¡Hola! Trabajar con parejas en consulta me brinda la oportunidad de investigar y aprender más acerca del tema, y siempre que encuentro información que me resulta útil como terapeuta, y que le resulta útil a mis consultantes, ¡no pierdo la oportunidad de compartirla también con ustedes para que les sea de ayuda!
Gracias al buenazo de
John Gottman, hoy en día sabemos muchísimo sobre las parejas, lo que nos
facilita mucho el trabajo a la hora de desenmarañar esas marañas que se forman
a menudo en las dinámicas de pareja y que resulta tan difícil desenmarañar
entre dos, que se necesita de un tercero que eche una mano para hacer sentido
de todo.
Una manera muy
eficiente para que una pareja resuelva de manera más saludable y constructiva
sus conflictos (porque conflictos los habrá siempre) es conociendo sus patrones
(los propios, los de su pareja y los de ambos como pareja), especialmente
aquellos más destructivos que pueden amenazar la integridad de la relación y
llevarlos directo a la ruptura.
Uno de ellos ocurre
cuando la pareja se atasca en un ciclo
negativo.
Es como quedar
estancado en el barro en un carro y seguir pisando el acelerador aun sabiendo
que lo único que logramos es hundir el carro más y más en el barro hasta que
quedemos sin combustible o simplemente quememos el motor y ya no queda otra que
dejar el carro al costado del camino y llorar la perdida. Menuda metáfora, ¿no?
Esto es señal de la
inhabilidad de la pareja para poner en práctica procesos de reparación y restauración,
es decir, todas aquellas técnicas que utilicen para volver a estar bien entre
si después de una pelea, conflicto, discusión, malentendido, etc.
¡Ojo! No nos referimos
a “hacer de cuenta que quedamos bien” cuando en realidad el conflicto no se resolvió
y el resentimiento simplemente dejó de estar en la superficie pero cada quien
ahora lo carga por dentro, acumulándose más y más hasta que se convierte en
todo un monstruo “rompe relaciones”.
Esto lleva a un muy rápido y progresivo
deterioro de la intimidad y la amistad en el cual nuestro mejor amigo se convierte
en nuestro adversario más repudiado.
Si se están empezando
a sentir así en su relación, ¡bandera roja! ¡Señal de
alerta! ¡Ojo al tigre! Algo anda mal.
El segundo patrón
asoma su fea cabeza cuando, incapaces de salir del ciclo negativo, acordamos estar en desacuerdo y nos
retiramos del conflicto.
¡Ojo! ¡Si, de nuevo! En pareja siempre habrá momentos en los que no
queda otra que acordar estar en desacuerdo, pero cuando ya se vuelve nuestra
respuesta por defecto, estamos en problemas.
Asimismo, a veces, en medio de un
conflicto acalorado que no lleva a ninguna parte y no hace más que escalar, lo más
apropiado y sano en el momento es retirarse del mismo, pero una cosa es
retirarse, tranquilizarse y luego retomar el tema y darle su debida resolución y
otra muy distinta simplemente dejarlo ahí y que se acumule con la infinidad de
conflictos sin resolver que hemos amontonado y acaparado como si fuéramos “hoarders”
relacionales.
Lo triste de esto es
que una vez nos aprendimos este patrón, nos acostumbramos y empezamos a creer
que “así es la vida en pareja”. Aprendemos (quizás reforzados por experiencias
tempranas o modelos anteriores) que cargar con la molestia, resentimiento, frustración
y tedio es el precio a pagar por estar en pareja. Claro, hasta que decidamos
hacer algo al respecto, ya sea en pareja o por cuenta propia. Al fin y al cabo,
como dice mi terapeuta: “Uno vive la vida que uno eligió para sí.” Idem para la
pareja. Al final del día, ustedes deciden. ¡Que estén bien!
- Izzy
Fragmentos
extraidos de “Psychologist says these 2 patterns of behavior are the most
common signs that a couple is going to divorce” por Erin Brodwin.
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