El año pasado me iba de Buenos Aires
sabiendo que apenas un par de semanas después de mi partida, Chris Cornell se estaría
presentando en una serie de conciertos. Era una sensación agridulce. Agria por
saber que me lo estaba perdiendo, y no era simplemente una cuestión de extender
mi estadía, los boletos se habían agotado mucho antes de que yo pusiera pie en Buenos
Aires. Dulce porque siempre existía la posibilidad de una próxima vez. “Quien
sabe, quizás en el próximo viaje coincidamos…”