miércoles, 30 de julio de 2014

Violencia interpersonal III - Maltrato de ancianos.

"Al igual que el maltrato de menores, el maltrato de ancianos comprende agresiones físicas, sexuales y psíquicas, así como el abandono. Los ancianos son especialmente vulnerables a los abusos económicos, es decir, al uso inadecuado de sus fondos y recursos por parte de parientes u otros cuidadores. En las residencias de ancianos, el maltrato consiste en emplear medios físicos de coerción, privar a los..."

lunes, 28 de julio de 2014

Rompehechizos y perduraprofecías.

Mi terapeuta siempre me dice que toda persona que llega a tu vida lo hace para dejarte una enseñanza. Yo creo lo mismo, a sabiendas de que esto no es siempre tan evidente, ni tan sencillo de conciliar. Y es que hay personas que llegaron a nuestras vidas y desearíamos jamás lo hubieran hecho, de igual manera que hay quienes ya se fueron y deseamos se hubieran quedado. ¿Qué les puedo decir?, así es la vida, un eterno proceso de aprendizaje.

Más aprendo de mis mentores, guías, supervisores, colegas, pacientes, libros y todo lo demás también, más me doy cuenta de que para muchos, o quizás para todos, nuestra vida adulta tiene todo que ver con dar significado a nuestra infancia, a los anhelos que quedaron en anhelos, en las estrategias de supervivencia que ya no sirven y hay que cambiar o actualizar, en las dinámicas y patrones que hay que romper, para no seguir en esos círculos toxicas, viciosos y perpetuos que parecen permanecer por generaciones en tantas dinámicas familiares.

Y he aquí donde entran los “rompehechizos” y “perduraprofecías”. Quienes lleguen a nuestras vidas podrán cumplir uno u otro rol. Si se ponen a pensarlo, quizás se den cuenta quienes en sus vidas han sido “rompehechizos” y quienes, por el contrario, se ganaron el título de “perduraprofecías”.

Los “rompehechizos” o rompedores de hechizos son aquellas personas que llegan a nuestras vidas y nos abren los ojos, nos quitan la venda, nos regalan una forma nueva de ver el mundo, a los demás y a nosotros mismos. ¡Son esas personas que nos ayudan a crecer! Los que nos dan permiso para dejar de ser o hacer (dejar de ser la víctima, dejar de hacer todo por los demás y nada por nosotros) o para ser y hacer (ser nosotros mismos, hacer lo que nos apasiona). Me gusta pensar que los “rompehechizos” no son “seres de luz”, “iluminados” ni nada por el estilo, sino seres que al haber hecho las paces con su sombra y habiendo reclamado como propios sus aspectos buenos y malos, positivos y negativos, son libres de darse el permiso de compartir su luz, sin negar su sombra.

Los “perduraprofecías” o perduradores de profecías son aquellas personas que, por el contrario, llegan a nuestras vidas como viva encarnación de la repetición de todo aquello de lo que necesitamos liberarnos. Son la piedra perpetua con la que amamos darnos de frente, a toda velocidad y a todo color. Nuestro sabor predilecto de toxicidad. Son los que prefieren que vayamos por la vida con los ojos cerrados, con la venda bien puesta y con la visión más sombría, amenazante y distorsionada del mundo, los demás y nosotros mismos. ¡Son esas personas que no quieren que crezcamos, porque ellos tampoco han podido hacerlo! Son quienes en lugar de repartir permisos, nos legan profecías destinadas a cumplirse: seguir repitiendo el mismo patrón, perpetuar las dinámicas familiares disfuncionales, crecer y vivir acostumbrados a respirar toxicidad. Los “perduraprofecías” le tienen terror a su sombra, todo lo ven proyectado en los demás: lo bueno, lo malo, lo positivo y lo negativo. Tienen mucho miedo de “mirar para adentro”. Y cuando se vive peleado con la sombra, es imposible tener luz para compartir.

Como adultos, tenemos el permiso para elegir quienes queremos ser, tanto en nuestras vidas como en las de los demás, un “rompehechizos” o un “perduraprofecías”. Y ustedes, ¿quién prefieren ser? - Izzy

miércoles, 23 de julio de 2014

Violencia interpersonal II - Maltrato y abandono de menores por parte de padres y otros cuidadores.

"Tal como ocurre en la violencia de pareja, el maltrato de menores comprende agresiones físicas, sexuales y psíquicas, además del abandono. El homicidio infantil constituye una realidad alarmante. Son los niños muy pequeños los que corren mayor riesgo: en la población de entre 0 y 4 años, las tasas de homicidio son más de dos veces superiores a las registradas en los niños de entre 5 y 14 años. La causa más..."

lunes, 21 de julio de 2014

"10 mitos del trastorno obsesivo-compulsivo" (publicado en Vivir+, La Prensa, 19 de julio, 2014).

1. Obsesiones y compulsiones son sinónimos.

Falso. Mientras que las obsesiones son pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan como intrusas o no deseadas, y que causan ansiedad o malestar importante, las compulsiones son comportamientos o actos mentales repetitivos que el sujeto realiza como respuesta a una obsesión o de acuerdo con reglas que ha de aplicar de manera rígida.

2. El trastorno obsesivo-compulsivo y el trastorno de la personalidad obsesivo-compulsiva son la misma cosa.

Falso. La característica esencial del trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad es una preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control mental e interpersonal, a expensas de la flexibilidad, la espontaneidad y la deficiencia. A pesar de la similitud de los nombres, el trastorno obsesivo-compulsivo se distingue fácilmente del trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad por la presencia de verdaderas obsesiones y compulsiones.

3. Las personas perfeccionistas, pulcras y altamente organizadas son obsesivo-compulsivas.

Falso. Si bien es posible que algunas de estas personas presenten rasgos de personalidad obsesivo-compulsiva e inclusive puedan reunir los criterios para un trastorno de la personalidad obsesivo-compulsiva, se debe diferenciar del comportamiento que sirve un propósito valioso, contribuyendo a la autoestima de la persona y su éxito en el trabajo o en su carrera, versus las obsesiones y rituales que provocan malestar y deterioro en las personas que sufren de trastorno obsesivo-compulsivo.

4. Las personas que comen, tienen sexo, consumen drogas y/o alcohol o juegan de manera compulsiva son obsesivo-compulsivas.

Falso. Si bien es cierto que estas actividades se califican como compulsivas debido a la forma excesiva y sin control con que se llevan a cabo, no se consideran compulsiones ya que, a pesar de sus efectos negativos, el individuo obtiene placer de estas actividades y no las realiza para contrarrestar una obsesión, sino más bien debido a una incapacidad para controlar sus impulsos.

5. Las personas supersticiosas y que realizan comportamientos repetidos de comprobación son obsesivo-compulsivas.

Falso. Las supersticiones pueden confundirse con obsesiones (por ejemplo, si se nos cruza un gato negro, algo malo pasará) y los comportamientos repetidos de comprobación (revisar varias veces si cerramos la puerta porque no estamos seguros) con compulsiones, pero muchas veces son parte de nuestra vida cotidiana y no indicativos de un trastorno obsesivo-compulsivo a menos que supongan una pérdida diaria de tiempo significativa o den lugar a un deterioro marcado de la actividad global de la persona afectada o a un malestar clínicamente significativo.




6. Los niños no sufren de este trastorno.

Falso. Aunque el trastorno obsesivo-compulsivo se suele iniciar en la adolescencia o a principios de la edad adulta, también puede hacerlo en la infancia, de manera similar a los de los adultos. Pero a diferencia de los adultos, los niños no saben que su comportamiento es excesivo e irracional, debido a que, por su edad, puede que no dispongan todavía de la suficiente capacidad cognoscitiva para llegar a conclusiones de este tipo.

7. No existe tratamiento efectivo para los trastornos obsesivo-compulsivos.

Falso. Las personas que sufren de trastornos obsesivo-compulsivos pueden beneficiarse enormemente de tratamientos farmacológicos, terapias cognitivo conductuales o una mezcla de ambos. Muchas veces se recurre inicialmente al uso de fármacos para disminuir la sintomatología, facilitando así el abordaje psicoterapéutico.

8. Quienes sufren de este trastorno piensan que su comportamiento es completamente normal.

Falso. Generalmente en algún momento del curso del trastorno la persona reconoce que sus obsesiones o compulsiones son exageradas o irracionales. Las obsesiones se experimentan como intrusas e inapropiadas, provocando una ansiedad o malestar significativos, que conducen, precisamente, a la aparición de las compulsiones, orientadas a disminuir la ansiedad y malestar provocado por las obsesiones.

9. Se desconoce la causa de los trastornos obsesivo-compulsivos.

Falso. Tradicionalmente se creía que el trastorno obsesivo-compulsivo era resultado de experiencias vitales, particularmente actitudes aprendidas en la infancia, con énfasis excesivo en la limpieza, o la creencia de que ciertos pensamientos son peligrosos o inaceptables. Siguiendo el modelo biopsicosocial, actualmente se consideran causas centradas en la interacción de factores neurobiológicos e influencias ambientales, así como de procesos cognitivos.

10. Superar los trastornos obsesivo-compulsivos depende solamente de la fuerza de voluntad de la persona que los padece.

Falso. Contar con un sistema de soporte adecuado (amigos, familiares, terapeutas, etc.) es muy importante en la recuperación de una persona con un trastorno obsesivo-compulsivo. La familia debe apoyar, sin permitir la perpetuación de los síntomas. Es importante no trivializar el trastorno (por ejemplo, nunca decirle al paciente que lo que tiene no es nada y debería poder superarlo si realmente quisiera) ni demandar mejoría de parte del paciente sin haber tratamiento terapéutico de por medio. Se debe recordar tener mucha paciencia con el paciente y reconocer sus progresos, por pequeños que sean.

Enlace original: http://www.prensa.com/impreso/vivir/10-mitos-del-trastorno-obsesivo-compulsivo/36123

miércoles, 16 de julio de 2014

Violencia interpersonal I - Violencia contra la pareja.

La violencia contra la pareja se produce en todos los países, en todas las culturas y en todos los niveles sociales sin excepción, aunque algunas poblaciones (por ejemplo, los grupos de bajos ingresos) corren mayor riesgo que otras. Además de las agresiones físicas, como los golpes o las patadas, este tipo de violencia comprende las relaciones sexuales forzadas y otras formas de coacción sexual, los malos tratos psíquicos, como la intimidación y la humillación, y los comportamientos controladores, como aislar a una persona de su familia y amigos o restringir su acceso a la información y la asistencia.

Aunque las mujeres pueden agredir a sus parejas masculinas y también se dan actos violentos en parejas del mismo sexo, la violencia de pareja es soportada en proporción abrumadora por las mujeres e infligida por los hombres.

La mayoría de las víctimas de agresiones físicas se ven sometidas a múltiples actos de violencia durante largos periodos y suelen sufrir más de un tipo de maltrato. 


Desencadenantes.

En todo el mundo, los hechos desencadenantes de la violencia son muy similares en las relaciones en las que existe maltrato. Entre ellos se cuentan la desobediencia o las discusiones con la pareja masculina, preguntarle acerca del dinero o de sus amistades femeninas, no tener la comida preparada a tiempo, no cuidar satisfactoriamente de los niños o de la casa, negarse a mantener relaciones sexuales, y la sospecha del varón de que la mujer le es infiel.

Factores de riesgo

Son muchos los factores que se han relacionado con el riesgo de que un hombre agreda físicamente a su pareja. Entre los factores individuales destacan los antecedentes de violencia en la familia del varón (sobre todo el hecho de haber visto golpear a su propia madre) y el abuso del alcohol por parte de éste. A nivel interpersonal, los indicadores más constantes de la violencia de pareja son los conflictos o la discordia en la relación y un bajo nivel de ingresos. Hasta el momento, no se sabe con certeza por qué los bajos ingresos elevan el riesgo de violencia. Puede deberse a que los bajos ingresos proporcionan un motivo fácil de discordia conyugal o dificultan a la mujer el abandono de relaciones violentas o insatisfactorias por otras razones. Puede ser también consecuencia de otros factores que acompañan a la pobreza, como el hacinamiento o la desesperanza.

Factores de vulnerabilidad.

Las mujeres son particularmente vulnerables al maltrato infligido por la pareja en las sociedades en las que existen importantes desigualdades entre hombres y mujeres, rigidez en los roles de los géneros, normas culturales que respaldan el derecho del hombre a mantener relaciones sexuales con independencia de los sentimientos de la mujer y sanciones blandas para estos comportamientos. Estos factores pueden determinar que para una mujer sea difícil o peligroso abandonar una relación en la que se producen malos tratos. Y ni siquiera cuando lo hace queda garantizada su seguridad, ya que la violencia puede a veces continuar, e incluso agravarse, después de que una mujer ha abandonado a su pareja.

viernes, 11 de julio de 2014

Formas y contextos de la violencia I: Violencia interpersonal.

Existen muchos tipos distintos de violencia, y se producen en muy diversos contextos, tales como la violencia interpersonal, la autoinfligida y la colectiva.

La violencia interpersonal abarca tanto la violencia intrafamiliar (abuso sexual infantil, maltrato a la mujer, abuso contra personas ancianas y con discapacidad) y la violencia comunitaria.

Por cada persona que muere a consecuencia de actos violentos hay muchas más que sufren lesiones físicas o psíquicas. Los datos oficiales sobre los casos no mortales son a menudo incompletos, sobre todo en los tipos de violencia interpersonal que comportan un estigma social.

De acuerdo a la OMS las características de la violencia interpersonal difieren notablemente entre las diversas regiones del mundo. Tanto el maltrato de niños y ancianos como la violencia de pareja son problemas frecuentes en todos los países, pero, en comparación con otras regiones, las tasas de violencia juvenil son excepcionalmente elevadas en África y América Latina. Algunas formas de violencia sexual, como los matrimonios precoces y la trata de menores, son más frecuentes en África y el sur de Asia que en cualquier otro lugar.


Los jóvenes y la violencia.

La violencia juvenil (la que afecta a personas de edades comprendidas entre los 10 y los 29 años) comprende un abanico de actos agresivos que van desde la intimidación y las peleas hasta formas más graves de agresión y el homicidio. En todos los países, los varones jóvenes son tanto los principales perpetradores como las principales víctimas de los homicidios.

De acuerdo a lo señalado por la OMS las tasas más elevadas de homicidio juvenil se registran en África y América Latina, y las más bajas corresponden a Europa Occidental y algunas zonas de Asia y el Pacífico. Con la notable excepción de los

Estados Unidos, la mayor parte de los países con tasas de homicidio juvenil superiores al 10 por 100,000 son países en desarrollo o países que están sumidos en la agitación del cambio social y económico. Se calcula que, por cada joven muerto a consecuencia de la violencia, entre 20 y 40 sufren lesiones que requieren tratamiento hospitalario.

Algunos niños presentan problemas de comportamiento en la primera infancia que van derivando hacia formas más graves de agresión al entrar en la adolescencia y suelen persistir en la vida adulta. Sin embargo, la mayoría de los jóvenes que se comportan de forma violenta lo hacen durante periodos más limitados, en la adolescencia, y tras haber mostrado pocos o ningún signo de problemas de comportamiento durante la infancia. A menudo, estos jóvenes que sólo delinquen durante la adolescencia buscan emociones y es frecuente que cometan los actos violentos en compañía de un grupo de amigos. Los jóvenes tienden también a verse involucrados en una amplia gama de comportamientos antisociales, y cometen más delitos no violentos que violentos. Entre los jóvenes con comportamientos violentos y delictivos, la presencia de alcohol, drogas o armas aumenta las probabilidades de que la violencia lleve aparejadas lesiones o la muerte.

Los factores que contribuyen a la violencia juvenil abarcan todos los niveles del modelo ecológico. El comportamiento violento o delictivo antes de los 13 años es un factor individual significativo, así como la impulsividad, las actitudes o las creencias agresivas y los malos resultados escolares. El hecho de haber sufrido castigos físicos severos o presenciado actos de violencia en el hogar, la falta de supervisión y vigilancia por parte de los padres y la asociación con compañeros delincuentes son otros factores importantes.

En los niveles comunitario y social, algunos datos parecen indicar que la exposición a la violencia en los medios de comunicación incrementa a corto plazo las agresiones, aunque no son concluyentes en cuanto a la influencia de los medios de comunicación en las formas más graves de violencia (como las agresiones u homicidios), ni en su repercusión a largo plazo.

Las investigaciones sobre otros factores comunitarios y sociales demuestran que los jóvenes que viven en barrios y comunidades con altas tasas de delincuencia y pobreza corren mayor riesgo de verse involucrados en actos violentos. Además, las tasas de violencia juvenil aumentan en tiempos de conflicto armado y represión, y cuando el conjunto de la sociedad atraviesa por un periodo de cambio social y político. También son elevadas en los países en los que las políticas de protección social son débiles, hay grandes desigualdades en los ingresos e impera una cultura de la violencia. - Izzy

miércoles, 9 de julio de 2014

Siete principios y cuatro jinetes I.


Yo no sé ustedes, pero yo soy fiel creyente de que la información es poder. Es como aquella campaña pública televisiva norteamericana “The More You Know”. Yo creo que no saber nos mantiene a oscuras, abrazados a creencias rígidas, patrones inflexibles y dinámicas obsoletas. Siempre es bueno aprender algo nuevo, y desaprender aquello que quizás nos sirviera en el pasado, pero ya no tienen utilidad y que en el presente nos causa más estorbo, molestia y consecuencias negativas que otra cosa. Y es que crecer tiene mucho que ver con ir soltando cosas viejas para agarrar cosas nuevas, renovar el alma, el espíritu, la psiquis, la mente, el corazón, y todo lo demás también.

John Gottman ha observado a miles de parejas por décadas, así que sabe un par de cosas acerca de las relaciones que a todos nos viene bien saber. Enfocándose en parejas emocionalmente inteligentes, encontró que todas se parecían en siete aspectos fundamentales. Estos siete principios de Gottman para una relación a largo plazo viable son:

1. Conocer el mundo de nuestra pareja.
2. Experimentar de forma activa la admiración de nuestra pareja.
3. Enfrentarse en vez de darse la espalda.
4. Permitirse se influenciado por la pareja.
5. Resolver los problemas solucionables.
6. Superar los puntos muertos.
7. Crear mundos compartidos.

La práctica de estos siete principios ayudan a mantener bien alejados de nuestra relación de pareja a lo que Gottman llama los “cuatro jinetes del apocalipsis” en una relación:

1. Criticismo.
2. Defensa.
3. Desprecio.
4. Táctica de cerrojo.

Estos jinetes no son más que nuestras estrategias a la hora de manejar el conflicto, la forma que elegimos para discutir. Y es que toda pareja tiene que discutir de vez en cuando, pero hay formas saludables y formas tóxicas de hacerlo, y lamentablemente, desde nuestras familias de origen, a la mayoría nos heredan la segunda en lugar de la primera.

Estas conductas tóxicas inyectan a la relación de pareja una dosis letal de frustración, que con el tiempo se convierte en amargura y resentimiento, y son predictores de un inminente divorcio. ¿Qué tan inminente? Basándose en sus investigaciones y estudios, John Gottman ha mostrado que puede predecir el divorcio con más de 95% de precisión, y es que una relación donde estos principios están ausentes y estos jinetes presentes es lamentablemente de pronóstico reservado.

Bueno, entonces, ¿cultivar estos siete principios es la solución a todos los problemas de pareja? Nos gustaría creer que sí, pero no es así. Pero no se desanimen, porque practicar estos siete principios puede ser una solución al 30% de todos los problemas de la pareja. Si piensan que es un porcentaje desalentador, piensen de nuevo, acá paga una vez más eso de “the more you know…” porque a veces en este mundo de las relaciones de pareja se nos complica de más el panorama porque queremos solucionarlo todo, ¡que demanda más irreal! ¡No se puede!

Gottman nos cuenta que 70% de nuestros problemas de relación no se pueden solucionar. ¡Ojo! Esto no implica que una relación no tiene solución, significa ajustar expectativas para hacerlas más acordes a la realidad, que tenemos que aprender a vivir en una relación imperfecta, cultivando los aspectos cultivables, solucionando los problemas solucionables y aprendiendo a negociar y hallar el punto medio más simétricamente posible en los desacuerdos y conflictos para poder seguir creando ese mundo en común, sin perder nuestros mundos individuales en el proceso. - Izzy

lunes, 7 de julio de 2014

“Presas de sus emociones” (colaboración con Rella Rosenshain, publicada en Mosaico Dominical, La Prensa, 6 de julio, 2014).

“Las emociones cumplen una función de informarnos acerca de una situación, y si bien el sentir una emoción está más allá de nuestro control, sí podemos controlar cómo reaccionamos ante ella. Si no sabemos manejar nuestras emociones, su intensidad nos desbordará y nuestras reacciones pueden repercutir negativamente, en este caso, en el desempeño, enfoque y concentración de un...”