La verdad, yo creo que no hay que pensarlo tanto, el instinto, la intuición o la tripa (como mas les guste llamarle) usualmente nos tironea en esta dirección cuando sabe que lo necesitamos, y mucho mejor seria, en vez de cuestionarnos si es la decisión adecuada o no, hacerle caso y ver qué tal.
Sin embargo, para quienes les interese, el terapeuta Richard Zwolinski ofrece una serie de listas muy prácticas y convenientes que nos pueden ayudar a tomar una decisión tan importante y decisiva en nuestra vida:
Lista de síntomas.
Según Richard Zwolinski, las siguientes instancias frecuentes o continuas son una buena señal de que quizás nos vendría bien consultar con un terapeuta. Un buen terapeuta (es decir, uno responsable y ético) siempre recomendará descartar condiciones medicas antes de abordar los aspectos psicológicos. Muchas veces, una consulta con un medico o psiquiatra ayuda a aclarar muchas interrogantes, tanto del paciente como del terapeuta, y muchas veces, el abordaje más efectivo es interdisciplinario.
- Tristeza o depresión.
- Temor abrumador o constante.
- Ansiedad o tensión extrema.
- Nerviosismo.
- Histeria.
- Problemas con la memoria.
- Culpa abrumadora.
- Pensamiento disperso o confuso.
- Suspicacia u hostilidad abrumadora.
- Pensamientos extraños o bizarros.
- Problemas de control de impulsos o ira (ya sea verbal, física o psicológica).
- Problemas de identidad (dudas acerca de la sexualidad, significado de la vida del paciente, confusión respecto a metas a largo plazo, decisiones laborales, lealtades a grupos, amistades, etc.).
- Problemas de espiritualidad (cuestiones y problemas morales, religiosos y espirituales, afiliaciones a cultos, etc.).
Lista de estresores vitales.
Los síntomas de la lista anterior pueden ocasionar o influir en diversos estresores vitales, de igual manera en que diversos estresores vitales pueden ocasionar o influir en nuestros síntomas. Lamentablemente existe la tendencia externa a hacernos creer en lo interno que nuestros problemas no son tan graves, o que nuestra incapacidad de lidiar con ellos es una muestra de flaqueza o debilidad. No nos dejemos llevar por esto, cualquier problema que nos provoque perturbación, dolor, tristeza, ira o sufrimiento es suficientemente valido para que busquemos ayuda. Tampoco dejemos que la vergüenza nos detenga, un buen terapeuta esta para escuchar y ayudar, no para juzgar. Además, todo lo que digamos en consulta es confidencial, siempre y cuando nuestra vida o la de otros no estén en peligro.
- Muerte de un familiar o de alguien cercano.
- Divorcio o ruptura sentimental.
- Matrimonio o relación de pareja.
- Enfermedad terminal propia o de un familiar o alguien cercano.
- Incapacidad física, dolor crónico, enfermedad crónica.
- Abuso de drogas o alcohol (propio o de un familiar o alguien cercano).
- Enfermedad mental (propia o de un familiar o alguien cercano).
- Perdida o cambio de trabajo.
- Mudanza, relocalización, migración.
- Cambio de escuela (tanto para niños como adultos).
- Problemas relacionales (dificultad para relacionarse con pareja, familia, amigos, compañeros de trabajo, etc.).
- Problemas académicos (malas notas, inhabilidad para retener información, problemas con maestros y profesores, tiempos de entrega, etc.).
- Problemas ocupacionales (tardanzas, ausencias, problemas con jefes o colaboradores).
- Víctimas de abuso (físico, sexual, emocional y psicológico).
- Víctimas de crímenes.
- Acciones abusivas o criminales por parte propia o de un familiar o persona cercana.
- Soledad extrema /falta de lazos comunitarios o amistosos.
Claro que la lista se queda corta, pero es un buen inicio. ¿La mejor parte? Basta con cumplir con un solo ítem para animarnos a acudir a terapia, y aun si no cumplimos con ninguno y sentimos que lo necesitamos, estamos en todo nuestro derecho (y responsabilidad) de hacerlo. - Izzy
Fragmentos extraidos del articulo “Is Therapy The Right Choice For You?” por Richard Zwolinski.
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