lunes, 27 de enero de 2014

El arte de afrontar (I)

Aprender habilidades de afrontamiento es una parte vital de nuestro desarrollo individual y el tema central del artículo de Deborah Jackson: “The Necessity of Developing Coping Skills” (La necesidad de desarrollar habilidades de afrontamiento). Les comparto…




Nuestro bienestar físico y psicológico está determinado por tres cosas:

- Predisposición genética
- Estresores vitales
- Fortalezas y recursos de afrontamiento


Tal cual indica Deborah Jackson, no hay mucho que podamos hacer por la primera. Nuestra predisposición genética incluye aquello con que nacemos y lo que heredamos de nuestros padres y sus padres (y los padres de sus padres, etc.) así como el entorno, la crianza y la historia que nos tocó. Irónicamente, es mucho (o casi todo) de lo que nos toca procesar, elaborar, desaprender y volver a aprender cuando hacemos terapia.

Los estresores vitales son todos aquellos sucesos y eventos que nos pasan a lo largo de nuestras vidas y que son tantos que no podemos enumerarlos, a veces vienen solos, pero más a menudo lo hacen uno tras otros, o todos al mismo tiempo, robándonos el aliento, la energía, las ganas, la dirección, la perspectiva y todo lo demás también. ¡Es increíble cómo nos vemos envueltos en estos torbellinos que nos dan vuelta la vida y nos lo ponen todo de cabeza y aun así, pocas veces somos realmente conscientes de cómo nos afectan! Estamos tan acostumbrados a esta filosofía de “rodar con los golpes” que los descartamos de nuestra ecuación de “¿por qué nos fuimos a la deriva de la noche a la mañana?”.

Sé que suena tonto, pero se sorprenderían cuantas personas llegan a terapia y recién ahí, cuando empezamos a hacer un recuento o inventario de estos estresores es que captan por primera vez la magnitud de los mismos, de sus efectos y de sus secuelas en sus vidas personales, en sus relaciones amorosas, familiares, laborales, sociales, etc., y de la manera en que se conectan y potencian entre si, creando una dinámica (o la receta perfecta) para un desastre emocional.

Otro punto que a menudo no tomamos en cuenta y que Deborah Jackson nos recuerda es que las personas con traumas o infancias problemáticas son propensas a sufrir de mayores estresores vitales, debido a carencias y conflictos que no les han permitido desarrollarse neurológicamente (como aquellos niños que tuvieron una infancia “normal” o más normalizada) y obtener recursos y habilidades de afrontamiento desde edades más tempranas (a muchos nos toca aprender de adultos lo que muchos aprendieron de niños).

Si lo vemos desde este punto de vista, es fácil sentir que estamos simplemente a la deriva, a merced de las olas y que hay poco que podamos hacer al respecto, pero esto está lejos de la verdad, porque si tenemos control sobre el tercer aspecto, nuestras fortalezas y recursos de afrontamiento. Lo bueno de eso es que aún sin tenerlos (o desconocer que los tenemos) se pueden aprender, nunca es tarde para hacer cambios en nuestras vidas, juntar el valor de echar una mirada a nuestra historia, ver y entender aquello que nos enseñaron mal, desaprenderlo y aprender (o reaprender).

Deborah Jackson cree que una de las primeras cosas que tenemos que hacer es cambiar nuestra percepción occidental de lo que significa e implica “afrontar” y estoy de acuerdo con ella. Y es que hemos crecido creyendo que afrontar es bajar la cabeza, agachar el lomo y seguir adelante sin importar qué. Creo que nada lo resume mejor que: “Aprendimos a sobrevivir en vez de aprender a vivir” y esto es lo que nos toca desaprender para poder aprenderlo de nuevo, esta vez libres de distorsiones cognitivas, demandas irrealistas y esquemas rígidos.

¿Qué tal si afrontar se pareciera más a ser realmente honesto contigo mismo y con aquellos cercanos a ti acerca de cómo te sientes o qué necesitas? 

Con que facilidad aprendimos a ponernos en el asiento de pasajero, el asiento trasero o incluso el baúl del carro de nuestra propia vida, ¿no? Siempre los sentimientos y necesidades de los demás (de los amigos, de la familia, de la pareja, etc.) parecen venir antes de los propios, porque imagínense sino, seríamos “egoístas”, como si hubiera algo malo en serlo, pero esto es tan común entre los co-dependientes. ¿Alguna vez pensaron que el susodicho “egoísmo”, más que mala palabra es una herramienta de afrontamiento? ¡Cómo cambia el panorama cuando empezamos a ver el paisaje con los “lentes de la no-dependencia”!

¿Qué tal si significara saber cuándo decir “no” y ser capaz de hacerlo con el corazón abierto y libre de culpa?

¡Qué difícil decir que “no”! No me lo tienen que decir, lo aprendí de primera mano y créanme, todavía estoy aprendiendo, pero les aseguro que se siente muy bien (¡tan bien!) poder decir que “no” cuando no queremos, no nos parece o sencillamente no nos sentimos cómodos, sin sentirnos mal o culpables. ¡Cada quien se hace cargo de lo suyo! La “culpa” y el complejo de culpable es otro mal regalo que nos dejan a veces como enseñanza, hay que desaprender la “culpa insana” y reemplazarla por la “responsabilidad sana”, verán que se hace más fácil cambiar muchos de esos “si” por unos cuantos “no”.


"No me he cortado en 1 año y medio...
¿Cuál es mi secreto? Encontre otras
maneras de afrontar."
¿Qué tal si significara ir más despacio y rever tus expectativas para ti y para tu vida?

Ir más despacio, y es que tener el “si” incorporado al sistema y ser el responsable de los sentimientos y necesidades de todo el mundo menos de uno es como tener el pie pegado al acelerador, ¡seguro te olvidaste que tu carro tiene frenos! Vives a mil por hora y rezando en cada curva de la vida que no quedes estrellado contra un árbol. En cuanto a las expectativas, nos han hecho un “cambiazo” del que a veces ni nos damos por enterados, vivimos nuestra vida y creamos nuestras expectativas sobre nosotros mismos en base a lo que esperan los demás de nosotros, en vez de lo que queremos para nosotros mismos. Es que, ¡si no nos enseñaron a sentir ni pensar por nosotros mismos! Mírate en el espejo retrovisor un segundo a ver si te reconoces… ¿nop? ¡Hora de hacer cambios!

¿Qué tal si significara aprender a estar verdaderamente presente en el momento en vez de perseguir incansablemente el próximo?

Vivimos atormentados y perseguidos por el pasado (nuestra historia, nuestra infancia, nuestras culpas, nuestros arrepentimientos, los fantasmas de lo que fue y pudo haber sido y tantas otras cosas más) y angustiados y ansiosos por el futuro y su incertidumbre. Esto me recuerda a Alanis Morissette en la canción “What I Really Want”:

“Why are you so petrified of silence? Here, can you handle this? Did you think about your bills, your ex, your deadlines, or when you think you're gonna die, or did you long for the next distraction?”

(¿Por qué te petrifica tanto el silencio? Toma, ¿puedes con esto? ¿Pensaste en tus cuentas, tu ex, tus fechas de entrega, o cuando crees que vas a morir, o anhelaste la próxima distracción?)

Tironeados por lo que fue y por lo que podría hacer, no nos queda energía, enfoque, ganas ni “mindfulness” para apreciar el aquí y ahora (¡el momento preciso en que se enfoca la terapia cognitivo conductual, dicho sea de paso!).

Para Deborah Jackson, los recursos de afrontamiento pueden ser personales o sociales, incluso financieros y tangibles. Nos recuerda invertir y nutrir nuestra red de amigos y familia, y si esa área no está fuerte, invertir energía en pensar cómo desarrollar conexiones nuevas y significativas (“significativas” es la palabra clave, ¡fuera lo “tóxico” y bienvenido lo “significativo”!).

Pero nuestro recurso más poderoso al final del día es uno mismo (si, ese mismo que dejamos de último y que a veces a la fuerza y a veces por voluntad y decisión propia, le toca volver a primer lugar). Claro, descubrir (o redescubrir) y aprender (o reaprender) nuestras fortalezas no es fácil, muchas veces nos hemos olvidado de ellas, de que las teníamos y siguen ahí, como aquella canción que nos habíamos olvidado nos gustaba hasta que la oímos de casualidad en la radio.

Una de las primeras fortalezas que les recalco a mis pacientes es precisamente aquella fuerza interior que los llevó hasta la consulta, cuando los podía haber llevado a tantos otros destinos negativos. Se podían haber quedado donde estaban, sin hacer nada, sin hacer cambios, o podían haber “encubierto” o “enmascarado” sus problemas con algún “acting out” (drogas, alcohol, sexo riesgoso, lastimarse o lastimar a otros), pero en vez de ello, decidieron el camino de la terapia, ¿y saben qué?, ¡se necesita de mucha fortaleza para ello!

Deborah Jackson indica que invertir tiempo desarrollando estas fuerzas es más que una estrategia comportamental. Altera nuestra función y estructura cerebral (en la terapia EMDR se hace mucha referencia a esto, a la capacidad natural del cerebro de curarse a si mismo y a su capacidad de crear nuevas redes neuronales más funcionales que las anteriores) y nos permite responder de manera más saludable y adaptativa a futuras situaciones estresantes. Fortalece nuestro sistema inmune y afecta nuestra salud, ¿Cuántas veces nuestros problemas emocionales no hayan su vía de descarga en síntomas físicos?

Ya lo saben, si quieren aprender más acerca de su crecimiento individual y sus recursos de afrontamiento y les gustaría desarrollar estrategias más saludables de manejar las situaciones estresantes de la vida, dense una vuelta por terapia, ¡les hará un mundo de bien, se los aseguro!

¡Namaste! - Izzy

Fragmentos extraidos del artículo “The Necessity of Developing Coping Skills” por Deborah Jackson: http://psychcentral.com/blog/archives/2014/01/26/the-necessity-of-developing-coping-skills/

La segunda imagen me encantó, no solo es poderosa, es real y corresponde a una artista gráfica llamada Kat. Pueden ver más de su arte aquí: http://fangie-chan.deviantart.com/ y este es el enlace original a la imagen usada en el post: http://fangie-chan.deviantart.com/art/My-Coping-Strategies-194009179

sábado, 25 de enero de 2014

"Ego digital, una moda en red" (colaboración con Irlanda Sotillo publicada en Vivir+, La Prensa, 25 de enero, 2014).

¡Hola! Les comparto el artículo: "Ego digital, una moda en red", por Irlanda Sotillo y publicado hoy en Vivir+ de La Prensa, en el que tuve la oportunidad de colaborar. Espero les guste...

El ego digital tiene su desarrollo con mayor frecuencia en las redes sociales, porque allí se produce mayor interacción. “Igualmente, se puede dar tanto en un blog como en una página web”, afirma Danitza Haughton, consultora de redes sociales en IA Concepts Latinoamérica.

Esta forma de ser no se limita a una edad específica. Puede darse en adolescentes o adultos y, además, esto es contagioso.

Este comportamiento, caracterizado por la altanería a la hora de emitir mensajes, se arraiga con “la práctica diaria y va creciendo a medida que las personas van adquiriendo fans, experiencia y conocimientos”, indica Haughton.




REALIDAD ALTERADA.

Una de las preocupaciones entre los conocedores de la materia es el grado en que los individuos alteran su propia realidad.

“Las redes sociales permiten mostrar lo que tú quieras, que no necesariamente es la realidad”, explica Amparo Plaza Roca, experta en comunicación digital.

María Teresa Moiyán, antropóloga y consultora de comunicación, compara a las personas con ego digital con avatares o productos de ficción. “En el mundo digital se construyen muchas realidades, muchas veces alejadas de lo que seguramente te transmite la persona cuando la ves frente a ti”.

Pero el ego digital no es infalible, también tiene su talón de Aquiles y, generalmente, pasa la factura al verse reflejado en la cantidad de personas que abandonan o declinan la cuenta del exlíder por decepción o enfado.

En otras palabras, adoptar el comportamiento es asegurarse el fracaso como ´gurú´ en la red social que se emplea.

Lo se planteaba como el objetivo de satisfacción -la acumulación de seguidores- registra un efecto contrario.

Esto puede tener una afectación emocional si se tiene en cuenta que recientemente la revista Phychology Today reportó que, según el psicólogo Guy Winch, el rechazo en Facebook es igual de doloroso que el equivalente al de la vida real.

Esto basado en que un rechazo ´virtual´ activa las mismas áreas del cerebro de cuando experimentamos un dolor físico.

Para el psicólogo clínico Ezequiel Meilij, las personas caen en el error de pensar que una conexión a través de las redes sociales significa tener una conexión verdadera con la persona detrás de la cuenta. Esto crea la “ilusión de tener cientos, miles de amigos en redes sociales y se sienten menos solos”, dice.

CANTIDAD FRENTE A CALIDAD.

Plaza Roca es del pensamiento en que a pesar de que Panamá tiene una madurez de cinco años ante las redes sociales, esta aparición del ego digital se da porque estamos en un proceso de transición en la comunicación virtual y aún se desconoce su correcto manejo.

Un error que detecta en esta corriente es querer obtener cada vez mayor cantidad de seguidores. Y se pregunta: ¿es mejor cantidad o calidad? “En Twitter -pone de ejemplo- no es lo mismo contar con mil seguidores de suscriptores escasos, que tener 400 seguidores poseedores de mil adherentes en sus respectivas cuentas”.

Para ella, la idea de incrementar número no necesariamente se traduce en tener mayor penetración en la red. “Creen que lideran por tener el número más alto, pero se engañan”, dice Plaza Roca. Además, “están engañando a los demás con el objetivo de ir alimentando ese ego”, anota la antropóloga.

DESVENTAJAS.

Exponer mensajes y ser percibidos por los usuarios de la red social con actitudes de prepotencia, no siempre supone la fidelidad de las audiencias, lo que redunda en la pérdida de seguidores.

Haughton advierte que tener esta actitud ególatra no conviene en personas que manejan las redes sociales de empresas de comunicación o representan a compañías.

Mostrar esta actitud puede poner en riesgo la credibilidad de la entidad debido a que un comentario mal elaborado puede caer en malinterpretación y llevar al descrédito masivo.

Como una norma general, la especialista resume que “hay que cuidar lo que se expresa, lo que se lee y lo que se responde a quien está del otro lado de la pantalla”.

¡NO SE CONTAGIE!

El ego digital suele ser visto como una corriente “contagiosa”. Haughton describe la actitud correcta: sea transparente y escriba de forma directa, evite imitar a los demás para alcanzar fama o ganar más adeptos, sea la persona real tanto en el entorno cotidiano como en el digital, aprenda a entender los mensajes que le llegan a su medio y maneje ampliamente la información para responder de forma eficaz y oportuna.

Este artículo fue publicado originalmente en Vivir+ de La Prensa, el sábado 25 de enero, 2014. Enlace original: http://www.prensa.com/impreso/vivir/ego-digital-moda-red/265307

"Hay que amarlas, no entenderlas" (colaboración con Rella Rosenshain publicada en Vivir+, La Prensa, 25 de enero, 2014).

¡Hola! Les comparto el artículo: "Hay que amarlas, no entenderlas", por Rella Rosenshain y publicado hoy en Vivir+ de La Prensa, en el que tuve la oportunidad de colaborar. Espero les guste.




Las mujeres son tachadas de complicadas. Bien lo dijo el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, al plasmar en una de sus obras el siguiente pensamiento: “He aquí la gran incógnita que no he podido resolver, a pesar de mis 30 años de investigación sobre el alma femenina: ¿Qué es lo que quiere la mujer?”

Siguiendo esa línea, un estudio encontró que la felicidad de una pareja matrimonial depende en gran medida de la mujer y qué tan rápido olvida el enojo que podría producir una pelea entre ambos. La investigación halló que entre más rápido la mujer pase la página y deje atrás el motivo de la discusión, más feliz será el matrimonio en lo que se refiere a durabilidad y satisfacción, publicó Emotion, el periódico de la Asociación Psicológica de EU.

En cambio, la investigación realizada por científicos de la Universidad de California en Berkeley encontró que si el esposo cedía más rápido y dejaba a un lado su enojo, ello no influía en gran medida en el éxito de la relación. La muestra estuvo conformada por 156 parejas heterosexuales que fueron seguidas desde 1986, y cada cinco años eran monitoreadas para conocer qué tan felices eran.

LECTURA EMOCIONAL.

Para el psicólogo Rodolfo Justine, el dato que muestra el estudio es un poco “controversial” en cuanto a cómo debe ser entendido. “Que la mujer ceda más rápido es un proceso, o sea: algo que va ocurriendo a lo largo del tiempo en el contexto de ´qué´ provoca la discusión. Evolutivamente, la ´estabilidad de la mujer´ pasa por una lectura emocional de la realidad, lo cual hace que la mujer reaccione más ante una inestabilidad en la familia o en la relación”.

Que la mujer tienda a ser más conflictiva en la relación de pareja tiene que ver con un elemento evolutivo y otro neurológico; en el último, entran en juego las estructuras y vías nerviosas con que ella maneje la realidad, explica.

Los hombres y las mujeres responden de manera diferente ante conflictos, menciona el psicólogo Ezequiel Meilij. “Aunque podrían querer resolverlos, los hombres, al sentirse ansiosos e incómodos confrontándolos, prefieren evitarlos. Debido a esto, las mujeres toman un papel más activo, ya que se espera que sean quienes inicien y guíen la discusión mientras el hombre es un participante más pasivo”.

Las discusiones forman parte de la pareja y de la vida, comenta Justine. “La pareja está formada por personas que no son iguales y, en algún momento, tendrán un desacuerdo que necesite solventarse. Lo importante de una discusión es el propósito común, más allá de quién tiene la razón”, dice.

En palabras de Meilij, uno de los desafíos más grandes de la pareja es aprender a discutir (de forma positiva, asertiva y constructiva) y a negociar los desacuerdos, ya que estos, junto con los conflictos, surgirán a lo largo de la relación. “Mientras más temprano en la relación se aprenda, mejor, porque en esta etapa lo que menos se quiere es pelear y por ello se omiten muchos temas, se tapan muchos problemas y se asientan malas costumbres, hábitos malsanos y dinámicas de resolución de conflictos tóxicas. Si no pueden discutir constructivamente, se amarán destructivamente”.

Toda discusión debe tener un propósito, señala Justine, por lo cual es necesario saber cuál es su objetivo. Para que la situación se maneje adecuadamente, recomienda escuchar a cada parte, “no asumir lo que la otra persona quiere decir; si no entiende, pregunte. Si no logran ponerse de acuerdo o alguno de los dos insiste en llevar la conversación hacia una pelea, visiten un terapeuta idóneo de parejas”.

Meilij añade que para cultivar la relación, el deseo, la complicidad, la seducción, la profundidad (aportada a la relación mediante el amor y la ternura), y la intensidad (aportada en la sexualidad) son claves.

Este artículo fue publicado originalmente en Vivir+ de La Prensa, el sábado 25 de enero, 2014. Enlace original: http://www.prensa.com/impreso/vivir/hay-que-amarlas-no-entenderlas/265319

viernes, 24 de enero de 2014

El alto costo del suicidio - Parte II.

El suicidio nos causa temor, aprehensión, ansiedad y tristeza. Como seres humanos, deseamos no tener que lidiar con el tema, ya sea en nuestra familia, nuestro entorno, nuestro círculo de amistades o nuestra propia vida. Como terapeutas, por más preparados que estemos para afrontar el tema si surge en terapia, siempre esperamos (casi cruzamos los dedos) para no tener que hacerlo.

Cuesta encontrarle sentido a la decisión de una persona de arrebatarse la vida y en esta segunda parte nos toca hablar acerca del pensamiento suicida, las tasas de suicidio en Latinoamérica y Panamá y cómo factores como nuestra personalidad y crianza pueden hacer la diferencia entre elegir la vida o la muerte.




¿El pensamiento suicida se puede evitar? 

Creo que el pensamiento suicida es el resultado de otros pensamientos distorsionados y creencias irracionales (“No merezco vivir”, “No sirvo para nada”, “No importo a nadie”, “No hay otra solución”, “Esto no va a cambiar”, “No hay otra salida”, “Este es el fin”) que necesitan ser verificadas. Nos sentimos como pensamos, y cuando cambiamos nuestros pensamientos rígidos e inflexibles por otros más adaptativos y sanos nuestras emociones también lo serán, haciendo más fácil mantener a raya esos “pensamientos suicidas” intrusivos y detectar la irracionalidad de los mismos.

¿Qué tan frecuenten se dan los suicidios en Panamá o en América Latina? ¿Qué país podría tener una alta tasa de suicidios?

Consulté los últimos datos disponibles para Panamá según la Organización Panamericana de la Salud (2009) y tenemos una tasa estimada de mortalidad por suicidio y lesiones auto infligidas de 5.5 (5.9 corregidas al 2011) por cada 100,000 habitantes. Cabe destacar que la tasa estimada es de 9.2 por cada 100,000 habitantes para los hombres y de 1.8 por cada 100,000 habitantes para las mujeres. Es decir, se suicida 1 mujer por cada 5 hombres que se suicidan.

Los países latinoamericanos con tasas mayores son (según las últimas cifras disponibles según la Organización Panamericana de la Salud): Uruguay (15.9), Cuba (12.2) y Chile (11.6). Los países latinoamericanos con tasas menores son (según las últimas cifras disponibles según la Organización Panamericana de la Salud): Perú (2.6), Republica Dominicana (3.1) y Venezuela (3.4).

Respecto a qué países podrían tener una alta tasa de suicidios, serían aquellos en los cuales las condiciones sociales, económicas, culturales, religiosas y educativas (entre tantas otras) particulares influyeran para que se incrementen los factores de riesgo que ya hemos citado. Destaco la educación y la más equitativa distribución de la riqueza como factores protectores importantes, ya que estos también impactan en un mejor acceso de la población al uso de los servicios de salud mental.

¿Podría la crianza y la personalidad ser factores decisivos a la hora de tomar decisiones tan extremas como quitarse la vida?

Definitivamente. Nuestras familias de origen influyen sobre nuestra vida, nuestra forma de pensar y actuar, la manera en la cual manejamos las emociones y también sobre la formación de nuestra personalidad. Nuestro trabajo como seres en desarrollo es trabajar en nuestro crecimiento individual para deshacernos (o desaprender) los patrones de conducta, pensamiento y emoción inadaptados y tóxicos y reemplazarlos por otros más adaptativos y saludables. Esto se hace especialmente crítico en los casos de personas que provienen de familias con una historia de trastornos mentales, problemas emocionales y suicidios. La psicoterapia siempre nos da la oportunidad de cambiar nuestras historias familiares, de vida y propias para bien.

Ya saben, si están pasando por un momento difícil de sus vidas y han considerado causarse daño o quitarse la vida, o conocen a alguien que sospechen que está en riesgo suicida, por favor no duden en buscar ayuda profesional. La atención terapéutica necesaria puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. Namaste.

Basado en el material sin editar remitido a Rella Rosenshain como colaboración para los artículos “El abismo del suicidio” y “Al borde de arrebatarse la vida” publicados el 10 de septiembre del 2013 en Vivir+ de La Prensa en conmemoración al Dia Mundial de la Prevencion del Suicidio.

lunes, 20 de enero de 2014

Café con TCC - V: La Terapia Cognitivo Conductual (T.C.C.) de Aaron T. Beck - I.

La Terapia Cognitiva está basada en el modelo cognitivo que postula que las emociones y conductas de las personas están influidas por su percepción de los eventos. Las reacciones pueden ser Emotivas, Conductuales o Fisiológicas. Los pensamientos automáticos son los pensamientos evaluativos, rápidos y breves que no suelen ser el resultado de una deliberación o razonamiento... Leer más.

sábado, 18 de enero de 2014

Neuroanatomía de las emociones V: El giro cingulado.

El giro cingulado también conocido en neuroanatomía como giro del cíngulo, circunvolución del cíngulo, giro cingular, gyrus cinguli o cingulum es una circunvolución o gyrus en el área media del cerebro que cumple funciones determinantes en la actividad cerebral del sistema límbico. Esta parte del cerebro envuelve parcialmente al cuerpo calloso (corpus callosum) que es por su parte el... Leer más.

jueves, 16 de enero de 2014

El alto costo del suicidio - Parte I.

El suicidio es uno de tantos temas acerca de los cuales nos cuesta hablar, romper el silencio, desestigmatizar la problemática, enfrentar las causas y conflictos que llevan a él y quitar el peso de la culpa y la vergüenza a quienes han intentado arrebatarse la vida o pueden estar considerando hacerse daño a si mismos. Entender el por qué es también necesario para brindar significado, respuestas y cierre a quienes han perdido a un ser querido por suicidio.




¿Cómo se define el suicidio? ¿Qué factores podrían causarlo?

El suicidio es un acto de violencia dirigida contra uno mismo. El comportamiento suicida va desde el mero pensamiento de quitarse la vida al planeamiento, la búsqueda de medios para llevarlo a cabo, el intento de matarse y la consumación del acto.

Entre los factores de riesgo tenemos: Trastornos del estado de ánimo (depresión y trastorno bipolar), abuso de sustancias, intentos previos de suicidio, haber sufrido una pérdida (marital, relación, familiar, amistad, trabajo, salud, etc.), desesperanza, impulsividad, agresividad, historia de suicidio en la familia o entorno, aislamiento, eventos de vida estresantes o traumáticos, abuso actual o previo, crisis o conflicto de identidad sexual, disponibilidad de métodos letales (tener un arma, medicamentos, etc.).

¿Una persona tendría que estar atravesando algún trastorno psicológico específico para tomar la decisión de suicidarse, o basta con atravesar una situación traumática repentina para decidirlo?

La presencia de trastornos mentales (sobre todo aquellos que afectan el estado de ánimo) son un factor de riesgo, pero no un requisito para que la persona esté en riesgo suicida. El atravesar una situación traumática repentina, sin historia previa de trastorno mental, más sin las herramientas necesarias para afrontar la situación puede llevar a una persona a la decisión de quitarse la vida.

Las personas que sufren trastornos del estado de ánimo son muchos más susceptibles al suicidio que otras personas en la población general o que aquellos en cualquier otro grupo de diagnostico del DSM (Manual diagnostico y estadístico de los trastornos mentales).

¿Los problemas de salud mental merecen el mismo diagnóstico temprano y tratamiento adecuado, tal como sucedería con un tumor maligno, por ejemplo?

Por supuesto que sí, los trastornos mentales son una de las causas principales de discapacidad a nivel mundial. Es más, muchas veces cuando una persona es incapaz de enfrentar sus problemas emocionales, estos se somatizan, es decir, se manifiestan a través de síntomas físicos y enfermedades. Por lo tanto, los problemas de salud mental impactan negativamente sobre la salud física. El diagnóstico temprano y tratamiento adecuado, así como la prevención de los problemas de salud mental solo puede impactar de manera positiva en la vida del individuo y la de la comunidad. La prevención de un trastorno la edad temprana disminuye significativamente la posibilidad de que esa persona sufre de un trastorno en la edad adulta.

Si están pasando por un momento difícil de sus vidas y han considerado causarse daño o quitarse la vida, o conocen a alguien que sospechen que está en riesgo suicida, por favor no duden en buscar ayuda profesional. La atención terapéutica necesaria puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.

Los espero para la segunda parte. Namaste.

Basado en el material sin editar remitido a Rella Rosenshain como colaboración para los artículos “El abismo del suicidio” y “Al borde de arrebatarse la vida” publicados el 10 de septiembre del 2013 en Vivir+ de La Prensa en conmemoración al Dia Mundial de la Prevencion del Suicidio.

miércoles, 15 de enero de 2014

Café con TCC - IV: Práctica de la Terapia Racional Emotiva Conductual (T.R.E.C.)


Los estilos.

Para la discusión o refutación de las creencias el terapeuta puede utilizar diversos estilos:

Estilo Socrático: Lleva a las conclusiones a través de preguntas orientadas.

Estilo Didáctico: Brinda información, explicación, etc.

Estilo Humorístico: Muestra la evidencia a través de lo cómico de una creencia irracional.

Estilo Auto-revelador: Ilustra argumentos con ejemplos de su propia experiencia, de su vida personal.

Estilo Metafórico: Ilustra conceptos con metáforas (“Es como si…”) referidas a temas que resultan familiares al cliente.

Los pasos del abordaje de las demandas.

Para abordar y refutar las demandas es necesario cumplir los siguientes pasos:

1. Establecer el vinculo, definir el/los problema/s y acordar el/los objetivo/s.

2. Elegir por cuál problema empezar.

3. Determinar y evaluar “A” y “C”.

4. Explicar la relación A-B-C si el paciente lo necesita.

5. Evaluar si hay “C” secundarias.

6. Determinar “B”.

7. Mostrar la relación entre “B” y “C” hallados.

8. Refutar las “B” irracionales.

9. Refutar auto-condena y condenas globales (si hubieran).

10. Determinar la “E” (la “B” racional y eficaz).

11. Enfatizar la importancia y necesidad de las tareas de auto-ayuda.

12. Analizar y prevenir contingencias y resistencias en las tareas.

13. Acordar las tareas de auto-ayuda a realizar.

14. Solicitar feed-back y conclusiones.

El “ABC” ampliado.

Teniendo en cuenta el proceso terapéutico, Ellis propone la ampliación del modelo “ABC” que puede presentarse como “ABCDEF”. Las nuevas letras representan:

“D” (“disputing”): La discusión de las creencias o refutación de las creencias irracionales.

“E” (“effective belief”): La incorporación de una nueva creencia de carácter eficaz, funcional y saludable (racional).

“F” (“feeling”): El nuevo sentimiento o emoción, luego de haber modificado las creencias.

Imaginación Racional Emotiva (IRE).

Consiste en hacer que el cliente imagine la situación que le perturba, hasta desarrollar la misma emoción. Se le pide seguir vivenciando la situación, modificando su sentimiento hasta llegar a uno más moderado, apropiado o funcional. La experiencia permite al cliente descubrir:

- Que para modificar sus sentimientos (C) tuvo que modificar lo que pensaba (B) sobre el acontecimiento (A).

- Qué pensamientos tenía antes y qué pensamientos tuvo después (que le permitieron una reacción y emoción apropiadas).

- Su comprobada capacidad de realizar ese cambio de pensamientos para lograr no trastornarse.

Role-playing y psicodrama.

La actuación dramática es un estado intermedio entre la fantasía y la realidad: La modalidad es ficticia pero la experiencia emotiva es muy real. La modalidad ficticia nos permite hacer cosas que aún se encuentran fuera de nuestro alcance en la vida real (expresar emociones temidas, cambiar patrones de conducta, revivir experiencias pasadas). La experiencia emotiva real nos permite conectarnos con los pensamientos que generan dichas emociones y también ensayar nuestras conductas posibles en condiciones emotivas equivalentes a las reales en las situaciones representadas.

Las tareas de auto-ayuda.

La prescripción de tareas para el hogar es un elemento habitual de la TREC. El objetivo específico de la asignación de tareas puede ser, entre otros:

- Cambiar una conducta disfuncional o establecer una adecuada.

- Reducir los pensamientos irracionales y reemplazarlos por otros más útiles.

- Determinar qué tan bien ha entendido el cliente los principios básicos de la TREC.

- Generar un hábito de afrontamiento de las situaciones que le permita una respuesta emotiva y conductual funcional.

Entre las diversas tareas de auto-ayuda se incluyan aquellas orientadas a leer, escuchar, escribir, imaginar, pensar, relajarse o distraerse y hacer. Estas tareas son el corazón del proceso terapéutico y representan la profundización de lo descubierto en la evaluación y discusión de las creencias irracionales para lograr un cambio real y perdurable.

Tres “insights” necesarios para el paciente.

Para el éxito terapéutico se requieren tres “insights” del paciente. Son los siguientes:

- Las personas no se perturban por los acontecimientos sino por lo que piensan sobre los acontecimientos.

- Podemos modificar nuestras formas habituales de reaccionar ante determinadas situaciones.

- Para lograr el cambio necesito aportar mi esfuerzo y tener perseverancia.

Próxima parte: Terapia Cognitiva Conductual (T.C.C.) - Pt. I

domingo, 5 de enero de 2014

Viudos, divorciados… ¿o quizás tan solo solteros?

Curiosos gradientes de subjetividad aplicamos a nuestras pérdidas los seres humanos y si, de vez en cuando la semántica me mueve y conmueve lo suficiente como para escribir al respecto.

Somos una sociedad aterrada por la pérdida y por la soledad. En mi corto tiempo de retornar a consultas desde que elaborase mi tesis de maestría, me he sorprendido de las veces que me he encontrado con este fenómeno del “más vale malo conocido que soledad por conocer”. 

Perder nos cuesta. Soltar nos pesa. Estar solos nos mata, a veces lentamente, a veces de forma fulminante. Y así, es fascinantemente extraña y bizarra la manera en que el valor que damos a la pérdida de la pareja se refleja en nuestra semántica.

Para las pérdidas que no involucran el perder a la persona amada, a veces es simple cuestión de poseer (irónicamente, al dejar de poseer o haber perdido) el prefijo adecuado, en este caso un “des”. Si tienes empleo, eres empleado, si lo pierdes, eres “desempleado”. También puede ser un “dis”, si eres “discapacitado”, aunque esto ya de por sí es muy subjetivo, todo hemos conocido a personas “discapacitadas” que parecen ser mucho más capaces que muchos no-discapacitados.

Hay descarriados, desahuciados, desquiciados, desviados, desterrados, destruidos, desintegrados y en todos ellos ese “des” implica o sugiere la falta, la ausencia o la pérdida de algo, el estar incompletos.

Pero en el caso de la relación de pareja, sucede un fenómeno muy particular. Partimos de un estado base, el estar solteros, pero no siempre parecemos regresar a él tras sufrir una pérdida, sea esta la pérdida de una relación, de la persona, del vínculo, del alma gemela, de la media naranja, de la esposa o el esposo, de la novia o el novio, de la persona amada u odiada, como sea que necesiten etiquetarla para procesar esto.

Si te divorcias de tu pareja, eres (o estás) divorciado. Si tu pareja muere (y estaban casados), eres (o estás) viudo. Lo fascinante aquí es la necesidad de encontrar una palabra única y particular a estos dos estados, porque fácilmente podríamos decir que simplemente hemos regresado al estado base: estar solteros.




Ahora bien, ¿somos o estamos? Aquí la semántica se vuelve interesante, porque dependiendo del caso puedes 'estar' divorciado o viudo o 'ser' divorciado o viudo. Si lo pensamos subjetivamente, cada uno tiene su connotación particular, y dejarás que'divorciado' o 'viudo' te defina más o menos dependiendo de cuál palabra le anteceda, no es lo mismo estar divorciado que serlo (o como yo digo, no ERES divorciado, no ERESviudo, simplemente ESTAS soltero). Claro, a menos que elijas no quedar, estar ni ser ninguno de los anteriores y simplemente quedar, ser o estar soltero. Eso sí, créeme que la sociedad no te va a dejar salirte con la tuya tan fácilmente, a nadie le gusta un rebelde que osa no llevar el debido rótulo o etiqueta de su luto por la pérdida de su relación, de su pareja o del status quo impuesto por la sociedad.

Es fascinante que la muerte de la pareja (que conlleva a la viudez) y de la relación marital (que conlleva al divorcio) nos golpee tan profundamente que hayamos sentido la necesidad de encontrar sustantivos para dejar que éstos nos definan (si es que dejamos que así lo hagan), más para otros casos de pérdidas que podrían ser tanto o más significativas, tales vocablos no existen (salvo por el breve prefijo “ex” que podemos aplicar a tantas situaciones para las que no hemos sentido la imperiosa necesidad de buscarles sustantivo propio).

Si pierdes a tus padres, definitivamente serás un huérfano, ¿pero si pierdes a tus hijos, qué eres? ¿Si se murió tu mejor amigo, tu mascota, tu planta que tanto amabas y regabas todos los días, la rosa del Principito?

Como seres humanos, está en nuestra naturaleza poner rótulos, nombres y etiquetas a las cosas, a las personas, a las emociones, a lo concreto y a lo abstracto, pero es interesante lo que ocurre cuando nos detenemos un segundo y nos preguntamos por qué, ¿no les parece?

jueves, 2 de enero de 2014

La parábola del anaquel de supermercado.

Yo jamás conocí a alguien en el supermercado, aunque creo que todos hemos visto una de esas escenas de película en la que una conversación casual entre dos extraños en el pasillo del súper acerca de qué jabón lava mejor las medias sucias o que vino le va mejor a un plato de pollo es el inicio de un romance, de esos de película que pocas veces se reflejan en la realidad, o al menos no como lo esperamos, ya que vivimos anhelando ese amor idealizado en un mundo de amores reales.

De todas formas, el supermercado siempre me pareció un buen sitio para conocer a alguien. Después de todo, aquí es fácil encontrarnos con la guardia y las defensas bajas, la máscara en la silla para niños del carrito del súper, ya que nos hace incomodo el ver entre los anaqueles y leer las etiquetas de los productos si la tenemos puesta.

Y de repente así nos agarran, mal vestidos porque cruzamos la calle sin ganas a buscar algo que nos faltaba en la casa, o sudados porque recién venimos de trotar por el Parque Omar, despeinados porque no teníamos planeado bajar del carro en primer lugar, en chancletas, malhumorados, tratando de entender la letra (propia o ajena) de la lista de mandados, tratando de recordar qué diablos vinimos a buscar en primer lugar, etcétera, etcétera, etcetera…

Quizás por eso vamos tanto al súper, o mejor dicho, el súper es ese lugar en el que casi todos coincidimos (¿quién no va al súper?), tal vez guiados por un impulso inconsciente que se plantó en nuestro cerebro desde la primera infancia que nos indica que será más fácil hallar a la persona indicada mientras estamos buscando otra cosa, un buen jabón para lavar las medias o el vino adecuado para acompañar ese plato de pollo. 




Encontrar pareja, hallar a esa persona indicada o descubrir a esa ave rara… dar con esa gema preciosa a la que llaman “alma gemela” se parece mucho a recorrer el súper en busca de algo… de eso… ya saben… “eso”… y es que, puta madre, es tan difícil definirlo, que creemos que no tiene definición hasta el momento en que lo encontramos… si es que tenemos la suerte, la fortuna y el privilegio y no llegó alguien antes y nos arrebato ese “algo” del anaquel, dejándonos ahí, quizás por horas, observando ese espacio vacío en el anaquel, preguntándonos qué paso…

Es más complicado aún, este tema del amor parabolizado en un anaquel de supermercado, porque lo que buscamos no es solo un producto, no viene en una lata, ni en una botella, ni en un frasco, mucho menos en un tetra pack. Ni siquiera es un producto, es una hermosa, endiablada y loca combinación de cosas en un envase único e irrepetible… más que un producto en nuestra lista del súper, es la lista completa, menos aquellas cosas que no encontramos que ni importan al compararlas con todas esas cosas que ni sabíamos que existían ni estaban en nuestra lista y acabamos de descubrir…

Pero es más complicado aún, este tema del amor parabolizado en un anaquel de supermercado, ahora convertido en una lista del súper, porque lo que estamos buscando tampoco es una lista de cosas, sino más bien otra persona, que también está en el súper, con su carrito y su propia lista, buscando igual que nosotros, y nuestro anhelo de ser vistos y reconocidos por esa otra persona dependerá, precisamente, de esa otra persona. He aquí que lo simple se vuelve complicado. 

Bueno, no complicado, sigue siendo simple, tan simple. Es un simple “click”. Pero saben qué, yo creo que si todos en el supermercado nos detenemos un segundo y dejamos de hacer ruido, será posible que nos quedemos en silencio por horas y no oigamos un solo “click”. Y es que los “clicks” son aves raras, gemas preciosas como lo son las almas gemelas.

Somos personas. Hermosas personas empujando carritos en el supermercado y tachando ítems de una lista que parece cambiar a cada instante. Aterrados de no encontrar lo que buscamos, de perder lo que tuvimos, de no reencontrar lo que desubicamos, de tener que devolver lo que tanto quisimos… a veces, igual que los chicos en el súper, quisiéramos tirarnos en el piso y simplemente gritar, llorar y patalear… hasta que se nos pase.

Somos espejos. Hermosos espejos armados de una lista y empujando carritos en el supermercado, y nos vemos reflejados en cada espejo que nos pasa por al lado. De vez en cuando, nuestros carritos chocan de frente y ¡ZAS! “Nos” vemos. “Nos” reconocemos. Accidentes. Hermosos accidentes. Porque en esta parábola del anaquel del supermercado, somos todos esto y mucho, mucho más.

Les dejo, esperando que encuentren su “click” en este supermercado que llamamos vida. - Izzy.