viernes, 23 de diciembre de 2016

Amor + Pareja | Movimientos femeninos, revoluciones sexuales y relaciones de pareja I.


De revoluciones y re-evoluciones está hecho el mundo (y la pareja).

Las décadas de los 60 y de los 70 nos dejaron dos grandes legados que cambiaron para siempre la forma en que vivimos nuestras relaciones de pareja: los movimientos femeninos y las revoluciones sexuales.

Pasamos de una concepción sagrada y social del matrimonio a una mucho más individualista.

Es decir, no hicimos nada tan fuera de este mundo, tan solo se nos hizo aparente que la ganancia de una pareja no implicaba la pérdida de una individualidad.

Algunos acuñaron el término de “narcisismo cultural”, como si el ser egoísta fuera un pecado capital (especialmente si la persona que pretendía serlo era una mujer).

El movimiento femenino, tomado de la mano de la revolución sexual trajo cosas buenas, igualdad entre los sexos, una sexualidad más plena y sin tanto tapujo, culpa y vergüenza (¿y en serio necesitábamos de movimientos y revoluciones para eso?), entre otras cosas.

El movimiento femenino, tomado de la mano de la revolución sexual trajo también cosas malas. Mejor dicho, una cosa mala en particular:

Algunas personas confundieron estar igualados con estar enfrentados.

Bueno, probablemente esta postura estaba enraizada en nuestras mentalidades desde mucho antes…

Como diría Esther Balac en su libro “El club del buen sexo”:

"Para completar, al asunto le sumaron el cuento ese de que las mujeres 
venimos de Venus y los hombres de Marte, con lo cual lo único que lograron 
fue distanciarnos millones de kilómetros."

Arte (y ciencia) de manejar un carro llamado matrimonio a cuatro manos.

La realidad es que gracias al movimiento femenino y a la revolución sexual, cambió la forma en que nos relacionamos, pero me parece que el “chip” que todos llevamos dentro de nuestros maravillosos cerebros todavía no actualizó del todo y estos cambios aún nos cuestan.

El matrimonio se convirtió en una experiencia individual en la que dos personas emprenden la loca aventura de manejar juntos un carro que históricamente venia pensado para que una sola persona lo maneje, al menos de fábrica.

Es natural que surjan conflictos por el camino, a menos que aprendan a compartir el volante, y disfrutar ser por momentos piloto, por momentos copiloto y, de vez en cuando, pasarse al asiento trasero, para ser creativos, pero procurar no terminar en el baúl o al lado del camino.

Bueno, es que manejar un carro a cuatro manos es toda una ciencia, o un arte, o un poco de los dos, con su buena dosis de locura, ¡pero de locura sana, por favor!

¡50/50 por favor! (…pero que mi mitad sea la más grande).

Pensaríamos que lo ideal sería tener una relación igualitaria, una asociación en la cual cada quien asume un 50% de los derechos y responsabilidades. Ambos integrantes de la pareja aportan por igual a la economía del hogar, las labores de la casa se dividen equitativamente, los roles sexuales también (¡eso de que la mujer sea pasiva y nunca tome la iniciativa está pasado de moda! ¿no?), las tareas de crianza y educación de los chicos se reparten, etcétera, etcétera, etcétera.

Muchas veces sucede que los integrantes de la pareja asumen que esto es así, pero aquí la palabra clave es “asumen”. Y así Fulano descubre que Mengana no pensaba quedarse en casa cocinando, limpiando y cuidando a los chicos mientras él seguía estudiando o se iba al bar de la esquina con los amigos (¿acaso Homero no lo hace?) y Mengana descubre que a Fulano no le va eso de “ser pasivo” en la cama.

“¡Maldito machista!” proclama Mengana a los cuatro vientos y “¡Maldita feminista!” refunfuña Fulano.

Ese chip que todos llevamos dentro, con millones de años de conocimientos acumulados codificados en nuestro ADN, actualiza lento. Muy lento.

Lo dijo Esther Balac, millones de kilómetros.

A modo de conclusión: ¿Un concepto más unisex?

Por mi parte, me quedo con el concepto de igualdad, simetría y equidad entre hombres y mujeres. Un concepto más unisex, por llamarlo de alguna manera. ¿Por qué? Muy simple, porque pongo las noticias y veo las atrocidades que se cometen contra las mujeres en nombre de todo aquello que vino antes de los movimientos femeninos y las revoluciones sexuales y me hace pensar que cuando Esther Balac habló de millones de kilómetros se quedó corta. Muy corta. - Izzy

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