miércoles, 24 de diciembre de 2014

“Escape de la depresión” (colaboración con Irlanda Sotillo, publicada en Vivir+, La Prensa, 24 de diciembre, 2014).


Navidad no siempre puede ser sinónimo de felicidad, mientras la mayoría de la gente espera la medianoche que anuncia el alumbramiento del Niño Dios y da inicio a la apertura de regalos. Un grupo no tan minúsculo desearía que la fecha desapareciera del calendario.

El fenómeno ha sido asociado a la depresión navideña, y sus causas tienen diversos motivos como la pérdida de un ser querido, el vivir lejos de la familia o atravesar por una difícil situación económica.

Lo primero que hay que diferenciar, según comenta el psicólogo Ezequiel Meilij, es el sentimiento de tristeza del padecimiento de depresión.

El segundo es la prolongación del período de desánimo. “Es una tristeza con mayor gravedad e intensidad que puede llevar al deterioro físico y clínico”.

Para la psicóloga Anilena Mejía, un síntoma de alarma es cuando la persona ha sobrepasado 30 días con la misma actitud. “Algunos se sienten desmotivados, lloran, están irritables. Experimentan mucha ira y pueden llegar a la determinación de acabar con su propia vida”.

Pérdida familiar.

Ante la pérdida de un ser querido es necesario tomarse un tiempo de duelo, y si este coincide con la Navidad, no se debe forzar al afectado a estar de fiesta. “No luche contra las emociones, déjelas fluir”, dice Mejía, al tiempo que Meilij advierte de que “tratar de bloquear el dolor, retener el llanto y pretender estar feliz cuando no lo está impide hacer un proceso adecuado de duelo”.

Sin embargo, asegura que no se debe sentir culpable; al contrario, puede haber espacios para la alegría como el recordar los momentos agradables y emotivos con aquella persona que ya no le acompaña.

Eso sí, evite el aislamiento y comparta con alguna persona que pueda comprender su situación.

Lejos de casa.

La tecnología se hace amiga para acabar con esos sentimientos de soledad, busque apoyo en redes sociales o llamadas virtuales para estar en sintonía con sus familiares, dice Meilij.

Otra forma es practicar las costumbres, ritos navideños de su país y formar grupos entre coterráneos que puedan compartir y convertirse en un apoyo para no sentirse solo.

A falta de dinero.

Mejía plantea que la falta de dinero para comprar regalos exorbitantes son, en realidad, una oportunidad para demostrar cariño y ponerse “creativo”. Una forma de demostrar su amor es haciendo cosas sencillas como hornear un dulce, cocinar una cena modesta, pasar tiempo con esa persona especial, decir “te quiero” y dar un abrazo amplio y sincero, de seguro para ello no es necesario rebozar de dinero.

Enlace original: http://impresa.prensa.com/vivir/Escape-depresion_0_4102839772.html

lunes, 15 de diciembre de 2014

¿Cómo evitar el “filtro negativo” en tu relación de pareja?


La relación de pareja es un proyecto en constante evolución y movimiento, ¡por momentos parece todo un acto de equilibrio y malabarismo! Hay días en que nos maravillamos de la sincronía que compartimos con nuestra pareja. Somos el equipo perfecto. “¡Nos leemos la mente!” Y, bueno, a veces es todo lo contrario. ¡No damos pie con bola! Nos tropezamos, tambaleamos y caemos de bruces (o de nalgas). Pareciera que estamos en equipos contrarios. “¡Pareciera que hablamos idiomas diferentes!”

Según John y Elaine Leadem cuando nuestra relación de pareja pasa por un período de salud romántica pobre, valoramos menos a nuestra pareja, y por causa y efecto esta nos valora menos. Esto se debe a que durante estos periodos difíciles, nuestra tendencia es a ver solo lo negativo de nuestra pareja (en terapia cognitivo conductual llamamos a esta distorsión cognitiva “filtro negativo”).

Cómo solo estamos viendo lo malo (o lo que percibimos subjetivamente como malo) en nuestra pareja, cada vez toleramos menos su comportamiento (¡las mismas cosas que antes nos fascinaban ahora nos irritan!) y nuestra atención se desvía, llamado nuestra atención a todos esos aspectos en los que nuestra “media naranja” nos está dañando la calidad de vida.

Lo malo de todo esto es que este comportamiento es contagioso, no falta mucho para que ambos integrantes de la pareja nos encontremos bailando al mismo son, ¡el son de todo un tango de la muerte!

Como somos seres humanos, también tenemos la tendencia de negar lo que percibimos como malo o negativo en nosotros, y para defendernos, lo proyectamos en los demás; en este caso, en nuestra pareja. Así, toda la culpa la tiene el, o ella, y no nos percatamos (ni hacemos responsables) de nuestra parte en el asunto. Si, esto también es contagioso.

Cuando estamos enroscados en este tipo de pensamiento y conducta, donde solo vemos lo malo y lo negativo en la otra persona (no solo desconociendo lo bueno en ella, sino también desconociendo lo malo en nosotros mismos), se dificulta invertir comprensión y apoyo en la relación.

¡Ninguno de los dos quiere dar el brazo a torcer!

Si nuestra relación podía verse como una suerte de inversión romántica, ya no queremos seguir invirtiendo; es más, ¡hasta pensamos en retirar los fondos y cerrar la cuenta!

Nos empezamos a preguntar qué nos pasó, porque esto de estar en una relación dejó de ser divertido y lindo y se está sintiendo cada vez más como una carga, una tortura, un tormento, una obligación… ¡un trabajo (y uno que no nos gusta)!

Quizás es por eso que cuando trabajamos problemas de relación, ya sea en consultas individuales o de pareja, sin importar que tan mal estén las cosas, instamos a nuestros pacientes a hacer un esfuerzo (aunque en el momento cueste mucho) por buscar y evocar los aspectos positivos, tanto de la relación como de la pareja. Porque si no tenemos los positivos para tratar de balancear esa lista de negativos, ¡no se salva nadie!

Es más, no esperen a que surja el conflicto (y si, en toda relación de pareja saludable debe de haberlo), dense a la tarea de crear una lista con todas esas cosas buenas, bonitas, positivas, fascinantes, emotivas y demás que su pareja despierte en ustedes, así la tienen a mano si en algún momento llegan a necesitar un recorderis. ¡Que estén bien! - Izzy

Fragmentos extraídos de “How You Can Nourish a Healthy Romance” por John y Elaine Leadem.

jueves, 4 de diciembre de 2014

¿Razones para acudir a terapia?


La decisión de consultar a un terapeuta o de iniciar un proceso terapéutico es todo un desafío. Yo siempre les recalco a mis pacientes que el simple hecho de haber llegado a esa primera consulta es señal de fortaleza, la puesta en práctica de recursos positivos que lo empujan en busca de sentirse mejor, nada fácil cuando usualmente, cuando uno llega a terapia, ¡se esta sintiendo muy mal!

Cuándo acudir o no a un terapeuta es una pregunta común y recurrente, y podríamos hablar largo y tendido sobre el tema y verlo desde una variedad de perspectivas y abordajes distintos. La verdad, yo creo que no hay que pensarlo tanto, el instinto, la intuición o la tripa (como mas les guste llamarle) usualmente nos tironea en esta dirección cuando sabe que lo necesitamos, y mucho mejor seria, en vez de cuestionarnos si es la decisión adecuada o no, hacerle caso y ver qué tal.

Sin embargo, para quienes les interese, el terapeuta Richard Zwolinski ofrece una serie de listas muy prácticas y convenientes que nos pueden ayudar a tomar una decisión tan importante y decisiva en nuestra vida:

Lista de síntomas.

Según Richard Zwolinski, las siguientes instancias frecuentes o continuas son una buena señal de que quizás nos vendría bien consultar con un terapeuta. Un buen terapeuta (es decir, uno responsable y ético) siempre recomendará descartar condiciones medicas antes de abordar los aspectos psicológicos. Muchas veces, una consulta con un medico o psiquiatra ayuda a aclarar muchas interrogantes, tanto del paciente como del terapeuta, y muchas veces, el abordaje más efectivo es interdisciplinario.

- Tristeza o depresión.
- Temor abrumador o constante.
- Ansiedad o tensión extrema.
- Nerviosismo.
- Histeria.
- Problemas con la memoria.
- Culpa abrumadora.
- Pensamiento disperso o confuso.
- Suspicacia u hostilidad abrumadora.
- Pensamientos extraños o bizarros.
- Problemas de control de impulsos o ira (ya sea verbal, física o psicológica).
- Problemas de identidad (dudas acerca de la sexualidad, significado de la vida del paciente, confusión respecto a metas a largo plazo, decisiones laborales, lealtades a grupos, amistades, etc.).
- Problemas de espiritualidad (cuestiones y problemas morales, religiosos y espirituales, afiliaciones a cultos, etc.).

Lista de estresores vitales.

Los síntomas de la lista anterior pueden ocasionar o influir en diversos estresores vitales, de igual manera en que diversos estresores vitales pueden ocasionar o influir en nuestros síntomas. Lamentablemente existe la tendencia externa a hacernos creer en lo interno que nuestros problemas no son tan graves, o que nuestra incapacidad de lidiar con ellos es una muestra de flaqueza o debilidad. No nos dejemos llevar por esto, cualquier problema que nos provoque perturbación, dolor, tristeza, ira o sufrimiento es suficientemente valido para que busquemos ayuda. Tampoco dejemos que la vergüenza nos detenga, un buen terapeuta esta para escuchar y ayudar, no para juzgar. Además, todo lo que digamos en consulta es confidencial, siempre y cuando nuestra vida o la de otros no estén en peligro.

- Muerte de un familiar o de alguien cercano.
- Divorcio o ruptura sentimental.
- Matrimonio o relación de pareja.
- Enfermedad terminal propia o de un familiar o alguien cercano.
- Incapacidad física, dolor crónico, enfermedad crónica.
- Abuso de drogas o alcohol (propio o de un familiar o alguien cercano).
- Enfermedad mental (propia o de un familiar o alguien cercano).
- Perdida o cambio de trabajo.
- Mudanza, relocalización, migración.
- Cambio de escuela (tanto para niños como adultos).
- Problemas relacionales (dificultad para relacionarse con pareja, familia, amigos, compañeros de trabajo, etc.).
- Problemas académicos (malas notas, inhabilidad para retener información, problemas con maestros y profesores, tiempos de entrega, etc.).
- Problemas ocupacionales (tardanzas, ausencias, problemas con jefes o colaboradores).
- Víctimas de abuso (físico, sexual, emocional y psicológico).
- Víctimas de crímenes.
- Acciones abusivas o criminales por parte propia o de un familiar o persona cercana.
- Soledad extrema /falta de lazos comunitarios o amistosos.

Claro que la lista se queda corta, pero es un buen inicio. ¿La mejor parte? Basta con cumplir con un solo ítem para animarnos a acudir a terapia, y aun si no cumplimos con ninguno y sentimos que lo necesitamos, estamos en todo nuestro derecho (y responsabilidad) de hacerlo. - Izzy

Fragmentos extraidos del articulo “Is Therapy The Right Choice For You?” por Richard Zwolinski.

lunes, 1 de diciembre de 2014

¿Qué es el maltrato psíquico infligido por la pareja?


En las investigaciones cualitativas se muestra de forma sistemática que las mujeres a menudo consideran el maltrato psíquico más devastador que la violencia física. Los actos específicos de maltrato psíquico infligido por la pareja son los siguientes:

- Ser insultada o hacerla sentirse mal sobre ella misma;

- Ser humillada delante de los demás;

- Ser intimidada o asustada a propósito (por ejemplo, por una pareja que grita y tira cosas);

- Ser amenazada con daños físicos (de forma directa o indirecta, mediante la amenaza de herir a alguien importante para la mujer).

Un estudio realizado sobre el tema por la OMS hace algunos años atrás reveló que en todos los países objeto del mismo, entre el 20% y el 75% de las mujeres había experimentado, como mínimo, uno de estos actos, en su mayoría en los últimos 12 meses previos a la entrevista (realizada para el estudio). Los que más se mencionaron fueron los insultos, la humillación y la intimidación. Las amenazas con daños físicos fueron menos frecuentes. Entre las mujeres que informaron haber sido objeto de este tipo de violencia, al menos dos tercios había sufrido la experiencia en más de una ocasión.

Comportamiento dominante. 

Los hombres que infligen maltratos psíquicos a sus parejas también registran un porcentaje más elevado de comportamiento dominante que los hombres que no lo hacen. Se define el comportamiento dominante de la pareja de una mujer incluyendo los actos siguientes:

- Impedirle ver a sus amigas;

- Limitar el contacto con su familia carnal;

- Insistir en saber dónde está en todo momento;

- Ignorarla o tratarla con indiferencia;

- Enojarse con ella si habla con otros hombres;

- Acusarla constantemente de serle infiel;

- Controlar su acceso a la atención para la salud.

Existen numerosas diferencias en cuanto al grado en el que dicho comportamiento se considera aceptable (normativo) en las diferentes culturas. La violencia física o sexual, o ambas, suele ir acompañada de un comportamiento más dominante de la pareja.

Actitud de la mujer ante la violencia.

Existen dos aspectos importantes de la actitud de la mujer ante la violencia de su pareja:

- Las circunstancias en que la mujer considera que es aceptable golpear o agredir a la mujer;

- Las creencias de las mujeres sobre si pueden negarse a tener relaciones sexuales con su marido y cuándo pueden hacerlo.

Las variaciones más marcadas se producen entre los entornos urbanos e industrializados y los entornos rurales y tradicionales. En todos los entornos, el motivo más común para justificar la violencia es la infidelidad de la mujer. Desobedecer al marido o a la pareja es el siguiente motivo más aceptado.

En casi todos los casos y para todos los motivos expuestos, la aceptación de los motivos para pegar a la mujer es más elevada entre mujeres que han sido víctimas de violencia que entre las que no lo han sido, lo que puede indicar que las mujeres aprenden a “aceptar” la violencia en situaciones en las que son víctimas de la misma, o que las mujeres que consideran la violencia como algo “normal” tienen más posibilidades de establecer o tolerar relaciones violentas. 

Extraído de: “Investigación pre-experimental acerca del efecto del Programa de Recuperación Breve (PRB) para Sobrevivientes de Trauma de la Dra. Edna B. Foa y el Dr. David S. Riggs en el tratamiento ambulatorio a mujeres víctimas de violencia atendidas en el Centro para el Desarrollo de la Mujer (CEDEM); Autor: Ezequiel Meilij.

lunes, 24 de noviembre de 2014

El arte (y la ciencia) del coqueteo.


Coquetear es todo un arte, o toda una ciencia… ¿o quizás un poco de ambos? Según el Dr. Gary Lewandowski, coqueteamos con un propósito en mente: estimular el interés sexual. Eso no significa que no podamos coquetear por otras razones. Una persona puede coquetear para pasar el rato, sentir cercanía con otro(a), para demostrarse que todavía puede hacerlo o simplemente por diversión.

Nuestras motivaciones para coquetear varían según el género. El coqueteo de los hombres está más motivado por el sexo, mientras que el de las mujeres, por diversión o búsqueda de cercanía con otra persona. 

Nuestra autoestima también afecta la manera en que abordamos el coqueteo:

- Cuando el riesgo de rechazo es alto, los hombres con autoestima alta usan técnicas más directas que aquellos con autoestima baja. Estos últimos se muestras más osados y usan abordajes más obvios que los hombres con autoestima alta cuando su blanco está claramente interesado y el riesgo de rechazo es bajo.

- Cuando el riesgo de rechazo es bajo para las mujeres, estas son más directas, indistintamente de su autoestima. 

Si bien la sutileza (y por ende la ambigüedad) a la hora de coquetear protege la autoestima de quien coquetea, ser directos es la mejor estrategia para evitar mensajes y señales equivocadas. Y es que uno de los beneficios del coqueteo directo, especialmente para quien lo recibe, es que son más claros y fáciles de interpretar (es decir, ¡se va a lo que se va!).

¿Qué tan buenos somos percibiendo el coqueteo? En un estudio diseñado para medir esto, 25% de los participantes coquetearon durante sus interacciones con una persona extraña. Sin embargo, los participantes lo percibieron solo el 28% de las veces, con los hombres percibiendo más eficazmente el coqueteo femenino (36%) que las mujeres detectando el masculino (18%). Los participantes eran mejores dando de cuenta cuando su pareja no estaba coqueteando, acertando el 84% de las veces.

Y si vemos a dos personas conversando, ¿somos capaces de darnos cuenta si hay un coqueteo entre ellos? Un estudio encontró que los observadores que simplemente miraban la interacción fueron aún menos precisos en identificar el coqueteo que aquellos que estaban realmente involucrados en el mismo. Los varones fueron más precisos en el reconocimiento de que las mujeres coqueteaban, pero los hombres en general tienden a sobrestimar el interés de las mujeres, dándoles más de una oportunidad de estar correctos cuando las mujeres en realidad si estaban coqueteando.

Ya saben, sin importar que sean expertos en el arte de la seducción, el cortejo y el coqueteo, o se hagan un ocho cada vez que tratan de invitar a salir a esa chica o chico que les roba la calma, quizás lo mejor sea simplemente ser uno mismo y dar ese primer paso, aunque sea uno chiquito. No se ustedes, pero a mí me gusta pensar que si la otra persona sabe que hay interés y está interesada, se va a encargar de dar el siguiente… y así, entre pequeños pasos, nacen grandes amores. Al menos en un mundo perfecto. - Izzy

Fragmentos extraídos del articulo “A Flirter’s Dilemma: Subtlety vs. Success”, por el Dr. Gary Lewandowski.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

¿Cómo se expresa el apego desorganizado en los niños?


Una infancia con déficits o conflictos con nuestros cuidadores primarios es un predictor importante de dónde nos va a encontrar parados el presente en el continuo de la salud y la disfunción. Por eso me parece tan importante conocer y entender nuestra historia de vida, particularmente nuestro patrón de apego, aprendido de nuestros cuidadores primarios y repetido a lo largo de nuestra vida en cada una de nuestras interacciones con los demás.

Lo veo en cada paciente que me comparte frases como: “Me estoy convirtiendo en mi padre…” o “No quiero hacerle a mis hijos lo mismo que hizo mi mamá conmigo…” Si no conocemos bien nuestra historia, estamos destinados a repetirla.

Según la Dra. Lisa Firestone, todos nacimos con el instinto innato de buscar el cuidado, la protección y seguridad de parte de nuestros padres o cuidadores primarios. Necesitamos de ellos, y tristemente, esto es válido tanto si nos tocaron padres buenos (o suficientemente buenos) o padres malos (o no tan buenos), negligentes, abusivos, ausentes, disfuncionales o simplemente unos con tantos traumas propios sin resolver que carecían de los recursos emocionales necesarios para cumplir con su tarea.

Cuando el comportamiento de nuestros cuidadores primarios es impredecible, atemorizante, negligente, peligroso, caótico, etc., se conjugan los elementos necesarios para que resulte un patrón de apego desorganizado. Es simple, tan solo traten de imaginar a un niño indefenso tratando de obtener seguridad, protección y cuidado de parte de cuidadores que no son aptos para ello.


¿Cómo expresan el apego desorganizado los niños?


Imaginemos una habitación con dos niños y sus cuidadores primarios. Uno de los niños, llamémosle Fabián, tiene una relación de apego seguro con sus padres. El otro, una niña de nombre Fabiola, ha desarrollado un patrón de apego desorganizado con sus cuidadores.

Ambos cuidadores abandonan la habitación y dejan solos a los niños. Ambos se muestran terriblemente molestos por la ausencia de sus cuidadores. Lloran, patalean, se revuelcan por el piso, patean los juguetes que hay a su alrededor, están inconsolables. 

Al rato, ambos cuidadores regresan. Fabián, aun molesto, corre a los brazos de su madre, en busca de confort y apapachos. Tras recibirlos, se calma y minutos más tarde, está jugando tranquilamente, como si nada hubiese pasado.

La reacción de Fabiola es diferente. Ella tiene sentimientos encontrados acerca de la reunión. Corre a los brazos de su padre, pero en cuestión de segundos forcejea brevemente con este y se aleja corriendo hasta llegar al rincón de la habitación, donde se hace una bolita.

Si, su primer impulso fue el de correr hacia su cuidador primario en busca de confort, pero no tardo mucho en recordar el temor que provoca estar cerca de él. ¡Qué sentimientos tan contradictorios! ¿Cómo lidia con ellos una peque indefensa como Fabiola? Como cualquier otro niño en su situación, formando un patrón de apego desorganizado con sus cuidadores primarios.

Lo que Fabiola ignora es que este primer patrón de relación con sus cuidadores primarios será la base para todas sus relaciones futuras, desde sus amiguitos y maestros en el colegio, hasta sus superiores en el trabajo, su pareja y, no sorprendentemente, sus propios hijos. 

Las perdidas, ausencias y traumas de la infancia, así como los patrones de apego aprendidos y adquiridos, se perpetuán a lo largo de nuestra vida como un ciclo vicioso hasta que decidimos hacer algo para cambiar la historia o guion de nuestra propia existencia. 

Si se sintieron identificados con Fabiola, y les gustaría aprender patrones más sanos para relacionarse con ustedes mismos y con los demás (porque el amor empieza por casa), los invito a hacer el ejercicio de iniciar un proceso de desarrollo individual y crecimiento personal, ¡de seguro aprenden mucho sobre sus fortalezas y recursos ocultos que les serán de mucha ayuda en su presente y en su futuro, y les ayudará a entender mejor (y a hacer las paces con) su pasado. ¡Estén bien! – Izzy


Fragmentos extraídos del artículo “Disorganized Attachment” por la Dra. Lisa Firestone.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Factores que protegen o exponen a la mujer a situaciones de violencia.


Hace algunos años, mientras elaboraba mi tesis de maestría sobre trauma y mujeres víctimas de violencia doméstica, descubrí que existen diversos factores personales, familiares y sociales que pueden proteger a la mujer de la violencia o ponerla en situación de mayor riesgo. Adoptando un enfoque “ecológico”, se pueden abarcar diversos factores en diferentes niveles y distintos contextos de la vida de una mujer, a saber:

Factores individuales: Comprenden el nivel educativo de la mujer, su autonomía financiera, el historial de victimización anterior, el nivel de potenciación de su capacidad (empoderamiento) y apoyo social, y si ha habido un historial de violencia en su familia cuando era niña.

Factores relacionados con la pareja: Abarcan el nivel de comunicación del hombre con su mujer, el consumo de alcohol y drogas, su situación laboral, si ha presenciado actos de violencia entre sus padres cuando era niño y si es agresivo físicamente con otros hombres.

Factores relacionados con el contexto social inmediato: Comprenden el grado de desigualdad económica entre hombres y mujeres, los niveles de movilidad y autonomía de la mujer, las actitudes hacia los papeles asignados a cada sexo y la violencia contra la mujer, la intervención de los familiares más cercanos, vecinos y amigos en los incidentes de violencia doméstica, el porcentaje de agresiones y delitos entre hombres, así como la evaluación del capital social.

Influencia que factores socio-demográficos tales como la edad, la situación de la pareja y la educación ejercen sobre la prevalencia del maltrato.

Edad: Según datos de la OMS, las mujeres más jóvenes, sobre todo con edades comprendidas entre 15 y 19 años, tienen más riesgo de ser objeto de violencia física o sexual, o ambas, infligida por su pareja. Este patrón puede reflejar, en parte, el hecho de que los hombres más jóvenes suelen ser más violentos que los mayores y de que la violencia suele empezar temprano en muchas relaciones. En algunos entornos, es posible que un mayor número de mujeres jóvenes viviera con su pareja sin estar casada, y estas mujeres, por lo general, presentan mayores riesgos de ser víctimas de violencia. También en algunos entornos, las mujeres mayores tienen un estatus social más alto que las jóvenes, y, por ende, pueden ser menos vulnerables a la violencia.

Estado de la relación: Las mujeres separadas o divorciadas usualmente son víctimas de muchos más actos de violencia infligida por sus parejas a lo largo de su vida que las mujeres casadas. También se dan más casos de violencia infligida por la pareja entre las mujeres que cohabitan (es decir, que viven con un hombre) sin estar casadas. Se producen más casos de violencia entre las mujeres separadas o divorciadas, lo que implica que, en algunos casos, la violencia puede persistir incluso después de la separación.

Educación: Hace algunos años atrás, la OMS realizo un estudio multipaís sobre salud de la mujer y violencia domestica, en el que se comprobó que, en muchos entornos, cuanto mayor era el nivel educativo menor era el número de casos de violencia. Se observó que el efecto protector de la educación parece empezar cuando la mujer cursa estudios más allá de la escuela secundaria. Puede ser que las mujeres con un mayor nivel educativo tengan más posibilidades de elegir a su pareja y mayor capacidad para elegir entre casarse o no, y sean capaces de negociar mayor autonomía y control de los recursos dentro del matrimonio. - Izzy

Extraído de: “Investigación pre-experimental acerca del efecto del Programa de Recuperación Breve (PRB) para Sobrevivientes de Trauma de la Dra. Edna B. Foa y el Dr. David S. Riggs en el tratamiento ambulatorio a mujeres víctimas de violencia atendidas en el Centro para el Desarrollo de la Mujer (CEDEM); Autor: Ezequiel Meilij.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

¿Una crisis de la edad media para cada década de tu vida?


Yo no sé si a ustedes les pasa, pero pareciera que la famosa “crisis de la edad media” se ha convertido en una serie de crisis que nos dan por décadas, y cada vez que cambiamos (o nos acercamos a cambiar) de digito decimal en nuestra edad, nos entra la crisis, en parte por las demandas y expectativas que nos hemos impuesto, en parte por las que nos impone la sociedad y el entorno. 

El cuento ahora es que los 30 son los nuevos 20, los 40 los nuevos 30 y los 50 los nuevos 40, como si vivir una década desfasada fuera la solución para sentirnos a gusto con nuestra edad y nuestro momento en la etapa particular de nuestra vida en la que nos encontremos cuando la dichosa crisis nos sale al paso.

Se supone que tienes que lograr no sé cuantos hitos, metas y objetivos antes de llegar a los treinta, ni les cuento si están llegando a los cuarenta y todavía tienen asignaturas pendientes en su lista de “cosas que debí lograr antes de los 30… ¡y de los 20!”. Con tanta presión impuesta y autoimpuesta, ¿¡quien no se deprime!?

A la consulta llegan muchas personas atravesando estas crisis, con sus sumas y sus restas, y por supuesto que puedo empatizar, me ha tocado estar ahí, me toca estar ahí y me tocará estar ahí en la medida que el reloj sigue avanzando y las décadas se acumulan y uno escucha esa canción que tanto le gusta en la radio y se percata de que ya pasaron veintitantos años desde que la escucharon por primera vez siendo adolescentes.

Leyendo un artículo de Garrett Johnson al respecto, me tope con una infografía muy interesante, de la que extraje algunos puntos que me llamaron la atención, para compartir con ustedes:

- Quienes hacen lo que aman y realizan sus sueños son menos propensos a sufrir una crisis de edad media.

- Quienes ponen la mayor parte de sus esfuerzos en cuidar a los demás y muy poco en sus propios intereses son más propensos a sufrir una crisis de edad media.

- En los hombres, la edad promedio para la crisis de la edad media es a los 43, con una duración promedio de 3 a 10 años. Las razones más comunes son el temor a envejecer, a no realizar los sueños, a perder el atractivo, a la enfermedad y a la muerte. 

- En las mujeres, la edad promedio para la crisis de la edad media es a los 44, con una duración promedio de 2 a 5 años. Las razones más comunes son la ausencia repentina de los hijos, cambios en el estilo de vida que permiten más oportunidades, la menopausia, cambios biológicos y psicológicos y el cuestionamiento de haber o no vivido a la altura de su potencial. 

- Eres susceptible de experimentar una crisis de la edad media si estas inusualmente preocupado por tu salud, repentinamente quieres cambiar tu físico (particularmente por medio de la cirugía estética), quieres hacer cosas para sentirte joven, repentinamente sientes que tienes que vivir cada momento al 100%, te encuentras preguntándote “¿esto es lo mejor/más interesante que se va a poner mi vida?”

Sea como sea, podemos ver estas crisis como algo negativo o como algo positivo, y es que en verdad son un poco de ambos. En la medida que subimos la colina de la vida, ganamos y perdemos, sumamos y restamos, y tenemos la increíble oportunidad de hacer balance a nuestra existencia, corregir el rumbo, aprender de lo bueno y lo malo, y apreciar en su justa medida lo que fue y ya no será y lo que está por venir aun. Alguien dijo por ahí que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, y nadie sabe lo que de lo que se estaba perdiendo hasta que llega lo nuevo. Bueno, las crisis de la edad media para cada década de nuestra vida sirven para recordárnoslo. - Izzy 

Fragmentos extraídos del artículo “How 30 Year Olds Should Handle A Mid-Life Crisis”, por Garrett Johnson.

viernes, 31 de octubre de 2014

¿Qué es el apego desorganizado?


Dime tu patrón de apego y te diré quién eres…” Es tal cual como suena. Nuestro patrón de apego, aprendido de nuestra primera y más temprana relación con nuestros padres o cuidadores primarios, determina nuestra relación con los demás, con el mundo y con nosotros mismos. Puede ser nuestra base segura, desde la cual nos lanzamos a explorar el mundo, o la base más insegura, desde la cual nos escondemos de nuestros miedos más primarios.

Hay varios tipos de apego, desde el más saludable, el apego seguro, al más disfuncional, el apego desorganizado. Este patrón de apego me explica por qué muchos de mis pacientes se sienten desbordados en situaciones de estrés con sus hijos y pierden el control, dando rienda suelta a una ira, enojo y agresión tan intensos como conflictivos, porque quieren controlarse a toda costa, pero hacerlo parece imposible.

Cuando me comparten y relatan su historia, los traumas y pérdidas se hacen evidentes, al igual que lo disfuncional de sus patrones de apego más tempranos, y ayudarles a entender y dar sentido a su relación de apego con sus padres, y cómo se traduce a su relación con sus hijos, es una parte tan vital del proceso terapéutico como el ayudarles a reprocesar sus historias traumáticas y pérdidas.

Según la Dra. Lisa Firestone, cuando un niño tiene un patrón de apego ideal, sus padres o sus cuidadores primarios le proveen de una base segura a partir de la cual puede aventurarse a explorar su entorno de manera independiente, sabiendo que puede regresar a un lugar seguro. Cuando los padres o los cuidadores primarios son abusivos, el infante puede experimentar el abuso físico y emocional y el comportamiento atemorizante como amenazantes.

Esto lo pone en un dilema porque sus instintos de supervivencia le indican que se aleje del peligro y busque seguridad, pero la seguridad podría bien estar representada por las mismas personas que lo atemorizan. En este caso, la figura de apego (la persona con la que el infante establece su patrón de apego) es también la fuente de malestar del niño. Bajo estas condiciones, los niños a menudo se disocian de si como mecanismo de defensa. Pueden sentirse separados o escindidos de lo que les está sucediendo. Lo que experimentan puede quedar bloqueado de su consciencia. Los niños bajo este estado conflictivo desarrollan apegos desorganizados con sus figuras parentales.

El apego desorganizado nace del miedo sin solución. Los padres pueden atemorizar a sus niños de muchas maneras, tanto conscientes como inconscientes. Pueden hacerlo a través del abuso y la negligencia, pero también debido a traumas irresueltos y pérdidas en sus vidas que les ha dejado con sus propios sentimientos de temor tan abrumadores que impactan y obstaculizan la formación de una relación de apego saludable con el niño.

Si algo de esto les resuena con su propia historia, los invito a buscar ayuda terapéutica para poder superar aquellos traumas y pérdidas de su infancia que les perturban en su presente y afecta sus relaciones con los demás y a aprender patrones de apego más saludables. - Izzy

Fragmentos extraídos del artículo “Disorganized Attachment”, por la Dra. Lisa Firestone.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Violencia física y violencia sexual.


Hace algunos años atrás, la OMS realizo un estudio multipaís sobre salud de la mujer y violencia domestica, destacando que los actos de violencia sexual son mucho menos frecuentes que los de violencia física en la mayoría de los entornos. En los países donde se estudiaron tanto ciudades grandes como entornos provinciales, los niveles globales de violencia infligida por la pareja fueron siempre más elevados en las provincias, con una población rural más numerosa, que en los núcleos urbanos.

Actos, gravedad y frecuencia de la violencia física.

La OMS clasifica la gravedad de los actos de violencia física en función de las probabilidades de que cause lesiones. La bofetada y el empujón se definen así como violencia moderada. El ser golpeada con el pie, arrastrada o amenazada con un arma, o la utilización de un arma contra la mujer, se define como violencia grave.

Según esta definición, el porcentaje de mujeres que alguna vez habían tenido pareja y habían sido víctimas de violencia física grave se situaba entre el 15% y el 30% en la mayoría de los países. Cuando la mujer ya ha sido víctima alguna vez de violencia infligida por su pareja, es muy probable que en algún momento ocurra un acto de violencia grave.

Lejos de tratarse de un hecho aislado, la mayoría de los actos de violencia física infligida por la pareja sigue un patrón de maltratos continuados. La gran mayoría de las mujeres que han sido víctimas de maltratos físicos en manos de sus parejas han sufrido actos de violencia más de una vez, y en ocasiones con frecuencia.

Violencia sexual.

El estudio de la OMS brinda información escalofriante acerca de la violencia sexual en diversos entornos mundiales. Por regla general, el porcentaje de mujeres que declararon haber sido víctimas de abusos sexuales por parte de su pareja oscilaba entre el 10% y el 50% en la mayoría de los entornos abarcados por el mismo.

En la mayoría de los entornos, cerca del 50% de los casos de violencia sexual había sido consecuencia de la fuerza física más que del miedo. En todos los entornos, hubo mujeres que habían sido forzadas por sus parejas a realizar actos sexuales que consideraban degradantes o humillantes.

Superposición entre la violencia física y sexual infligida por la pareja.

El estudio de la OMS ofrece uno de los primeros exámenes entre culturas de los patrones de violencia infligida por la pareja. El patrón más común es que las mujeres sean víctimas de violencia física únicamente, o de violencia física y sexual. En la mayoría de los entornos, entre el 30% y el 56% de las mujeres que había sido víctimas de algún tipo de violencia por parte de su pareja informó que se había tratado tanto de violencia física como sexual.

Extraído de: “Investigación pre-experimental acerca del efecto del Programa de Recuperación Breve (PRB) para Sobrevivientes de Trauma de la Dra. Edna B. Foa y el Dr. David S. Riggs en el tratamiento ambulatorio a mujeres víctimas de violencia atendidas en el Centro para el Desarrollo de la Mujer (CEDEM); Autor: Ezequiel Meilij.

miércoles, 8 de octubre de 2014

El amigable arte de ser feliz en pareja.


No sé si a ustedes les pasa, pero yo siempre me sorprendo con la capacidad de los actores de representar tantos roles diferentes, pero si nos ponemos a pensarlo un poco, cuando estamos en pareja, también nos toca representar una variedad de roles y papeles, y muchas veces o bien nos toca cambiar de uno a otro en una fracción de segundo o desempeñar varios al mismo tiempo… ¡y aquí no hay nada de segundas tomas!

Con nuestra pareja somos de todo un poco: compañeros, aliados, compinches, cómplices, amigos, familia, socios, amantes, co-parientes; y cuando metemos a nuestras familias extendidas, nos toca barajar todos estos roles junto con ser hijos o hijas, hermanos o hermanas, cuñados o cuñadas, yernos o nueras… y así nos vamos.

Esto me pone a pensar, si queremos ser y permanecer felices con nuestra pareja, ¿cuál será el papel o rol que más debemos proteger, nutrir y cuidar? No creo que podamos llegar a un consenso, y seguro cada quien tendrá su propia opinión al respecto (hagan el ejercicio y pregúntenle a su pareja, a ver si contestan lo mismo o tienen perspectivas diferentes al respecto), pero según Mike Bundrant, terapeuta especialista en PNL (programación neurolingüística), las parejas felices son amigos antes que familia.

Al menos en promedio, las personas disfrutan más pasar tiempo con sus amigos que con su familia. Es más, hay casos en los que los amigos pueden incluso aportar mayor felicidad que la pareja misma, ni decir la familia. ¿Suena muy cínico?

En más de una ocasión, recurrimos a nuestros amigos cuando buscamos un respiro de nuestras familias e incluso de nuestras parejas. ¿Alguna vez han oído que alguien busque en su familia o pareja un respiro de sus amigos? De repente pasa, pero no creo que sea la norma.

Y es que, como dice Mike, “Las familias de origen a menudo son verdaderos calderos de miseria”.

No teman, que la relación de pareja no necesariamente debe seguir el mismo destino, especialmente si se enfocan en ser amigos primero. Después de todo, los buenos amigos son menos propensos a tratarse sin respeto y más propensos a respetar límites, cosa que no siempre sucede con la familia.

Bundrant indica que el error que muchas parejas cometen es zambullirse en una relación joven demasiado rápido y profundamente. Al hacer esto se omite la oportunidad de formar una amistad y al instante lo que se crea es otro miembro de la familia... a veces demasiado “familiar” para nuestro gusto.

Fragmentos extraidos de “Six Things Happy Couples Do Differently than the Rest (Based on Research)” (autor: Mike Bundrant).

lunes, 29 de septiembre de 2014

El arte de hacernos responsables por nuestro propio paquete.


En nuestra búsqueda de pareja, conectamos por medio de nuestros aspectos positivos tanto como los negativos. O sea, hacemos clic en lo bueno y en lo malo, en lo lindo y en lo feo, en lo saludable y en lo disfuncional.

Muchas veces, nuestras expectativas y demandas irreales proyectadas en nuestras parejas nos hace verlas de manera idealizada. En ella buscamos compensación y reparación de daños, ausencias y anhelos que vienen de mucho atrás, y que en realidad, no le corresponde a nuestra pareja llenar.

Y es que nuestra pareja no viene a llenar vacíos previos, eso nos toca a nosotros en nuestro propio proceso terapéutico. La pareja está para construir sobre terreno firme y en común, no para rellenar espacios del pasado que nuestros padres olvidaron, obviaron o simplemente no pudieron llenar.

Hacer frente a estos espacios vacíos produce mucha ansiedad, miedo y soledad, sobre todo porque significa responsabilizarse de ellos, y recoger ese paquete que decidimos dejar equivocadamente en manos de nuestra pareja. Que cada quien se haga responsable de su historia, de su pasado, de sus vacíos, de su duelo y de su proceso de crecimiento.

Aquí muchos descubrimos que aunque nos creíamos muy adultos al entrar en una relación de pareja, en realidad no éramos más que un par de niños muy asustados, y ahora toca crecer y volverse adultos. Y si, crecer duele, pero es muy necesario, tan necesario como nuestros duelos, aunque asusten. – Izzy

viernes, 26 de septiembre de 2014

Amantes visuales, auditivos y táctiles… y tú, ¿qué tipo eres?


Sin lugar a dudas nuestros cinco sentidos nos sirven para mucho en esta vida, y según Mike Bundrant, terapeuta experto en PNL (Programación Neurolingüística), la mayor parte de la comunicación toma lugar a través de tres de ellos: la vista (imágenes), el oído (sonidos) y el tacto (sensaciones).

Muchas personas tienen preferencia por uno de estos tres modos de comunicación, y como el amor es una forma de comunicarse (el famoso “idioma” del amor) tiene mucho sentido que nos comuniquemos en el “idioma” predilecto de nuestra pareja.

A los amantes visuales les encanta la evidencia visual del amor de sus parejas (cosas que pueden ver). ¡Ojo, no se trata solo de regalos vistosos, vestirse y verse bien para la pareja! También cuenta que nos vea haciendo cosas por ella (limpiando la cocina, cocinando, ayudándola en alguna tarea) y por supuesto esas señales de amor que podemos trasmitir visualmente a nuestra pareja (nuestra mirada, expresión facial, cómo nos eriza la piel, etc.).

A los amantes auditivos les fascina oír expresiones de afecto, ternura y amor. Hablarle suavemente, susurrarle, cantarles, y expresarle nuestro amor verbalmente son maneras seguras de hacer que nuestro mensaje les llegue. ¡Claro, las expresiones vocales a la hora de la intimidad también cuentan (esos gemidos, suspiros, respiraciones entrecortadas y gritos inolvidables)!

A los amantes táctiles (u orientados a las sensaciones) les mueve el piso todo lo relacionado al tacto, las sensaciones, el contacto con la piel. Cuentan los abrazos, la cercanía física, sostener manos, besarse, acariciarse y un etcétera muy largo… ¡especialmente si hablamos de sexo!

La clave aquí está en que si nos comunicamos fuera del canal, onda o modalidad de nuestra pareja (es decir, con el sentido equivocado) es probable que nuestras muestras de amor y afecto no le lleguen, o al menos no con la intensidad que esperamos. Es más, ¡puede llegar a provocar la reacción contraria a la esperada!

Ahora bien, que una persona tenga preferencia por un sentido tampoco significa que el resto no aporta para nada, ¡a tener eso en cuenta! ¿Y si no estamos seguros de su preferencia? Dos opciones, la primera es experimentar y la segunda preguntar. 

Y si se van a ofender porque sus parejas les preguntan cuál es su sentido preferido, quizás en vez de aferrarse a esa expectativa irreal de que su pareja tiene que conocerles de adentro hacia afuera, sería mejor ejercitar un pensamiento más flexible, y valorar el que les aprecien lo suficiente para querer saber más de ustedes.

Después de todo, querer conocer y aprender de nuestra pareja es también una forma de comunicarle nuestro amor. ¿Ustedes qué piensan? - Izzy

Fragmentos extraidos de “Six Things Happy Couples Do Differently than the Rest (Based on Research)” (autor: Mike Bundrant).

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Violencia contra las mujeres.

Definición.

El Articulo 1 de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer – Belem do Pará (OEA, 1994) define como violencia contra la mujer cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado.

Se entenderá que violencia contra la mujer incluye la violencia física, sexual y psicológica:

1) Que tenga lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier otra relación interpersonal, ya sea que el agresor comparta o haya compartido el mismo domicilio que la mujer, y que comprende, entre otros, violación, maltrato y abuso sexual.

2) Que tenga lugar en la comunidad y sea perpetrada por cualquier persona y que comprende, entre otros, violación, abuso sexual, tortura, trata de personas, prostitución forzada, secuestro y acoso sexual en el lugar de trabajo, así como en instituciones educativas, establecimientos de salud o cualquier otro lugar, y

3) Que sea perpetrada o tolerada por el Estado o sus agentes, donde quiera que ocurra.

Violencia contra la mujer infligida por su pareja.

El Estudio multipaís de la OMS sobre salud de la mujer y violencia doméstica contra la mujer (OMS, 2005), el cual contempló principalmente la violencia contra la mujer infligida por su pareja, incluyendo la violencia física, sexual y psíquica y los comportamientos dominantes por parte de sus parejas actuales o anteriores, y comprendiendo tanto la situación actual de las mujeres entrevistadas como sus experiencias anteriores concluyó que la violencia infligida por la pareja (también denominada “violencia doméstica”) se halla extendida en todos los países donde se realizó el Estudio. 

No obstante, se registraron numerosas variaciones entre países y entre entornos dentro de un mismo país. Si bien se observaron diferencias en función de la edad, el estado civil y el nivel de instrucción, estos factores socio-demográficos no explicaron las divergencias que se encontraron entre los distintos entornos. El porcentaje de mujeres que habían tenido pareja alguna vez y que habían sufrido violencia física o sexual, o ambas, por parte de su pareja a lo largo de su vida oscilaba entre el 15% y el 71%, aunque en la mayoría de los entornos se registraron índices comprendidos entre el 24% y el 53%. 

Medición de la violencia física o sexual infligida por la pareja.

En el estudio realizado por la OMS, la misma define la violencia física en función de la siguiente lista de actos violentos infligidos por la pareja, donde la mujer ha sido:

1) Abofeteada o le habían arrojado algún objeto que pudiera herirla;
2) Empujada o le habían tirado del cabello;
3) Golpeada con el puño u otra cosa que pudiera herirla;- Golpeada con el pie, arrastrada o había recibido una paliza;
4) Estrangulada o quemada a propósito;
5) Amenazada con una pistola, un cuchillo u otra arma o se había utilizado cualquiera de estas armas contra ella.

La violencia sexual se definió en función de los tres comportamientos siguientes:

1) Ser obligada a tener relaciones sexuales en contra de su voluntad;
2) Tener relaciones sexuales por temor a lo que pudiera hacer su pareja;
3) Ser obligada a realizar algún acto sexual que considerara degradante o humillante.

Extraído de: “Investigación pre-experimental acerca del efecto del Programa de Recuperación Breve (PRB) para Sobrevivientes de Trauma de la Dra. Edna B. Foa y el Dr. David S. Riggs en el tratamiento ambulatorio a mujeres víctimas de violencia atendidas en el Centro para el Desarrollo de la Mujer (CEDEM); Autor: Ezequiel Meilij.

viernes, 19 de septiembre de 2014

El responsable arte de ser feliz en pareja.


Entre las muchas cosas que tenemos que ser para ser felices en pareja, no podemos dejar de lado la responsabilidad. Después de todo, ¿a quién le gusta estar emparejado con una persona irresponsable, ya sea que no adquiere responsabilidades o no se hace responsable de sus actos y conductas?

La responsabilidad en pareja es una calle de dos vías. Si somos responsables ante nuestra pareja, bien podemos esperar que ésta sea responsable ante nosotros. Claro, ¡por lo que a cada parte le toca!

Y es que cuando asumimos más responsabilidad de la debida, con la idea de aligerar la carga ajena aumentamos la propia y por querernos hacer los buenos samaritanos, acabamos amargados y resentidos, lanzando indirectas y ataques pasivo agresivos hacia nuestra contraparte.

Esto a menudo no es más que consecuencia de ser poco asertivos y muy codependientes, una fórmula muy mal equilibrada y altamente toxica para nosotros y para nuestra pareja.

Mike Bundrant, terapeuta experto en PNL (Programación Neurolingüística) nos cuenta que las parejas saludables son expertas en tener muy claras sus responsabilidades mutuas. Es decir, cada quien se hace responsable por su paquete, en lugar de echárselo a la otra persona, como lamentablemente suele suceder en muchas situaciones de pareja que desencadenan en conflicto, separaciones o visitas al terapeuta de parejas.

Entender, y aceptar, los límites de la responsabilidad del otro con respecto a uno solo se logra después de haber adquirido la capacidad de hacerse responsable por lo propio. ¿Se entiende? Vamos a seguir recibiendo paquetes ajenos (en forma de demandas, culpas, críticas, expectativas, idealizaciones, proyecciones y otras hierbas) en la medida en que los sigamos repartiendo. Toca ir a terapia, abrir nuestro paquete (por mas miedo y ansiedad que nos de hacerlo) y examinar detenidamente su contenido, para saber dónde poner cada cosa.

¡A guardar, a guardar, cada cosa en su lugar!” ¿Quién se hubiera imaginado que una canción infantil sería la metáfora perfecta a hacerse responsable de nuestras proyecciones (nuestro “paquete”)?

Es muy difícil (además de muy injusto) reclamar responsabilidad a la pareja mientras que uno jamás asume la responsabilidad de sus propias conductas, emociones, pensamiento, bagaje, paquete, maletas, historia, familia, proyecciones, sombra, anhelos, vacíos… ¿seguimos?

Esta estrategia solo lleva a la pareja hacia un mutuo resentimiento y actitud defensiva. “Jinetes del Apocalipsis” los bautizó John Gottman, y con justa razón.

Es una cuestión de actitud madura y reciprocidad. Si queremos que nuestra pareja reconozca su responsabilidad, tenemos que estar dispuestos a reconocer la propia. ¿Pero por dónde empezar? Mmmmm, muy buena pregunta. ¿Qué tal por ir a terapia? A mí me parece un excelente inicio. - Izzy

Fragmentos extraidos de “Six Things Happy Couples Do Differently than the Rest (Based on Research)” (autor: Mike Bundrant).

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Prevención de la violencia II – Estrategias comunitarias y sociales.

La violencia es un problema polifacético, de raíces biológicas, psicológicas, sociales y ambientales, y para el que no existe una solución sencilla o única; es una cuestión que debe abordarse a varios niveles y en múltiples sectores de la sociedad simultáneamente. Basándose en la perspectiva aportada por el modelo ecológico, es posible orientar los programas y las políticas de prevención de la...

lunes, 15 de septiembre de 2014

El sorprendente arte de ser feliz en pareja.

El amor y el sexo se parecen mucha en una cosa… ¡ninguno de los dos es una dieta! La variedad es la clave, y de la misma manera en que muchos se rinden ante las dietas hartos por la falta de variedad, la necesidad humana por la variedad también puede hacernos querer rendirnos de nuestra relación de pareja a largo plazo… ojo, ¡solo si no la satisfacemos! Esto no significa buscar la variedad afuera, sino esforzarse, tanto individualmente como en pareja, en buscar la variedad dentro de la relación. Probar cosas nuevas, o sacar viejos trucos de la maleta de variedades cuando la otra persona menos se lo espera.

A veces caemos en el equívoco de creer que para seguir sorprendiendo a nuestra pareja, necesitamos de grandes gestos, cuando en realidad, son los detalles pequeños los que mantienen la vida en pareja interesante.

Tanto en la cama como fuera de ella, las mejores sorpresas involucran el ser atentos y considerados hacia nuestra pareja. Esos pequeños detalles que le dicen a nuestra pareja “¡Si, se dio cuenta qué eso me llamó la atención!” o “¡Wow, cuando le tiré la indirecta y se hizo el desentendido, si me había captado! ¡Qué lindo!”




Estos consejos de Mike Bundrant (terapeuta experto en PNL, o Programación Neuro Lingüística) para recordarnos de las cosas pequeñas que importan en grande me parecen muy atinados:

- Decirle “te amo” a nuestra pareja espontáneamente (mientras hacen el súper de los domingos).

- Regalos y salidas BBB (Bueno, Bonito y Barato).

- Hacer las tareas de la casa por la otra persona (preparar la cena, organizar el closet, bañar al perro).

- Ofrecer un masaje (si, los masajes son un preámbulo excelente al sexo, pero también es una sorpresa grata para tu pareja que le des uno sin esperar que haya sexo después).

Lo mejor de estos pequeños detalles es que tienen valor acumulativo y su efecto perdura, especialmente cuando lo convertimos en una especie de ritual o algo muy de la pareja. Y recuerden, si les gusta ser sorprendidos, ¡sorprendan también, que la reciprocidad es un excelente afrodisiaco! - Izzy

Fragmentos extraidos de “Six Things Happy Couples Do Differently than the Rest (Based on Research)” (Autor: Mike Bundrant).

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Prevención de la violencia I - Estrategias individuales y relacionales.

Según la OMS la violencia es un problema polifacético, de raíces biológicas, psicológicas, sociales y ambientales, y para el que no existe una solución sencilla o única; es una cuestión que debe abordarse a varios niveles y en múltiples sectores de la sociedad simultáneamente. Basándose en la perspectiva aportada por el modelo ecológico, es posible orientar los programas y las políticas de...

lunes, 8 de septiembre de 2014

Estrés, pareja y el estado premórbido de nuestras familias de origen.


La relación de pareja es un proceso de aprendizaje enriquecedor, para bien o para mal, y conocer más acerca de la influencia que ejercen sobre ella nuestras respectivas familias de origen definitivamente nos ayuda a entender mejor tanto a nuestras parejas como a nosotros mismos.

Muchos desconocemos que nuestra capacidad para manejar el estrés (cómo lo manejamos y cuánto podemos tolerar antes de caer en patrones y conductas tóxicas, disfuncionales y maladaptativas) viene determinada en parte por nuestra familia de origen, un sistema multigeneracional en el cual cada generación es influenciada (y reforzada) por aquella que la precede.

Según los autores de “The Evaluation and Treatment of Marital Conflict”, toda relación de pareja existe dentro de este sistema familiar multigeneracional, fuente de la herencia biológica y psicológica de ambos integrantes.

El estado premórbido de una familia, su nivel de funcionamiento previo al surgimiento de síntomas conflictivos dentro de la pareja, es un indicador de la cantidad de estrés que probablemente sea canalizado hacia la relación de pareja desde la familia extendida. También es un excelente predictor de cuánto estrés puede absorber (y disipar) la pareja sin producir síntomas.

La relación de pareja es la unión de dos sistemas familiares y los mejores indicadores del estado premórbido de la familia son:

- El número y la severidad de disfunciones individuales en el sistema familiar multigeneracional.

- El número de conflictos y puntos de cortes (miembros de la familia que interrumpen contacto o comunicación entre sí) en las relaciones dentro de ese sistema.

La unión de dos sistemas, y los tipos de relaciones que existen en estos, inician la relación de pareja en un nivel dado (es decir, en un punto particular a lo largo de un continuo de funcionalidad/disfuncionalidad, salud/enfermedad, normalidad/patología, etc.).

Aquí ocurre un hecho muy interesante y significativo. Cuando estamos dentro del sistema, es muy difícil darnos cuenta de la disfuncionalidad, ya que básicamente hemos crecido inmersos en ella, y como la disfuncionalidad suele ser la manera más funcional en que el sistema familiar ha logrado funcionar, tomamos lo disfuncional como la norma.

Sin embargo, quizás nos resulta más fácil notar la disfuncionalidad en el sistema familiar de nuestra pareja, y viceversa (eso de ver la paja en el ojo ajeno, ¿les suena?). Y de la misma manera en que esta se sentirá agredida cuando se lo hagamos notar, nos sentiremos nosotros también agredidos cuando nuestra pareja haga lo mismo.

Un tercer observador, uno no inmerso en ninguno de los dos sistemas familiares, logrará ver cosas que ninguno de los integrantes de la pareja podrá ver. Aquí el inmenso valor del terapeuta de parejas y de la terapia de parejas.

En este punto surge una realidad que muchas parejas (y especialmente sus familias) son incapaces de ver, entender y procesar: “Cuando se forma una relación de pareja, dos familias que jamás habrían tenido interés alguno en relacionarse entre si quedan unidas en una relación permanente que ninguna de las dos buscó.”

¿Alguna vez se han puesto a pensar cómo la historia y dinámica de sus familias de origen pueden estar afectando negativamente su relación de pareja, haciéndoles repetir patrones tóxicos y disfuncionales? ¿Cuántos de sus conflictos de pareja se organizan alrededor de sus respectivas familias de origen? ¿Se han sentido “mediadores”, “árbitros” o “conciliadores” entre sus familias de origen y sus parejas? Estas son solo algunas interrogantes que pueden explorar en terapia, ya sea una terapia de pareja o una terapia individual. Los invito a hacer el ejercicio. - Izzy

Fragmentos extraídos del libro: “The Evaluation and Treatment of Marital Conflict” (Autores: P. Guerin, L. Fay, S. Burden y J. Kautto).

viernes, 5 de septiembre de 2014

Sexo, confianza y comunicación: ¿Antídotos para la monotonía en la relación?

¡Mantener la emoción, la pasión, la intensidad y el interés en la relación de pareja a largo plazo puede volverse todo un desafío! De acuerdo con la Dra. Samantha Rodman, hay tres áreas principales que deben trabajarse en una relación a largo plazo que ha caído víctima de la monotonía: El sexo, la confianza y la comunicación.

Sexo.

Con el fin de mejorar nuestra vida sexual, y mantenerla en condiciones óptimas, tenemos que examinar tres criterios: Frecuencia, compatibilidad y pasión.

Frecuencia: ¿Tienes sexo al menos una vez a la semana con tu pareja? La Doctora considera este un buen objetivo (al menos para una pareja joven), y si más, mejor. Si la pareja no tiene relaciones sexuales con cierta frecuencia (exactamente “cuánta” frecuencia es la adecuada es una formula única para cada pareja, no hay fórmulas exactas, buenas ni malas, siempre y cuando, claro, funcionen para todos los involucrados) se puede perder el interés en la otra persona. Y es que tener sexo nos mantiene conectados y mantiene activos los drives (impulsos, energías, vibras, etc.) sexuales de cada cual. Acuérdense también que tener sexo nos hace liberar oxitocina, la ya uber famosa hormona del amor, el apego y todo lo bueno que viene después del sexo.

Compatibilidad: ¿Qué actividades sexuales les gustan a los dos? ¡Hagan eso! ¿Cuáles le gustan más a uno que al otro? ¡No hagan eso! Al menos por ahora. La Dra. Rodman recomienda mezclar frecuencia (una vez por semana para volver a ponerse en ritmo) con hacer algo que ya saben que los dos van a disfrutar (ya habrá tiempo para experimentar más adelante).

Pasión: Con el fin de cultivar la pasión, la pareja necesita sentirse realmente conectada. Esto significa mucho (buco rantan pocotón, en buen panameño) toqueteo, manoseo, besuqueo y todo lo demás que termina en “eo” y usualmente quedará excluido del horario de protección al menor. ¡Ojo, no se queden solo en lo físico! También deben sentirse reconocidos, amados y comprendidos con el fin de dejar de lado sus inhibiciones. ¡Y digo “deben” porque esto es válido tanto para hombres como para mujeres! ¡A los hombres también nos gusta recibir esa parte emocional y afectiva de nuestras parejas!




Confianza.

Pocas cosas paralizan el crecimiento de una pareja como la semilla de la desconfianza. Ojo, no se trata solo de confianza en torno a la fidelidad de la pareja, también surge el tema de si el amor y compromiso es verdadero y reciproco. Desconfianza e inseguridad, después de todo, van de la mano. También vale la pena recordar que la confianza se cultiva en pareja, pero se siembra en nuestras respectivas familias de origen.

Muchas veces, cuando la desconfianza asoma su fea cabeza sobre la relación, o la confianza esconde la propia, se piensa que el origen está en lo que sea que haya provocado la situación (por ejemplo, descubrir que la pareja ha estado coqueteando con otra persona por chat). Esto no es del todo errado, pero en realidad, esta situación es solamente un disparador que activa emociones, sentimientos y pensamientos originados en eventos y anhelos (ausencias y vacios) de nuestras infancias que son evocados por la nueva situación.

Si ha habido una historia de infidelidad, o incluso una de mentiras "menores" constantes, este sentimiento sospechoso puede erosionar la conexión de pareja, creando lejanía y distancia entre sus integrantes.

Comunicación.

“Lo que pasa es que tenemos un problema de comunicación.” Suena trillado, pero es una realidad, parece que comunicarnos entre nosotros, a al menos hacerlo de manera eficiente y saludable, es más difícil en la práctica que en la teoría. En la medida en que la pareja se aleja más y más de la fase de enamoramiento o amor romántico y se asienta en la etapa de amor por apego, a veces sucede que la pareja va perdiendo o dejando perder esos valiosos espacios para hablar y conectarse.

Rodman recomienda dejar de lado 30 minutos cada semana (ya es el colmo no encontrar 30 minutos en la semana, pero lamentablemente, pasa, y pasa mucho) para un check-in emotivo, durante el cual cada uno pregunta al otro cómo se siente acerca de la relación. Incluso vale llevar el tiempo, para asegurarse de que se cumpla, y la regla de oro: Prohibido hablar de cualquier otra cosa que no sea cómo se sienten emocionalmente el uno del otro. O sea, nada de hablar de las cuentas, los hijos, la familia, el carro que hay que llevar al taller, o la película que van a estrenar en el cine.

Otro ejercicio interesante: Durante la semana, todos los días, dejar de lado 10 minutos para hablar de temas que en realidad nunca discuten o hablan. El objetivo es llegar a conocer a la pareja en un nivel más profundo. Entre esto y trabajar en su conexión física, debería verse un aumento en la sensación de cercanía. Si les cuesta encontrar tema, algunas preguntas que pueden ayudar:

“¿Cuándo te diste cuenta que me amabas?”

“¿Qué aprendiste sobre el matrimonio de tus padres?” (1)

“¿Cuál es tu cosa favorita que haga por ti?”

“¿Cuál es tu recuerdo favorito de nosotros?“

“¿Cuál es tu recuerdo favorito de ser un niño?” (2)

“¿Cuál es tu recuerdo sexual favorito de nosotros?” (3)


(1) Esta pregunta me pareció muy atinada. Después de todo, nuestros padres son nuestro primer modelo de pareja, de ellos aprendemos cómo una pareja se comunica, se demuestra afecto, manejan y resuelven conflictos y diferencias y reaccionan ante situaciones estresantes. De ellos podemos aprender patrones saludables y apropiados o tóxicos y disfuncionales.

(2) Traer a la memoria un recuerdo agradable de la niñez nos ayuda a ponernos en contacto con nuestro niño interior. Claro, también hay infancias tristes y dolorosas, donde cuesta encontrar siquiera un recuerdo agradable o bonito. En este caso, toca ayudar a sanar a ese niño interior. La terapia ayuda mucho en este proceso. No se imaginan cuantas secuelas de la niñez traemos a nuestra vida adulta y a nuestra vida en pareja.

(3) Esta pregunta puede llevarlos de nuevo al sexo... ¿Hay que explicar más? :)

Fragmentos extraídos de “Reader Question: How Can I Spice Up My ‘Monotogamy’?” por Samantha Rodman.