miércoles, 24 de diciembre de 2014

“Escape de la depresión” (colaboración con Irlanda Sotillo, publicada en Vivir+, La Prensa, 24 de diciembre, 2014).


Navidad no siempre puede ser sinónimo de felicidad, mientras la mayoría de la gente espera la medianoche que anuncia el alumbramiento del Niño Dios y da inicio a la apertura de regalos. Un grupo no tan minúsculo desearía que la fecha desapareciera del calendario.

El fenómeno ha sido asociado a la depresión navideña, y sus causas tienen diversos motivos como la pérdida de un ser querido, el vivir lejos de la familia o atravesar por una difícil situación económica.

Lo primero que hay que diferenciar, según comenta el psicólogo Ezequiel Meilij, es el sentimiento de tristeza del padecimiento de depresión.

El segundo es la prolongación del período de desánimo. “Es una tristeza con mayor gravedad e intensidad que puede llevar al deterioro físico y clínico”.

Para la psicóloga Anilena Mejía, un síntoma de alarma es cuando la persona ha sobrepasado 30 días con la misma actitud. “Algunos se sienten desmotivados, lloran, están irritables. Experimentan mucha ira y pueden llegar a la determinación de acabar con su propia vida”.

Pérdida familiar.

Ante la pérdida de un ser querido es necesario tomarse un tiempo de duelo, y si este coincide con la Navidad, no se debe forzar al afectado a estar de fiesta. “No luche contra las emociones, déjelas fluir”, dice Mejía, al tiempo que Meilij advierte de que “tratar de bloquear el dolor, retener el llanto y pretender estar feliz cuando no lo está impide hacer un proceso adecuado de duelo”.

Sin embargo, asegura que no se debe sentir culpable; al contrario, puede haber espacios para la alegría como el recordar los momentos agradables y emotivos con aquella persona que ya no le acompaña.

Eso sí, evite el aislamiento y comparta con alguna persona que pueda comprender su situación.

Lejos de casa.

La tecnología se hace amiga para acabar con esos sentimientos de soledad, busque apoyo en redes sociales o llamadas virtuales para estar en sintonía con sus familiares, dice Meilij.

Otra forma es practicar las costumbres, ritos navideños de su país y formar grupos entre coterráneos que puedan compartir y convertirse en un apoyo para no sentirse solo.

A falta de dinero.

Mejía plantea que la falta de dinero para comprar regalos exorbitantes son, en realidad, una oportunidad para demostrar cariño y ponerse “creativo”. Una forma de demostrar su amor es haciendo cosas sencillas como hornear un dulce, cocinar una cena modesta, pasar tiempo con esa persona especial, decir “te quiero” y dar un abrazo amplio y sincero, de seguro para ello no es necesario rebozar de dinero.

Enlace original: http://impresa.prensa.com/vivir/Escape-depresion_0_4102839772.html

lunes, 15 de diciembre de 2014

¿Cómo evitar el “filtro negativo” en tu relación de pareja?


La relación de pareja es un proyecto en constante evolución y movimiento, ¡por momentos parece todo un acto de equilibrio y malabarismo! Hay días en que nos maravillamos de la sincronía que compartimos con nuestra pareja. Somos el equipo perfecto. “¡Nos leemos la mente!” Y, bueno, a veces es todo lo contrario. ¡No damos pie con bola! Nos tropezamos, tambaleamos y caemos de bruces (o de nalgas). Pareciera que estamos en equipos contrarios. “¡Pareciera que hablamos idiomas diferentes!”

Según John y Elaine Leadem cuando nuestra relación de pareja pasa por un período de salud romántica pobre, valoramos menos a nuestra pareja, y por causa y efecto esta nos valora menos. Esto se debe a que durante estos periodos difíciles, nuestra tendencia es a ver solo lo negativo de nuestra pareja (en terapia cognitivo conductual llamamos a esta distorsión cognitiva “filtro negativo”).

Cómo solo estamos viendo lo malo (o lo que percibimos subjetivamente como malo) en nuestra pareja, cada vez toleramos menos su comportamiento (¡las mismas cosas que antes nos fascinaban ahora nos irritan!) y nuestra atención se desvía, llamado nuestra atención a todos esos aspectos en los que nuestra “media naranja” nos está dañando la calidad de vida.

Lo malo de todo esto es que este comportamiento es contagioso, no falta mucho para que ambos integrantes de la pareja nos encontremos bailando al mismo son, ¡el son de todo un tango de la muerte!

Como somos seres humanos, también tenemos la tendencia de negar lo que percibimos como malo o negativo en nosotros, y para defendernos, lo proyectamos en los demás; en este caso, en nuestra pareja. Así, toda la culpa la tiene el, o ella, y no nos percatamos (ni hacemos responsables) de nuestra parte en el asunto. Si, esto también es contagioso.

Cuando estamos enroscados en este tipo de pensamiento y conducta, donde solo vemos lo malo y lo negativo en la otra persona (no solo desconociendo lo bueno en ella, sino también desconociendo lo malo en nosotros mismos), se dificulta invertir comprensión y apoyo en la relación.

¡Ninguno de los dos quiere dar el brazo a torcer!

Si nuestra relación podía verse como una suerte de inversión romántica, ya no queremos seguir invirtiendo; es más, ¡hasta pensamos en retirar los fondos y cerrar la cuenta!

Nos empezamos a preguntar qué nos pasó, porque esto de estar en una relación dejó de ser divertido y lindo y se está sintiendo cada vez más como una carga, una tortura, un tormento, una obligación… ¡un trabajo (y uno que no nos gusta)!

Quizás es por eso que cuando trabajamos problemas de relación, ya sea en consultas individuales o de pareja, sin importar que tan mal estén las cosas, instamos a nuestros pacientes a hacer un esfuerzo (aunque en el momento cueste mucho) por buscar y evocar los aspectos positivos, tanto de la relación como de la pareja. Porque si no tenemos los positivos para tratar de balancear esa lista de negativos, ¡no se salva nadie!

Es más, no esperen a que surja el conflicto (y si, en toda relación de pareja saludable debe de haberlo), dense a la tarea de crear una lista con todas esas cosas buenas, bonitas, positivas, fascinantes, emotivas y demás que su pareja despierte en ustedes, así la tienen a mano si en algún momento llegan a necesitar un recorderis. ¡Que estén bien! - Izzy

Fragmentos extraídos de “How You Can Nourish a Healthy Romance” por John y Elaine Leadem.

jueves, 4 de diciembre de 2014

¿Razones para acudir a terapia?


La decisión de consultar a un terapeuta o de iniciar un proceso terapéutico es todo un desafío. Yo siempre les recalco a mis pacientes que el simple hecho de haber llegado a esa primera consulta es señal de fortaleza, la puesta en práctica de recursos positivos que lo empujan en busca de sentirse mejor, nada fácil cuando usualmente, cuando uno llega a terapia, ¡se esta sintiendo muy mal!

Cuándo acudir o no a un terapeuta es una pregunta común y recurrente, y podríamos hablar largo y tendido sobre el tema y verlo desde una variedad de perspectivas y abordajes distintos. La verdad, yo creo que no hay que pensarlo tanto, el instinto, la intuición o la tripa (como mas les guste llamarle) usualmente nos tironea en esta dirección cuando sabe que lo necesitamos, y mucho mejor seria, en vez de cuestionarnos si es la decisión adecuada o no, hacerle caso y ver qué tal.

Sin embargo, para quienes les interese, el terapeuta Richard Zwolinski ofrece una serie de listas muy prácticas y convenientes que nos pueden ayudar a tomar una decisión tan importante y decisiva en nuestra vida:

Lista de síntomas.

Según Richard Zwolinski, las siguientes instancias frecuentes o continuas son una buena señal de que quizás nos vendría bien consultar con un terapeuta. Un buen terapeuta (es decir, uno responsable y ético) siempre recomendará descartar condiciones medicas antes de abordar los aspectos psicológicos. Muchas veces, una consulta con un medico o psiquiatra ayuda a aclarar muchas interrogantes, tanto del paciente como del terapeuta, y muchas veces, el abordaje más efectivo es interdisciplinario.

- Tristeza o depresión.
- Temor abrumador o constante.
- Ansiedad o tensión extrema.
- Nerviosismo.
- Histeria.
- Problemas con la memoria.
- Culpa abrumadora.
- Pensamiento disperso o confuso.
- Suspicacia u hostilidad abrumadora.
- Pensamientos extraños o bizarros.
- Problemas de control de impulsos o ira (ya sea verbal, física o psicológica).
- Problemas de identidad (dudas acerca de la sexualidad, significado de la vida del paciente, confusión respecto a metas a largo plazo, decisiones laborales, lealtades a grupos, amistades, etc.).
- Problemas de espiritualidad (cuestiones y problemas morales, religiosos y espirituales, afiliaciones a cultos, etc.).

Lista de estresores vitales.

Los síntomas de la lista anterior pueden ocasionar o influir en diversos estresores vitales, de igual manera en que diversos estresores vitales pueden ocasionar o influir en nuestros síntomas. Lamentablemente existe la tendencia externa a hacernos creer en lo interno que nuestros problemas no son tan graves, o que nuestra incapacidad de lidiar con ellos es una muestra de flaqueza o debilidad. No nos dejemos llevar por esto, cualquier problema que nos provoque perturbación, dolor, tristeza, ira o sufrimiento es suficientemente valido para que busquemos ayuda. Tampoco dejemos que la vergüenza nos detenga, un buen terapeuta esta para escuchar y ayudar, no para juzgar. Además, todo lo que digamos en consulta es confidencial, siempre y cuando nuestra vida o la de otros no estén en peligro.

- Muerte de un familiar o de alguien cercano.
- Divorcio o ruptura sentimental.
- Matrimonio o relación de pareja.
- Enfermedad terminal propia o de un familiar o alguien cercano.
- Incapacidad física, dolor crónico, enfermedad crónica.
- Abuso de drogas o alcohol (propio o de un familiar o alguien cercano).
- Enfermedad mental (propia o de un familiar o alguien cercano).
- Perdida o cambio de trabajo.
- Mudanza, relocalización, migración.
- Cambio de escuela (tanto para niños como adultos).
- Problemas relacionales (dificultad para relacionarse con pareja, familia, amigos, compañeros de trabajo, etc.).
- Problemas académicos (malas notas, inhabilidad para retener información, problemas con maestros y profesores, tiempos de entrega, etc.).
- Problemas ocupacionales (tardanzas, ausencias, problemas con jefes o colaboradores).
- Víctimas de abuso (físico, sexual, emocional y psicológico).
- Víctimas de crímenes.
- Acciones abusivas o criminales por parte propia o de un familiar o persona cercana.
- Soledad extrema /falta de lazos comunitarios o amistosos.

Claro que la lista se queda corta, pero es un buen inicio. ¿La mejor parte? Basta con cumplir con un solo ítem para animarnos a acudir a terapia, y aun si no cumplimos con ninguno y sentimos que lo necesitamos, estamos en todo nuestro derecho (y responsabilidad) de hacerlo. - Izzy

Fragmentos extraidos del articulo “Is Therapy The Right Choice For You?” por Richard Zwolinski.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

¿Cómo se expresa el apego desorganizado en los niños?


Una infancia con déficits o conflictos con nuestros cuidadores primarios es un predictor importante de dónde nos va a encontrar parados el presente en el continuo de la salud y la disfunción. Por eso me parece tan importante conocer y entender nuestra historia de vida, particularmente nuestro patrón de apego, aprendido de nuestros cuidadores primarios y repetido a lo largo de nuestra vida en cada una de nuestras interacciones con los demás.

Lo veo en cada paciente que me comparte frases como: “Me estoy convirtiendo en mi padre…” o “No quiero hacerle a mis hijos lo mismo que hizo mi mamá conmigo…” Si no conocemos bien nuestra historia, estamos destinados a repetirla.

Según la Dra. Lisa Firestone, todos nacimos con el instinto innato de buscar el cuidado, la protección y seguridad de parte de nuestros padres o cuidadores primarios. Necesitamos de ellos, y tristemente, esto es válido tanto si nos tocaron padres buenos (o suficientemente buenos) o padres malos (o no tan buenos), negligentes, abusivos, ausentes, disfuncionales o simplemente unos con tantos traumas propios sin resolver que carecían de los recursos emocionales necesarios para cumplir con su tarea.

Cuando el comportamiento de nuestros cuidadores primarios es impredecible, atemorizante, negligente, peligroso, caótico, etc., se conjugan los elementos necesarios para que resulte un patrón de apego desorganizado. Es simple, tan solo traten de imaginar a un niño indefenso tratando de obtener seguridad, protección y cuidado de parte de cuidadores que no son aptos para ello.


¿Cómo expresan el apego desorganizado los niños?


Imaginemos una habitación con dos niños y sus cuidadores primarios. Uno de los niños, llamémosle Fabián, tiene una relación de apego seguro con sus padres. El otro, una niña de nombre Fabiola, ha desarrollado un patrón de apego desorganizado con sus cuidadores.

Ambos cuidadores abandonan la habitación y dejan solos a los niños. Ambos se muestran terriblemente molestos por la ausencia de sus cuidadores. Lloran, patalean, se revuelcan por el piso, patean los juguetes que hay a su alrededor, están inconsolables. 

Al rato, ambos cuidadores regresan. Fabián, aun molesto, corre a los brazos de su madre, en busca de confort y apapachos. Tras recibirlos, se calma y minutos más tarde, está jugando tranquilamente, como si nada hubiese pasado.

La reacción de Fabiola es diferente. Ella tiene sentimientos encontrados acerca de la reunión. Corre a los brazos de su padre, pero en cuestión de segundos forcejea brevemente con este y se aleja corriendo hasta llegar al rincón de la habitación, donde se hace una bolita.

Si, su primer impulso fue el de correr hacia su cuidador primario en busca de confort, pero no tardo mucho en recordar el temor que provoca estar cerca de él. ¡Qué sentimientos tan contradictorios! ¿Cómo lidia con ellos una peque indefensa como Fabiola? Como cualquier otro niño en su situación, formando un patrón de apego desorganizado con sus cuidadores primarios.

Lo que Fabiola ignora es que este primer patrón de relación con sus cuidadores primarios será la base para todas sus relaciones futuras, desde sus amiguitos y maestros en el colegio, hasta sus superiores en el trabajo, su pareja y, no sorprendentemente, sus propios hijos. 

Las perdidas, ausencias y traumas de la infancia, así como los patrones de apego aprendidos y adquiridos, se perpetuán a lo largo de nuestra vida como un ciclo vicioso hasta que decidimos hacer algo para cambiar la historia o guion de nuestra propia existencia. 

Si se sintieron identificados con Fabiola, y les gustaría aprender patrones más sanos para relacionarse con ustedes mismos y con los demás (porque el amor empieza por casa), los invito a hacer el ejercicio de iniciar un proceso de desarrollo individual y crecimiento personal, ¡de seguro aprenden mucho sobre sus fortalezas y recursos ocultos que les serán de mucha ayuda en su presente y en su futuro, y les ayudará a entender mejor (y a hacer las paces con) su pasado. ¡Estén bien! – Izzy


Fragmentos extraídos del artículo “Disorganized Attachment” por la Dra. Lisa Firestone.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

¿Una crisis de la edad media para cada década de tu vida?


Yo no sé si a ustedes les pasa, pero pareciera que la famosa “crisis de la edad media” se ha convertido en una serie de crisis que nos dan por décadas, y cada vez que cambiamos (o nos acercamos a cambiar) de digito decimal en nuestra edad, nos entra la crisis, en parte por las demandas y expectativas que nos hemos impuesto, en parte por las que nos impone la sociedad y el entorno. 

El cuento ahora es que los 30 son los nuevos 20, los 40 los nuevos 30 y los 50 los nuevos 40, como si vivir una década desfasada fuera la solución para sentirnos a gusto con nuestra edad y nuestro momento en la etapa particular de nuestra vida en la que nos encontremos cuando la dichosa crisis nos sale al paso.

Se supone que tienes que lograr no sé cuantos hitos, metas y objetivos antes de llegar a los treinta, ni les cuento si están llegando a los cuarenta y todavía tienen asignaturas pendientes en su lista de “cosas que debí lograr antes de los 30… ¡y de los 20!”. Con tanta presión impuesta y autoimpuesta, ¿¡quien no se deprime!?

A la consulta llegan muchas personas atravesando estas crisis, con sus sumas y sus restas, y por supuesto que puedo empatizar, me ha tocado estar ahí, me toca estar ahí y me tocará estar ahí en la medida que el reloj sigue avanzando y las décadas se acumulan y uno escucha esa canción que tanto le gusta en la radio y se percata de que ya pasaron veintitantos años desde que la escucharon por primera vez siendo adolescentes.

Leyendo un artículo de Garrett Johnson al respecto, me tope con una infografía muy interesante, de la que extraje algunos puntos que me llamaron la atención, para compartir con ustedes:

- Quienes hacen lo que aman y realizan sus sueños son menos propensos a sufrir una crisis de edad media.

- Quienes ponen la mayor parte de sus esfuerzos en cuidar a los demás y muy poco en sus propios intereses son más propensos a sufrir una crisis de edad media.

- En los hombres, la edad promedio para la crisis de la edad media es a los 43, con una duración promedio de 3 a 10 años. Las razones más comunes son el temor a envejecer, a no realizar los sueños, a perder el atractivo, a la enfermedad y a la muerte. 

- En las mujeres, la edad promedio para la crisis de la edad media es a los 44, con una duración promedio de 2 a 5 años. Las razones más comunes son la ausencia repentina de los hijos, cambios en el estilo de vida que permiten más oportunidades, la menopausia, cambios biológicos y psicológicos y el cuestionamiento de haber o no vivido a la altura de su potencial. 

- Eres susceptible de experimentar una crisis de la edad media si estas inusualmente preocupado por tu salud, repentinamente quieres cambiar tu físico (particularmente por medio de la cirugía estética), quieres hacer cosas para sentirte joven, repentinamente sientes que tienes que vivir cada momento al 100%, te encuentras preguntándote “¿esto es lo mejor/más interesante que se va a poner mi vida?”

Sea como sea, podemos ver estas crisis como algo negativo o como algo positivo, y es que en verdad son un poco de ambos. En la medida que subimos la colina de la vida, ganamos y perdemos, sumamos y restamos, y tenemos la increíble oportunidad de hacer balance a nuestra existencia, corregir el rumbo, aprender de lo bueno y lo malo, y apreciar en su justa medida lo que fue y ya no será y lo que está por venir aun. Alguien dijo por ahí que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, y nadie sabe lo que de lo que se estaba perdiendo hasta que llega lo nuevo. Bueno, las crisis de la edad media para cada década de nuestra vida sirven para recordárnoslo. - Izzy 

Fragmentos extraídos del artículo “How 30 Year Olds Should Handle A Mid-Life Crisis”, por Garrett Johnson.

viernes, 31 de octubre de 2014

¿Qué es el apego desorganizado?


Dime tu patrón de apego y te diré quién eres…” Es tal cual como suena. Nuestro patrón de apego, aprendido de nuestra primera y más temprana relación con nuestros padres o cuidadores primarios, determina nuestra relación con los demás, con el mundo y con nosotros mismos. Puede ser nuestra base segura, desde la cual nos lanzamos a explorar el mundo, o la base más insegura, desde la cual nos escondemos de nuestros miedos más primarios.

Hay varios tipos de apego, desde el más saludable, el apego seguro, al más disfuncional, el apego desorganizado. Este patrón de apego me explica por qué muchos de mis pacientes se sienten desbordados en situaciones de estrés con sus hijos y pierden el control, dando rienda suelta a una ira, enojo y agresión tan intensos como conflictivos, porque quieren controlarse a toda costa, pero hacerlo parece imposible.

Cuando me comparten y relatan su historia, los traumas y pérdidas se hacen evidentes, al igual que lo disfuncional de sus patrones de apego más tempranos, y ayudarles a entender y dar sentido a su relación de apego con sus padres, y cómo se traduce a su relación con sus hijos, es una parte tan vital del proceso terapéutico como el ayudarles a reprocesar sus historias traumáticas y pérdidas.

Según la Dra. Lisa Firestone, cuando un niño tiene un patrón de apego ideal, sus padres o sus cuidadores primarios le proveen de una base segura a partir de la cual puede aventurarse a explorar su entorno de manera independiente, sabiendo que puede regresar a un lugar seguro. Cuando los padres o los cuidadores primarios son abusivos, el infante puede experimentar el abuso físico y emocional y el comportamiento atemorizante como amenazantes.

Esto lo pone en un dilema porque sus instintos de supervivencia le indican que se aleje del peligro y busque seguridad, pero la seguridad podría bien estar representada por las mismas personas que lo atemorizan. En este caso, la figura de apego (la persona con la que el infante establece su patrón de apego) es también la fuente de malestar del niño. Bajo estas condiciones, los niños a menudo se disocian de si como mecanismo de defensa. Pueden sentirse separados o escindidos de lo que les está sucediendo. Lo que experimentan puede quedar bloqueado de su consciencia. Los niños bajo este estado conflictivo desarrollan apegos desorganizados con sus figuras parentales.

El apego desorganizado nace del miedo sin solución. Los padres pueden atemorizar a sus niños de muchas maneras, tanto conscientes como inconscientes. Pueden hacerlo a través del abuso y la negligencia, pero también debido a traumas irresueltos y pérdidas en sus vidas que les ha dejado con sus propios sentimientos de temor tan abrumadores que impactan y obstaculizan la formación de una relación de apego saludable con el niño.

Si algo de esto les resuena con su propia historia, los invito a buscar ayuda terapéutica para poder superar aquellos traumas y pérdidas de su infancia que les perturban en su presente y afecta sus relaciones con los demás y a aprender patrones de apego más saludables. - Izzy

Fragmentos extraídos del artículo “Disorganized Attachment”, por la Dra. Lisa Firestone.

miércoles, 8 de octubre de 2014

El amigable arte de ser feliz en pareja.


No sé si a ustedes les pasa, pero yo siempre me sorprendo con la capacidad de los actores de representar tantos roles diferentes, pero si nos ponemos a pensarlo un poco, cuando estamos en pareja, también nos toca representar una variedad de roles y papeles, y muchas veces o bien nos toca cambiar de uno a otro en una fracción de segundo o desempeñar varios al mismo tiempo… ¡y aquí no hay nada de segundas tomas!

Con nuestra pareja somos de todo un poco: compañeros, aliados, compinches, cómplices, amigos, familia, socios, amantes, co-parientes; y cuando metemos a nuestras familias extendidas, nos toca barajar todos estos roles junto con ser hijos o hijas, hermanos o hermanas, cuñados o cuñadas, yernos o nueras… y así nos vamos.

Esto me pone a pensar, si queremos ser y permanecer felices con nuestra pareja, ¿cuál será el papel o rol que más debemos proteger, nutrir y cuidar? No creo que podamos llegar a un consenso, y seguro cada quien tendrá su propia opinión al respecto (hagan el ejercicio y pregúntenle a su pareja, a ver si contestan lo mismo o tienen perspectivas diferentes al respecto), pero según Mike Bundrant, terapeuta especialista en PNL (programación neurolingüística), las parejas felices son amigos antes que familia.

Al menos en promedio, las personas disfrutan más pasar tiempo con sus amigos que con su familia. Es más, hay casos en los que los amigos pueden incluso aportar mayor felicidad que la pareja misma, ni decir la familia. ¿Suena muy cínico?

En más de una ocasión, recurrimos a nuestros amigos cuando buscamos un respiro de nuestras familias e incluso de nuestras parejas. ¿Alguna vez han oído que alguien busque en su familia o pareja un respiro de sus amigos? De repente pasa, pero no creo que sea la norma.

Y es que, como dice Mike, “Las familias de origen a menudo son verdaderos calderos de miseria”.

No teman, que la relación de pareja no necesariamente debe seguir el mismo destino, especialmente si se enfocan en ser amigos primero. Después de todo, los buenos amigos son menos propensos a tratarse sin respeto y más propensos a respetar límites, cosa que no siempre sucede con la familia.

Bundrant indica que el error que muchas parejas cometen es zambullirse en una relación joven demasiado rápido y profundamente. Al hacer esto se omite la oportunidad de formar una amistad y al instante lo que se crea es otro miembro de la familia... a veces demasiado “familiar” para nuestro gusto.

Fragmentos extraidos de “Six Things Happy Couples Do Differently than the Rest (Based on Research)” (autor: Mike Bundrant).

lunes, 29 de septiembre de 2014

El arte de hacernos responsables por nuestro propio paquete.


En nuestra búsqueda de pareja, conectamos por medio de nuestros aspectos positivos tanto como los negativos. O sea, hacemos clic en lo bueno y en lo malo, en lo lindo y en lo feo, en lo saludable y en lo disfuncional.

Muchas veces, nuestras expectativas y demandas irreales proyectadas en nuestras parejas nos hace verlas de manera idealizada. En ella buscamos compensación y reparación de daños, ausencias y anhelos que vienen de mucho atrás, y que en realidad, no le corresponde a nuestra pareja llenar.

Y es que nuestra pareja no viene a llenar vacíos previos, eso nos toca a nosotros en nuestro propio proceso terapéutico. La pareja está para construir sobre terreno firme y en común, no para rellenar espacios del pasado que nuestros padres olvidaron, obviaron o simplemente no pudieron llenar.

Hacer frente a estos espacios vacíos produce mucha ansiedad, miedo y soledad, sobre todo porque significa responsabilizarse de ellos, y recoger ese paquete que decidimos dejar equivocadamente en manos de nuestra pareja. Que cada quien se haga responsable de su historia, de su pasado, de sus vacíos, de su duelo y de su proceso de crecimiento.

Aquí muchos descubrimos que aunque nos creíamos muy adultos al entrar en una relación de pareja, en realidad no éramos más que un par de niños muy asustados, y ahora toca crecer y volverse adultos. Y si, crecer duele, pero es muy necesario, tan necesario como nuestros duelos, aunque asusten. – Izzy

viernes, 19 de septiembre de 2014

El responsable arte de ser feliz en pareja.


Entre las muchas cosas que tenemos que ser para ser felices en pareja, no podemos dejar de lado la responsabilidad. Después de todo, ¿a quién le gusta estar emparejado con una persona irresponsable, ya sea que no adquiere responsabilidades o no se hace responsable de sus actos y conductas?

La responsabilidad en pareja es una calle de dos vías. Si somos responsables ante nuestra pareja, bien podemos esperar que ésta sea responsable ante nosotros. Claro, ¡por lo que a cada parte le toca!

Y es que cuando asumimos más responsabilidad de la debida, con la idea de aligerar la carga ajena aumentamos la propia y por querernos hacer los buenos samaritanos, acabamos amargados y resentidos, lanzando indirectas y ataques pasivo agresivos hacia nuestra contraparte.

Esto a menudo no es más que consecuencia de ser poco asertivos y muy codependientes, una fórmula muy mal equilibrada y altamente toxica para nosotros y para nuestra pareja.

Mike Bundrant, terapeuta experto en PNL (Programación Neurolingüística) nos cuenta que las parejas saludables son expertas en tener muy claras sus responsabilidades mutuas. Es decir, cada quien se hace responsable por su paquete, en lugar de echárselo a la otra persona, como lamentablemente suele suceder en muchas situaciones de pareja que desencadenan en conflicto, separaciones o visitas al terapeuta de parejas.

Entender, y aceptar, los límites de la responsabilidad del otro con respecto a uno solo se logra después de haber adquirido la capacidad de hacerse responsable por lo propio. ¿Se entiende? Vamos a seguir recibiendo paquetes ajenos (en forma de demandas, culpas, críticas, expectativas, idealizaciones, proyecciones y otras hierbas) en la medida en que los sigamos repartiendo. Toca ir a terapia, abrir nuestro paquete (por mas miedo y ansiedad que nos de hacerlo) y examinar detenidamente su contenido, para saber dónde poner cada cosa.

¡A guardar, a guardar, cada cosa en su lugar!” ¿Quién se hubiera imaginado que una canción infantil sería la metáfora perfecta a hacerse responsable de nuestras proyecciones (nuestro “paquete”)?

Es muy difícil (además de muy injusto) reclamar responsabilidad a la pareja mientras que uno jamás asume la responsabilidad de sus propias conductas, emociones, pensamiento, bagaje, paquete, maletas, historia, familia, proyecciones, sombra, anhelos, vacíos… ¿seguimos?

Esta estrategia solo lleva a la pareja hacia un mutuo resentimiento y actitud defensiva. “Jinetes del Apocalipsis” los bautizó John Gottman, y con justa razón.

Es una cuestión de actitud madura y reciprocidad. Si queremos que nuestra pareja reconozca su responsabilidad, tenemos que estar dispuestos a reconocer la propia. ¿Pero por dónde empezar? Mmmmm, muy buena pregunta. ¿Qué tal por ir a terapia? A mí me parece un excelente inicio. - Izzy

Fragmentos extraidos de “Six Things Happy Couples Do Differently than the Rest (Based on Research)” (autor: Mike Bundrant).

lunes, 15 de septiembre de 2014

El sorprendente arte de ser feliz en pareja.

El amor y el sexo se parecen mucha en una cosa… ¡ninguno de los dos es una dieta! La variedad es la clave, y de la misma manera en que muchos se rinden ante las dietas hartos por la falta de variedad, la necesidad humana por la variedad también puede hacernos querer rendirnos de nuestra relación de pareja a largo plazo… ojo, ¡solo si no la satisfacemos! Esto no significa buscar la variedad afuera, sino esforzarse, tanto individualmente como en pareja, en buscar la variedad dentro de la relación. Probar cosas nuevas, o sacar viejos trucos de la maleta de variedades cuando la otra persona menos se lo espera.

A veces caemos en el equívoco de creer que para seguir sorprendiendo a nuestra pareja, necesitamos de grandes gestos, cuando en realidad, son los detalles pequeños los que mantienen la vida en pareja interesante.

Tanto en la cama como fuera de ella, las mejores sorpresas involucran el ser atentos y considerados hacia nuestra pareja. Esos pequeños detalles que le dicen a nuestra pareja “¡Si, se dio cuenta qué eso me llamó la atención!” o “¡Wow, cuando le tiré la indirecta y se hizo el desentendido, si me había captado! ¡Qué lindo!”




Estos consejos de Mike Bundrant (terapeuta experto en PNL, o Programación Neuro Lingüística) para recordarnos de las cosas pequeñas que importan en grande me parecen muy atinados:

- Decirle “te amo” a nuestra pareja espontáneamente (mientras hacen el súper de los domingos).

- Regalos y salidas BBB (Bueno, Bonito y Barato).

- Hacer las tareas de la casa por la otra persona (preparar la cena, organizar el closet, bañar al perro).

- Ofrecer un masaje (si, los masajes son un preámbulo excelente al sexo, pero también es una sorpresa grata para tu pareja que le des uno sin esperar que haya sexo después).

Lo mejor de estos pequeños detalles es que tienen valor acumulativo y su efecto perdura, especialmente cuando lo convertimos en una especie de ritual o algo muy de la pareja. Y recuerden, si les gusta ser sorprendidos, ¡sorprendan también, que la reciprocidad es un excelente afrodisiaco! - Izzy

Fragmentos extraidos de “Six Things Happy Couples Do Differently than the Rest (Based on Research)” (Autor: Mike Bundrant).

lunes, 8 de septiembre de 2014

Estrés, pareja y el estado premórbido de nuestras familias de origen.


La relación de pareja es un proceso de aprendizaje enriquecedor, para bien o para mal, y conocer más acerca de la influencia que ejercen sobre ella nuestras respectivas familias de origen definitivamente nos ayuda a entender mejor tanto a nuestras parejas como a nosotros mismos.

Muchos desconocemos que nuestra capacidad para manejar el estrés (cómo lo manejamos y cuánto podemos tolerar antes de caer en patrones y conductas tóxicas, disfuncionales y maladaptativas) viene determinada en parte por nuestra familia de origen, un sistema multigeneracional en el cual cada generación es influenciada (y reforzada) por aquella que la precede.

Según los autores de “The Evaluation and Treatment of Marital Conflict”, toda relación de pareja existe dentro de este sistema familiar multigeneracional, fuente de la herencia biológica y psicológica de ambos integrantes.

El estado premórbido de una familia, su nivel de funcionamiento previo al surgimiento de síntomas conflictivos dentro de la pareja, es un indicador de la cantidad de estrés que probablemente sea canalizado hacia la relación de pareja desde la familia extendida. También es un excelente predictor de cuánto estrés puede absorber (y disipar) la pareja sin producir síntomas.

La relación de pareja es la unión de dos sistemas familiares y los mejores indicadores del estado premórbido de la familia son:

- El número y la severidad de disfunciones individuales en el sistema familiar multigeneracional.

- El número de conflictos y puntos de cortes (miembros de la familia que interrumpen contacto o comunicación entre sí) en las relaciones dentro de ese sistema.

La unión de dos sistemas, y los tipos de relaciones que existen en estos, inician la relación de pareja en un nivel dado (es decir, en un punto particular a lo largo de un continuo de funcionalidad/disfuncionalidad, salud/enfermedad, normalidad/patología, etc.).

Aquí ocurre un hecho muy interesante y significativo. Cuando estamos dentro del sistema, es muy difícil darnos cuenta de la disfuncionalidad, ya que básicamente hemos crecido inmersos en ella, y como la disfuncionalidad suele ser la manera más funcional en que el sistema familiar ha logrado funcionar, tomamos lo disfuncional como la norma.

Sin embargo, quizás nos resulta más fácil notar la disfuncionalidad en el sistema familiar de nuestra pareja, y viceversa (eso de ver la paja en el ojo ajeno, ¿les suena?). Y de la misma manera en que esta se sentirá agredida cuando se lo hagamos notar, nos sentiremos nosotros también agredidos cuando nuestra pareja haga lo mismo.

Un tercer observador, uno no inmerso en ninguno de los dos sistemas familiares, logrará ver cosas que ninguno de los integrantes de la pareja podrá ver. Aquí el inmenso valor del terapeuta de parejas y de la terapia de parejas.

En este punto surge una realidad que muchas parejas (y especialmente sus familias) son incapaces de ver, entender y procesar: “Cuando se forma una relación de pareja, dos familias que jamás habrían tenido interés alguno en relacionarse entre si quedan unidas en una relación permanente que ninguna de las dos buscó.”

¿Alguna vez se han puesto a pensar cómo la historia y dinámica de sus familias de origen pueden estar afectando negativamente su relación de pareja, haciéndoles repetir patrones tóxicos y disfuncionales? ¿Cuántos de sus conflictos de pareja se organizan alrededor de sus respectivas familias de origen? ¿Se han sentido “mediadores”, “árbitros” o “conciliadores” entre sus familias de origen y sus parejas? Estas son solo algunas interrogantes que pueden explorar en terapia, ya sea una terapia de pareja o una terapia individual. Los invito a hacer el ejercicio. - Izzy

Fragmentos extraídos del libro: “The Evaluation and Treatment of Marital Conflict” (Autores: P. Guerin, L. Fay, S. Burden y J. Kautto).

viernes, 5 de septiembre de 2014

Sexo, confianza y comunicación: ¿Antídotos para la monotonía en la relación?

¡Mantener la emoción, la pasión, la intensidad y el interés en la relación de pareja a largo plazo puede volverse todo un desafío! De acuerdo con la Dra. Samantha Rodman, hay tres áreas principales que deben trabajarse en una relación a largo plazo que ha caído víctima de la monotonía: El sexo, la confianza y la comunicación.

Sexo.

Con el fin de mejorar nuestra vida sexual, y mantenerla en condiciones óptimas, tenemos que examinar tres criterios: Frecuencia, compatibilidad y pasión.

Frecuencia: ¿Tienes sexo al menos una vez a la semana con tu pareja? La Doctora considera este un buen objetivo (al menos para una pareja joven), y si más, mejor. Si la pareja no tiene relaciones sexuales con cierta frecuencia (exactamente “cuánta” frecuencia es la adecuada es una formula única para cada pareja, no hay fórmulas exactas, buenas ni malas, siempre y cuando, claro, funcionen para todos los involucrados) se puede perder el interés en la otra persona. Y es que tener sexo nos mantiene conectados y mantiene activos los drives (impulsos, energías, vibras, etc.) sexuales de cada cual. Acuérdense también que tener sexo nos hace liberar oxitocina, la ya uber famosa hormona del amor, el apego y todo lo bueno que viene después del sexo.

Compatibilidad: ¿Qué actividades sexuales les gustan a los dos? ¡Hagan eso! ¿Cuáles le gustan más a uno que al otro? ¡No hagan eso! Al menos por ahora. La Dra. Rodman recomienda mezclar frecuencia (una vez por semana para volver a ponerse en ritmo) con hacer algo que ya saben que los dos van a disfrutar (ya habrá tiempo para experimentar más adelante).

Pasión: Con el fin de cultivar la pasión, la pareja necesita sentirse realmente conectada. Esto significa mucho (buco rantan pocotón, en buen panameño) toqueteo, manoseo, besuqueo y todo lo demás que termina en “eo” y usualmente quedará excluido del horario de protección al menor. ¡Ojo, no se queden solo en lo físico! También deben sentirse reconocidos, amados y comprendidos con el fin de dejar de lado sus inhibiciones. ¡Y digo “deben” porque esto es válido tanto para hombres como para mujeres! ¡A los hombres también nos gusta recibir esa parte emocional y afectiva de nuestras parejas!




Confianza.

Pocas cosas paralizan el crecimiento de una pareja como la semilla de la desconfianza. Ojo, no se trata solo de confianza en torno a la fidelidad de la pareja, también surge el tema de si el amor y compromiso es verdadero y reciproco. Desconfianza e inseguridad, después de todo, van de la mano. También vale la pena recordar que la confianza se cultiva en pareja, pero se siembra en nuestras respectivas familias de origen.

Muchas veces, cuando la desconfianza asoma su fea cabeza sobre la relación, o la confianza esconde la propia, se piensa que el origen está en lo que sea que haya provocado la situación (por ejemplo, descubrir que la pareja ha estado coqueteando con otra persona por chat). Esto no es del todo errado, pero en realidad, esta situación es solamente un disparador que activa emociones, sentimientos y pensamientos originados en eventos y anhelos (ausencias y vacios) de nuestras infancias que son evocados por la nueva situación.

Si ha habido una historia de infidelidad, o incluso una de mentiras "menores" constantes, este sentimiento sospechoso puede erosionar la conexión de pareja, creando lejanía y distancia entre sus integrantes.

Comunicación.

“Lo que pasa es que tenemos un problema de comunicación.” Suena trillado, pero es una realidad, parece que comunicarnos entre nosotros, a al menos hacerlo de manera eficiente y saludable, es más difícil en la práctica que en la teoría. En la medida en que la pareja se aleja más y más de la fase de enamoramiento o amor romántico y se asienta en la etapa de amor por apego, a veces sucede que la pareja va perdiendo o dejando perder esos valiosos espacios para hablar y conectarse.

Rodman recomienda dejar de lado 30 minutos cada semana (ya es el colmo no encontrar 30 minutos en la semana, pero lamentablemente, pasa, y pasa mucho) para un check-in emotivo, durante el cual cada uno pregunta al otro cómo se siente acerca de la relación. Incluso vale llevar el tiempo, para asegurarse de que se cumpla, y la regla de oro: Prohibido hablar de cualquier otra cosa que no sea cómo se sienten emocionalmente el uno del otro. O sea, nada de hablar de las cuentas, los hijos, la familia, el carro que hay que llevar al taller, o la película que van a estrenar en el cine.

Otro ejercicio interesante: Durante la semana, todos los días, dejar de lado 10 minutos para hablar de temas que en realidad nunca discuten o hablan. El objetivo es llegar a conocer a la pareja en un nivel más profundo. Entre esto y trabajar en su conexión física, debería verse un aumento en la sensación de cercanía. Si les cuesta encontrar tema, algunas preguntas que pueden ayudar:

“¿Cuándo te diste cuenta que me amabas?”

“¿Qué aprendiste sobre el matrimonio de tus padres?” (1)

“¿Cuál es tu cosa favorita que haga por ti?”

“¿Cuál es tu recuerdo favorito de nosotros?“

“¿Cuál es tu recuerdo favorito de ser un niño?” (2)

“¿Cuál es tu recuerdo sexual favorito de nosotros?” (3)


(1) Esta pregunta me pareció muy atinada. Después de todo, nuestros padres son nuestro primer modelo de pareja, de ellos aprendemos cómo una pareja se comunica, se demuestra afecto, manejan y resuelven conflictos y diferencias y reaccionan ante situaciones estresantes. De ellos podemos aprender patrones saludables y apropiados o tóxicos y disfuncionales.

(2) Traer a la memoria un recuerdo agradable de la niñez nos ayuda a ponernos en contacto con nuestro niño interior. Claro, también hay infancias tristes y dolorosas, donde cuesta encontrar siquiera un recuerdo agradable o bonito. En este caso, toca ayudar a sanar a ese niño interior. La terapia ayuda mucho en este proceso. No se imaginan cuantas secuelas de la niñez traemos a nuestra vida adulta y a nuestra vida en pareja.

(3) Esta pregunta puede llevarlos de nuevo al sexo... ¿Hay que explicar más? :)

Fragmentos extraídos de “Reader Question: How Can I Spice Up My ‘Monotogamy’?” por Samantha Rodman.

lunes, 25 de agosto de 2014

¿Y quién toma la iniciativa para la primera cita?

"Pocas cosas nos despiertan más expectativas, ansiedad y demandas (muchas veces irracionales y totalmente pasadas de intensidad) que una primera cita. ¿Quién no lo ha sentido antes de dar el primer paso para hacerla posible? ¡Especialmente con alguien que nos mueve el piso a otro nivel! Los investigadores Jennifer MacGregor y Justin Cavallo encontraron que aunque estudios anteriores..."

viernes, 8 de agosto de 2014

Siete principios y cuatro jinetes II.


El investigador John Gottman ha observado a miles de parejas por décadas, y enfocándose en parejas emocionalmente inteligentes, encontró que todas se parecían en siete aspectos fundamentales para una relación a largo plazo viable:

1. Conocer el mundo de nuestra pareja.

Dicen que el amor está en los detalles, pero no se trata solamente de conocer los gustos, preferencias y detalles superficiales de nuestra pareja (su comida favorita, película predilecta, etc.). Para conocerse hay que abrirse, contarnos mutuamente nuestras historias, y querer conocer a la otra persona depende de estar dispuestos a dejarnos conocer por ella, y nuestro equipaje familiar (nuestra historia familiar) determina en gran medida qué y cuánto de nuestra historia y mundo emocional estamos dispuestos a compartir. Menos compartimos de nuestro mundo, menos vemos del mundo de nuestra pareja. Conocer a la otra persona es, en cierta forma, una experiencia que no tiene fin, el “mapa del amor” de nuestra pareja es dinámico y va cambiando igual que ella, ¡ténganlo en cuenta!

2. Experimentar de forma activa la admiración de nuestra pareja.

El criticismo y el desprecio son dos de los jinetes del apocalipsis relacional. Y es que cuando criticamos, solo nos enfocamos en lo negativo de nuestra pareja, es como si dejáramos de percibir en ella todos esos atributos que nos fascinan y hacen que la admiremos. Incluso hay personas que se sienten acomplejadas por los logros, aptitudes y cualidades de la pareja y en vez de admirarla, la envidian. ¡Si ves algo admirable en la otra persona, recuerda que es porque reconoces en ella aspectos tuyos! Si te cuesta reclamarlos, ¡a terapia! Siempre habrá una que otra crítica, seamos realistas, aquí lo importante es asegurar que tenemos más razones para admirar a nuestra pareja que para criticarla, ¡y que el sentimiento sea mutuo!

3. Enfrentarse en vez de darse la espalda.

No hay comunicación más directa que cuando ambas personas se miran a los ojos, y si no me creen, traten de tener una conversación con su pareja dándose la espalda. Van a ver que no es lo mismo. Cuando las parejas discuten, es común que se forme una brecha, una distancia, y que cada quien le dé la espalda al otro, al menos por un tiempo, hasta que los ánimos se aquieten. Las parejas emocionalmente inteligentes saben que es necesario hacer más movidas que los acerquen versus aquellas que los separen. Ojo, llevar la cuenta de quién dio el primer paso en acercarse la última vez también es nocivo, ¡no sean tan matemáticos, están usando el hemisferio incorrecto!

4. Permitirse se influenciado por la pareja.

Hay una frase de Anne-Lise Lovlie Schibbye que me parece muy indicada para este punto en particular: “Nacemos en conexión, sufrimos en soledad, nos desarrollamos en relación.” En su libro “The Vibrant Relationship” Kirsten Seidenfaden y Piet Draiby indican que solo aprendemos algo nuevo acerca de nosotros mismos mediante encuentros con personas que son diferentes de nosotros, y si bien a menudo hacemos “click” con nuestra pareja en base a aquellas cosas en que nos parecemos, crecemos a partir de nuestras diferencias intrínsecas. Los conflictos que enfrentamos con nuestras parejas, que casi siempre se basan en diferencias, deben verse como oportunidades de aprendizaje y crecimiento, siempre y cuando nos permitimos ser influenciados en lo positivo por nuestra pareja.

5. Resolver los problemas solucionables.

Una creencia irracional que muchos llevamos a nuestras relaciones de pareja sin tener idea de ello es el supuesto de que deberíamos poder resolver todos nuestros problemas y diferencias. ¡Imagínense esta utopía! Es más, me parece que una relación de parejas sin problemas ni diferencias se volvería tan aburrida, monótona e insípida, que probablemente moriría de inanición. Y es que más investigo y aprendo del tema, más me doy cuenta de lo importante que son las diferencias, y el aprender a reconocerlas y aceptarlas, lo que mantiene nuestra relación de pareja vibrante y con vida. Según Gottman, que de este tema sabe mucho, 70% de nuestros problemas de relación no se pueden solucionar.

6. Superar los puntos muertos.

Gottman descubrió que, irónicamente, 69% de las parejas felices seguían teniendo los mismos conflictos sin resolver después de 10 años, pero no solo seguían juntos, seguían felizmente juntos. El secreto está en superar los puntos muertos en los conflictos, es decir, acordar no acordar y enfocar las energías en encontrarle la vuelta al tema. Podríamos decir, encontrar la solución “suficientemente buena”. Ganar algunas, perder algunas, y buscar un buen equilibrio y entendimiento. No se imaginan cuantas parejas se estancan en un punto muerto simplemente porque ninguna de las dos se niega a perder. Si, a las finales, salen perdiendo ambos.

7. Crear mundos compartidos.

Las buenas parejas crean un mundo compartido (¡ojo, no fusionado!), que les da un espacio en común, seguro y exclusivo al cual pueden retirarse tanto en momentos de paz como de conflicto. Una “casa segura”, por decirle de alguna manera. Es el mundo que la pareja ha decidido construir juntos, un proyecto de a dos, que integra las cosas que ambos aman y un poquito de ese toque especial de cada quien, sin dejar de lado los mundos individuales de cada cual. Se supone que cuando esta dinámica funciona bien – sin que estos mundos individuales y compartidos choquen ni se fusionen – se retroalimentan y enriquecen entre sí. Es tener una identidad como pareja, sin perder la identidad individual en el proceso, ¡importantísimo!

A modo de conclusión.

¡Por eso es tan importante conocernos antes de conocer a otra persona! ¡Crear un mundo propio antes de intentar crear uno compartido! El proceso terapéutico es una oportunidad única para conocer y entender nuestra historia, y evitar repetir esos patrones y dinámicas que han causado daño en el pasado, nos brinda la oportunidad de conocernos plenamente y así poder darnos a conocer y conocer a nuestra pareja con la misma plenitud. Muy importante: Conocer el mundo de nuestra pareja implica aceptar no solo la luz, también la sombra y aceptar que somos parecidos en muchas cosas ¡y muy distintos en muchas otras! - Izzy

miércoles, 6 de agosto de 2014

¿Te enamoraste? ¡Te espejeaste!




¡Qué fascinante que nos podamos enamorar de alguien porque vemos en ellos aspectos negados o reprimidos en nosotros mismos! Significa que enamorarse de alguien es, en cierta manera, enamorarse de uno mismo y que en la medida en que vamos conociendo mejor a esta persona, nos vamos conociendo mejor a nosotros mismos.

Y es que cada persona que nos llama la atención, que nos enamora, es un espejo a través del cual nos podemos ver, quiénes somos, quiénes creemos no ser y quiénes podemos llegar a ser. ¡Y viceversa! ¡A la persona que se enamora de nosotros le está pasando exactamente lo mismo!

Y así nos vamos conociendo y aprendiendo los unos de los otros. Cada persona que se cruza en nuestro camino y con quienes compartimos parte de nuestras vidas nos deja con una increíble enseñanza, y sin lugar a dudas nosotros también dejamos una huella indeleble en ellos.

Procuremos que sean huellas bonitas, lindos recuerdos, y hagamos lo mejor que podemos para no dejar ni heridas ni cicatrices, aunque a veces parezca inevitable. Después de todo, las cicatrices que sanan bien son algunas de las marcas más bonitas que adornan los cuerpos de nuestras vidas. – Izzy

lunes, 28 de julio de 2014

Rompehechizos y perduraprofecías.

Mi terapeuta siempre me dice que toda persona que llega a tu vida lo hace para dejarte una enseñanza. Yo creo lo mismo, a sabiendas de que esto no es siempre tan evidente, ni tan sencillo de conciliar. Y es que hay personas que llegaron a nuestras vidas y desearíamos jamás lo hubieran hecho, de igual manera que hay quienes ya se fueron y deseamos se hubieran quedado. ¿Qué les puedo decir?, así es la vida, un eterno proceso de aprendizaje.

Más aprendo de mis mentores, guías, supervisores, colegas, pacientes, libros y todo lo demás también, más me doy cuenta de que para muchos, o quizás para todos, nuestra vida adulta tiene todo que ver con dar significado a nuestra infancia, a los anhelos que quedaron en anhelos, en las estrategias de supervivencia que ya no sirven y hay que cambiar o actualizar, en las dinámicas y patrones que hay que romper, para no seguir en esos círculos toxicas, viciosos y perpetuos que parecen permanecer por generaciones en tantas dinámicas familiares.

Y he aquí donde entran los “rompehechizos” y “perduraprofecías”. Quienes lleguen a nuestras vidas podrán cumplir uno u otro rol. Si se ponen a pensarlo, quizás se den cuenta quienes en sus vidas han sido “rompehechizos” y quienes, por el contrario, se ganaron el título de “perduraprofecías”.

Los “rompehechizos” o rompedores de hechizos son aquellas personas que llegan a nuestras vidas y nos abren los ojos, nos quitan la venda, nos regalan una forma nueva de ver el mundo, a los demás y a nosotros mismos. ¡Son esas personas que nos ayudan a crecer! Los que nos dan permiso para dejar de ser o hacer (dejar de ser la víctima, dejar de hacer todo por los demás y nada por nosotros) o para ser y hacer (ser nosotros mismos, hacer lo que nos apasiona). Me gusta pensar que los “rompehechizos” no son “seres de luz”, “iluminados” ni nada por el estilo, sino seres que al haber hecho las paces con su sombra y habiendo reclamado como propios sus aspectos buenos y malos, positivos y negativos, son libres de darse el permiso de compartir su luz, sin negar su sombra.

Los “perduraprofecías” o perduradores de profecías son aquellas personas que, por el contrario, llegan a nuestras vidas como viva encarnación de la repetición de todo aquello de lo que necesitamos liberarnos. Son la piedra perpetua con la que amamos darnos de frente, a toda velocidad y a todo color. Nuestro sabor predilecto de toxicidad. Son los que prefieren que vayamos por la vida con los ojos cerrados, con la venda bien puesta y con la visión más sombría, amenazante y distorsionada del mundo, los demás y nosotros mismos. ¡Son esas personas que no quieren que crezcamos, porque ellos tampoco han podido hacerlo! Son quienes en lugar de repartir permisos, nos legan profecías destinadas a cumplirse: seguir repitiendo el mismo patrón, perpetuar las dinámicas familiares disfuncionales, crecer y vivir acostumbrados a respirar toxicidad. Los “perduraprofecías” le tienen terror a su sombra, todo lo ven proyectado en los demás: lo bueno, lo malo, lo positivo y lo negativo. Tienen mucho miedo de “mirar para adentro”. Y cuando se vive peleado con la sombra, es imposible tener luz para compartir.

Como adultos, tenemos el permiso para elegir quienes queremos ser, tanto en nuestras vidas como en las de los demás, un “rompehechizos” o un “perduraprofecías”. Y ustedes, ¿quién prefieren ser? - Izzy

lunes, 21 de julio de 2014

"10 mitos del trastorno obsesivo-compulsivo" (publicado en Vivir+, La Prensa, 19 de julio, 2014).

1. Obsesiones y compulsiones son sinónimos.

Falso. Mientras que las obsesiones son pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan como intrusas o no deseadas, y que causan ansiedad o malestar importante, las compulsiones son comportamientos o actos mentales repetitivos que el sujeto realiza como respuesta a una obsesión o de acuerdo con reglas que ha de aplicar de manera rígida.

2. El trastorno obsesivo-compulsivo y el trastorno de la personalidad obsesivo-compulsiva son la misma cosa.

Falso. La característica esencial del trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad es una preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control mental e interpersonal, a expensas de la flexibilidad, la espontaneidad y la deficiencia. A pesar de la similitud de los nombres, el trastorno obsesivo-compulsivo se distingue fácilmente del trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad por la presencia de verdaderas obsesiones y compulsiones.

3. Las personas perfeccionistas, pulcras y altamente organizadas son obsesivo-compulsivas.

Falso. Si bien es posible que algunas de estas personas presenten rasgos de personalidad obsesivo-compulsiva e inclusive puedan reunir los criterios para un trastorno de la personalidad obsesivo-compulsiva, se debe diferenciar del comportamiento que sirve un propósito valioso, contribuyendo a la autoestima de la persona y su éxito en el trabajo o en su carrera, versus las obsesiones y rituales que provocan malestar y deterioro en las personas que sufren de trastorno obsesivo-compulsivo.

4. Las personas que comen, tienen sexo, consumen drogas y/o alcohol o juegan de manera compulsiva son obsesivo-compulsivas.

Falso. Si bien es cierto que estas actividades se califican como compulsivas debido a la forma excesiva y sin control con que se llevan a cabo, no se consideran compulsiones ya que, a pesar de sus efectos negativos, el individuo obtiene placer de estas actividades y no las realiza para contrarrestar una obsesión, sino más bien debido a una incapacidad para controlar sus impulsos.

5. Las personas supersticiosas y que realizan comportamientos repetidos de comprobación son obsesivo-compulsivas.

Falso. Las supersticiones pueden confundirse con obsesiones (por ejemplo, si se nos cruza un gato negro, algo malo pasará) y los comportamientos repetidos de comprobación (revisar varias veces si cerramos la puerta porque no estamos seguros) con compulsiones, pero muchas veces son parte de nuestra vida cotidiana y no indicativos de un trastorno obsesivo-compulsivo a menos que supongan una pérdida diaria de tiempo significativa o den lugar a un deterioro marcado de la actividad global de la persona afectada o a un malestar clínicamente significativo.




6. Los niños no sufren de este trastorno.

Falso. Aunque el trastorno obsesivo-compulsivo se suele iniciar en la adolescencia o a principios de la edad adulta, también puede hacerlo en la infancia, de manera similar a los de los adultos. Pero a diferencia de los adultos, los niños no saben que su comportamiento es excesivo e irracional, debido a que, por su edad, puede que no dispongan todavía de la suficiente capacidad cognoscitiva para llegar a conclusiones de este tipo.

7. No existe tratamiento efectivo para los trastornos obsesivo-compulsivos.

Falso. Las personas que sufren de trastornos obsesivo-compulsivos pueden beneficiarse enormemente de tratamientos farmacológicos, terapias cognitivo conductuales o una mezcla de ambos. Muchas veces se recurre inicialmente al uso de fármacos para disminuir la sintomatología, facilitando así el abordaje psicoterapéutico.

8. Quienes sufren de este trastorno piensan que su comportamiento es completamente normal.

Falso. Generalmente en algún momento del curso del trastorno la persona reconoce que sus obsesiones o compulsiones son exageradas o irracionales. Las obsesiones se experimentan como intrusas e inapropiadas, provocando una ansiedad o malestar significativos, que conducen, precisamente, a la aparición de las compulsiones, orientadas a disminuir la ansiedad y malestar provocado por las obsesiones.

9. Se desconoce la causa de los trastornos obsesivo-compulsivos.

Falso. Tradicionalmente se creía que el trastorno obsesivo-compulsivo era resultado de experiencias vitales, particularmente actitudes aprendidas en la infancia, con énfasis excesivo en la limpieza, o la creencia de que ciertos pensamientos son peligrosos o inaceptables. Siguiendo el modelo biopsicosocial, actualmente se consideran causas centradas en la interacción de factores neurobiológicos e influencias ambientales, así como de procesos cognitivos.

10. Superar los trastornos obsesivo-compulsivos depende solamente de la fuerza de voluntad de la persona que los padece.

Falso. Contar con un sistema de soporte adecuado (amigos, familiares, terapeutas, etc.) es muy importante en la recuperación de una persona con un trastorno obsesivo-compulsivo. La familia debe apoyar, sin permitir la perpetuación de los síntomas. Es importante no trivializar el trastorno (por ejemplo, nunca decirle al paciente que lo que tiene no es nada y debería poder superarlo si realmente quisiera) ni demandar mejoría de parte del paciente sin haber tratamiento terapéutico de por medio. Se debe recordar tener mucha paciencia con el paciente y reconocer sus progresos, por pequeños que sean.

Enlace original: http://www.prensa.com/impreso/vivir/10-mitos-del-trastorno-obsesivo-compulsivo/36123

miércoles, 9 de julio de 2014

Siete principios y cuatro jinetes I.


Yo no sé ustedes, pero yo soy fiel creyente de que la información es poder. Es como aquella campaña pública televisiva norteamericana “The More You Know”. Yo creo que no saber nos mantiene a oscuras, abrazados a creencias rígidas, patrones inflexibles y dinámicas obsoletas. Siempre es bueno aprender algo nuevo, y desaprender aquello que quizás nos sirviera en el pasado, pero ya no tienen utilidad y que en el presente nos causa más estorbo, molestia y consecuencias negativas que otra cosa. Y es que crecer tiene mucho que ver con ir soltando cosas viejas para agarrar cosas nuevas, renovar el alma, el espíritu, la psiquis, la mente, el corazón, y todo lo demás también.

John Gottman ha observado a miles de parejas por décadas, así que sabe un par de cosas acerca de las relaciones que a todos nos viene bien saber. Enfocándose en parejas emocionalmente inteligentes, encontró que todas se parecían en siete aspectos fundamentales. Estos siete principios de Gottman para una relación a largo plazo viable son:

1. Conocer el mundo de nuestra pareja.
2. Experimentar de forma activa la admiración de nuestra pareja.
3. Enfrentarse en vez de darse la espalda.
4. Permitirse se influenciado por la pareja.
5. Resolver los problemas solucionables.
6. Superar los puntos muertos.
7. Crear mundos compartidos.

La práctica de estos siete principios ayudan a mantener bien alejados de nuestra relación de pareja a lo que Gottman llama los “cuatro jinetes del apocalipsis” en una relación:

1. Criticismo.
2. Defensa.
3. Desprecio.
4. Táctica de cerrojo.

Estos jinetes no son más que nuestras estrategias a la hora de manejar el conflicto, la forma que elegimos para discutir. Y es que toda pareja tiene que discutir de vez en cuando, pero hay formas saludables y formas tóxicas de hacerlo, y lamentablemente, desde nuestras familias de origen, a la mayoría nos heredan la segunda en lugar de la primera.

Estas conductas tóxicas inyectan a la relación de pareja una dosis letal de frustración, que con el tiempo se convierte en amargura y resentimiento, y son predictores de un inminente divorcio. ¿Qué tan inminente? Basándose en sus investigaciones y estudios, John Gottman ha mostrado que puede predecir el divorcio con más de 95% de precisión, y es que una relación donde estos principios están ausentes y estos jinetes presentes es lamentablemente de pronóstico reservado.

Bueno, entonces, ¿cultivar estos siete principios es la solución a todos los problemas de pareja? Nos gustaría creer que sí, pero no es así. Pero no se desanimen, porque practicar estos siete principios puede ser una solución al 30% de todos los problemas de la pareja. Si piensan que es un porcentaje desalentador, piensen de nuevo, acá paga una vez más eso de “the more you know…” porque a veces en este mundo de las relaciones de pareja se nos complica de más el panorama porque queremos solucionarlo todo, ¡que demanda más irreal! ¡No se puede!

Gottman nos cuenta que 70% de nuestros problemas de relación no se pueden solucionar. ¡Ojo! Esto no implica que una relación no tiene solución, significa ajustar expectativas para hacerlas más acordes a la realidad, que tenemos que aprender a vivir en una relación imperfecta, cultivando los aspectos cultivables, solucionando los problemas solucionables y aprendiendo a negociar y hallar el punto medio más simétricamente posible en los desacuerdos y conflictos para poder seguir creando ese mundo en común, sin perder nuestros mundos individuales en el proceso. - Izzy

lunes, 7 de julio de 2014

“Presas de sus emociones” (colaboración con Rella Rosenshain, publicada en Mosaico Dominical, La Prensa, 6 de julio, 2014).

“Las emociones cumplen una función de informarnos acerca de una situación, y si bien el sentir una emoción está más allá de nuestro control, sí podemos controlar cómo reaccionamos ante ella. Si no sabemos manejar nuestras emociones, su intensidad nos desbordará y nuestras reacciones pueden repercutir negativamente, en este caso, en el desempeño, enfoque y concentración de un...”

miércoles, 18 de junio de 2014

Mantener privado lo privado.

La historia va algo así: Aparentemente James Franco tuvo un encuentro con Lindsay Lohan. Aparentemente, Lindsay Lohan indica que el mismo fue sexual. James Franco decide escribir una historia corta al respecto para “Vice” (una revista), titulada “Bungalow 89”.

En ella, James Franco intercala interesantes anécdotas del tipo que solo puedes recolectar si eres actor de Hollywood con un recuento de su encuentro con Lindsay, aclarando varias veces que no tuvo sexo con ella.

Obviamente en Hollywood sucede algo muy surrealista, los límites entre lo público y lo privado están muy difuminados, son terriblemente imprecisos, catastróficamente ambivalentes. Se requiere de mucha salud mental el navegarlos adecuadamente, y creo que Hollywood no es exactamente sinónimo de salud mental.

Esto se hace aparente cuando dos personas tienen un encuentro privado, una lo hace público, sexualizándolo, mientras que la otra escribe una historia corta al respecto, desexualizándolo (pero no por ello haciéndolo menos tóxico). Para mí, falta de clase y sobra de toxicidad de parte de ambos, pero si bien Lohan fue la primera en abrir la boca, Franco podía haber optado por mantener la suya cerrada y entonces podría contarles de la toxicidad de Lohan y la clase de Franco, y esta entrada sería muy diferente.


5 condiciones básicas para un intercambio saludable.

Estaba escribiendo sobre sexualidad y recordando las cinco condiciones básicas para una sexualidad saludable: consentimiento, igualdad, respeto, confianza y seguridad. Aquí no estamos hablando de una relación sexual, pero me sorprendió como estas mismas condiciones pueden ser extrapolables a las relaciones, interacciones, dinámicas y/o transacciones diarias, comunes y mundanas entre dos personas, una manera de “medir” el grado de salud versus toxicidad de las mismas. Veamos:

1. Consentimiento: Elegir con libertad y comodidad el involucrarse o no (e idealmente el ser o no involucrado) en la dinámica. Implica estar consciente, estar informado y poder detener la dinámica en cualquier momento.

2. Igualdad (simetría): Sensación de poder personal en un nivel igual al de la otra persona. Ninguno domina o intimida al otro.

3. Respeto: Tener consideración positiva por sí mismo y por la otra persona. Sentirse respetado por la otra persona en base al trato.

4. Confianza: Confiar en la persona a nivel físico y emocional. Aceptar las necesidades y vulnerabilidades del otro. Responder a las preocupaciones con sensibilidad.

5. Seguridad: Sentirse seguro y a salvo en la dinámica. Estar cómodo y asertivo respecto a dónde, cuándo y cómo la dinámica toma lugar. Sentirse a salvo de la posibilidad de consecuencias negativas: daño físico, psicológico y emocional.

James Franco aclara que no tuvo sexo con Lindsay Lohan, pero haciendo públicos los detalles privados del encuentro entre los dos, muy personalmente siento que transgredió su confianza, consentimiento, igualdad, respeto y seguridad. Si Lindsay Lohan está tan “dañada” como James Franco indica en su escrito, él podía haber sido la mejor persona y respetar su “daño” sin necesidad de convertirlo en una historia de consumo masivo.

Límites que se irrespetan y transgreden.

Sí, todos tenemos derecho a contar nuestra historia, pero tenemos una responsabilidad para con la otra persona cuando decidimos hacer pública una historia privada de la que sólo tenemos derecho de autoría sobre nuestra mitad.

Sí, hay espacios de confianza para contar historias completas, espacios muy exclusivos, muy reducidos, muy íntimos, con nuestros amigos más cercanos, con nuestro terapeuta, un consejero, un mentor, con personas que no solo sabemos nos respetarán a nosotros, sino también respetarán el derecho a la privacidad de la otra persona.

Las revistas, Twitter, Facebook, redes sociales y demás espacios públicos no son ese espacio.

Tenemos tanto derecho a hacer pública una historia privada de dos como la otra persona tiene de mantenerla privada. Y si aun así decidimos romper estos cinco principios básicos, estoy casi seguro de que terminaremos informando más y peor acerca de nosotros que acerca de aquella persona a la cual nos estamos refiriendo y cuyo derecho a la privacidad estamos transgrediendo. - Izzy

miércoles, 11 de junio de 2014

Tres motivaciones para el sexo


Al hablar de un modelo de sexualidad saludable, siempre hago énfasis en que se den estas cinco condiciones básicas: confianza, consentimiento, igualdad, respeto y seguridad. Algunos preguntarán: ¿y qué pasa con el amor? Bueno, lamento reventarles la burbujita de la idealización, pero el amor no pincha ni corta en esta ecuación. Sorry. Lo siento. Mis condolencias.

En el mundo real, los seres humanos navegamos el campo de la sexualidad movidos por motivaciones diversas, desde “one night stands” (sexo de una noche), pasando por relaciones casuales, amigos con beneficios (follamigos) y esas relaciones “ideales” (o idealizadas) donde se da el amor y el sexo en conjunción perfecta, casi perfecta o (la favorita de los psicólogos) suficientemente buena.

Ojo, no estoy en contra del sexo con amor (o amor con sexo). ¡Para nada! Personalmente creo que es la experiencia más completa, pero hay que aceptar que no es ni la norma ni el ideal para algunos (o muchos). A falta, o exceso, de amor, al menos que se cumplan los cinco criterios arriba mencionados.

Para la Dra. Leslie Becker-Phelps, una forma de pensar en ello es clasificar el sexo como puramente físico, puramente emocional, o por apego.

Motivación #1: El sexo puramente físico.

Es impulsado por un deseo de placer sensual. Acá cada quien va a lo que va y las cuentas están claras, no hay lazos, ataduras ni compromisos. Eso si, por favor, tampoco malentendidos. Cada quien se supone suficientemente maduro (emocionalmente) para aceptar su responsabilidad a la hora de lanzarse al ruedo.

Aclaración importante, esto no necesariamente significa una ausencia total, completa y absoluta de emoción. Ese sexo desconectado, casi disociado es potencialmente tóxico (para todos los implicados). Recuerden que todo extremo es malo. Podemos estar conectados con nuestras emociones, bien claros en la ausencia de amor, afecto, compromiso, etc. entre los participantes, tener sexo puramente físico y disfrutarlo.

Motivación #2: El sexo puramente emocional.

Es impulsado por la necesidad de sentirse reasegurado emocionalmente. Es buscar el amor a través del sexo, una ruta particularmente escabrosa y casi siempre asimétrica, es decir, puede pasar que mientras uno de los participantes está buscando amor, el otro está buscando sexo.

Si bien tanto el sexo puramente físico como el puramente emocional pueden considerarse experiencias incompletas, personalmente considero que esta segunda variante es más peligrosa para el bienestar emocional de los implicados.

El problema del sexo puramente físico y emocional.

El problema para las personas atrapadas en sólo tener relaciones sexuales puramente físicas o emocionales es que se están perdiendo de mucho, más exactamente, se están perdiendo la otra mitad de la experiencia y por ello, a menudo experimentan problemas sexuales.

Es simple: el inconsciente se encarga de hacer consciente lo que está ausente, y su canal de acción predilecto es el somático. Nuestro cuerpo nos avisa que algo anda mal, fuera de balance, en desequilibrio.

Quienes se han cerrado a lo emocional es probable que luchen con el rendimiento (disfunción eréctil y eyaculación precoz para el hombre, por ejemplo). Su meta terapéutica será trabajar en la intimidad emocional en su relación - fuera de la habitación, abrirse más, compartir y expresar pensamientos y sentimientos. Básicamente, hacerse vulnerable con la pareja.

Quienes se han cerrado a lo físico son propensos a tener problemas con la excitación (incapacidad para lubricar para la mujer, por ejemplo). Su meta terapéutica será trabajar en sentirse mejor consigo mismo y darse el permiso de tomar los comentarios positivos de su pareja. Esto pone a prueba las creencias sobre ellos y su pareja, muchas veces distorsionadas e idealizadas.

Se trata de volver a conocerse, con menos idealidad y más realidad. ¿Se entiende?

Motivación #3: El sexo por apego.

Está motivada por un deseo mutuo de cercanía física y emocional. Acá tenemos lo mejor de dos mundos: el confort emocional, el placer sexual y un profundo sentido de unión entre los participantes.

Nos gusta pensar que este es el modelo ideal, pero tenemos que recordar que lo ideal no es lo real y este modelo no tiene por qué ser la norma. A lo largo de nuestras vidas y de nuestras relaciones podemos experimentar cualquiera de estos modelos, incluso dentro de una relación donde hay amor. Si, a veces tenemos ganas de experimentar esa conexión única y sublime con nuestra persona amada y deseada, pero a veces solo queremos sentirnos amados y contenidos por ella o sencillamente queremos sacarnos las ganas con una sesión de sexo salvaje y desinhibido al mejor estilo Animal Planet.

Como dice la Dra. Leslie Becker-Phelps, el sexo por apego no es el único "buen" sexo y es un problema ver el sexo por apego como el ideal por el cual cada uno debe luchar todo el tiempo, hay un lugar muy real para el sexo físico y emocional.

Hay que saber encontrar el equilibrio en pareja, algunos días el querrá más emoción, algunos días ella querrá más acción y a veces se encontrarán a mitad de camino. - Izzy

viernes, 30 de mayo de 2014

El lado “B” de los trastornos obsesivo-compulsivos.

Desde una perspectiva más fría, clínica y de enfoque psicopatológico, los trastornos mentales menos comunes, más raros, extraños e inusuales suelen ser los más interesantes y fascinantes. Es parte de nuestra sombra como psicólogos y terapeutas que así sea. Yo no voy a ser quien haga de cuenta que no es así.

Muchos de estos trastornos no llegan al DSM, se mencionan brevemente dentro del paraguas de algún otro desorden, se incluyen en la bolsa de “trastornos relacionados no especificados” o quedan en lista de espera a la próxima edición, usualmente porque debido a su rareza afectan a poblaciones clínicas demasiado pequeñas como para ser estadísticamente significativas, pero por ahí están, son el lado “B” de los trastornos mentales.

Con la edición del DSM 5, el trastorno obsesivo-compulsivo, que solía categorizarse bajo los trastornos de ansiedad durante el reinado del DSM-IV, tiene ahora su propia categoría: Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados.

El trastorno obsesivo-compulsivo se caracteriza por la presencia de obsesiones (Pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan como intrusas o no deseadas, y que causan ansiedad o malestar importante) y/o compulsiones (Comportamientos o actos mentales repetitivos que el sujeto realiza como respuesta a una obsesión o de acuerdo con reglas que ha de aplicar de manera rígida).




El lado “A”.

Con la nueva categorización del DSM 5 se incluyen en el espectro obsesivo-compulsivo trastornos nuevos, así como otros pre-existentes que antes formaban parte de otra categoría o grupo diagnostico, tales como:

- Trastorno dismórfico corporal: Preocupación por uno o más defectos o imperfecciones percibidas en el aspecto físico que no son observables o parecen sin importancia a otras personas.

- Trastorno de acumulación: Dificultad persistente de deshacerse o renunciar a las posesiones, independientemente de su valor real.

- Tricotilomanía (trastorno de arrancarse el pelo): Arrancarse el pelo de forma recurrente, lo que da lugar a su pérdida.

- Trastorno de excoriación (rascarse la piel): Dañarse la piel de forma recurrente produce lesiones cutáneas.

También tenemos el Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados inducidos por sustancias/medicamentos y debido a otra afección médica.

El lado “B”.

Los trastornos obsesivo-compulsivos del lado “B” nos llevan en un viaje por el globo, ya que se trata de trastornos culturalmente vinculados, es decir, característico de las culturas, creencias y costumbres particulares de cada región. Entre ellos tenemos:

Shubo-kyofu: Variante de taijin kyofusho (una forma japonesa de fobia social) que es similar al trastorno dismórfico corporal y se caracteriza por miedo excesivo a tener una deformidad corporal. Se trata de un síndrome vinculado culturalmente al Japón. La diferencia con el trastorno dismórfico corporal yace en las diferencias culturales entre occidente y oriente. En Japón, el énfasis se coloca sobre el grupo, a expensas del individuo. ¿Qué significa esto? En el trastorno dismórfico corporal, el temor es de vergüenza debido a la deformidad, mientras que en el shubo-kyofu, el temor yace en que la deformidad personal avergüence u ofenda a las otras personas presentes. Puede aparecer a cualquier edad y a menudo empeora a través del tiempo si no es tratada. Quien la sufre se enfoca obsesivamente en una parte del cuerpo. El foco puede cambiar, pero el miedo se enfoca en una parte a la vez. En Japón, al igual que los demás subtipos de taijin kyofusho , el shubo-kyofu se trata con terapia Morita.

¿En qué consiste la terapia Morita? Bien, el problema con los síndromes vinculados a una cultura específica (en este caso, oriental) es que son resistentes a la medicina y terapia occidentales. Desarrollada alrededor de 1910, la terapia tradicional Morita es una progresión en cuatro fases altamente regimentada diseñada para ayudar al cliente a aprender a aceptar y redirigir sus pensamientos. La fase uno implica reposo en cama en aislamiento total. Las fases dos y tres se enfocan en el trabajo (escribir un diario, trabajo manual y lecturas sobre la importancia de la auto-aceptación y el esfuerzo positivo) y solamente la fase cuatro incluye técnicas terapéuticas.

Koro: Relacionado con el síndrome dhat (una condición encontrada en las culturas del subcontinente indio en la cual los pacientes varones reportan sufrir de eyaculación prematura o impotencia, y creen estar pasando semen en la orina), un episodio súbito de ansiedad intensa de que el pene (o la vulva y los pezones en las mujeres) se retraerá en el cuerpo y posiblemente causará la muerte. Es un síndrome vinculado culturalmente y tiene ocurrencia global, con un historial de casos de histeria masiva en África, Asia y Europa.

Jikoshu-kyofu: Variante de taijin kyofusho que se caracteriza por miedo a tener un olor corporal desagradable. También se denomina síndrome de referencia olfativo, un trastorno mental en el que hay una falsa creencia y preocupación persistente sobre la emisión de olor(es) corporal(es) anormal(es) que son desagradables y ofensivos para otros individuos. Quienes padecen este síndrome a menudo malinterpretan los comportamientos de los demás como referenciales a un olor corporal que en realidad no existe y no puede ser detectado por otras personas. Este trastorno suele ir acompañado de vergüenza, angustia significativa, conducta de evitación, fobia social y aislamiento social.

Ya saben, ¡que estén bien! - Izzy

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