Hay muchas cosas que las parejas felices hacen para ser felices, cosas específicas que aseguran la satisfacción de la pareja. No son cosas complicadas, después de todo, la felicidad es simple. El problema es que nosotros la complicamos, y nos complicamos, y se trata de aprender a descomplicarse. Nada fácil. Se entromete nuestro ego, nuestro narcisismo, nuestras proyecciones, nuestros triángulos, nuestros patrones relacionales aprendidos de nuestras familias de origen, nuestro apego desadaptado, estresores varios y una larga y variada lista de etcéteras…
Como dice mi terapeuta, es Parejas 101, o Matrimonio 101 (para el caso es lo mismo). Parece básico y sencillo. Muy simple. Quizás tanto, que pensamos que no nos hace falta asistir al curso y después pagamos el costo… o nos toca desaprender lo malo y aprender lo bueno. Básicamente, reprobamos Parejas 101 tantas veces como sea necesario hasta que dejamos de repetir los mismos patrones tóxicos, desadaptados, irreales, idealizados, y una vez más, una larga y variada lista de etcéteras.
Ahí nos damos cuenta (¡al fin!) que estas cosas tan simples definitivamente vale la pena hacerlas, y por simples que parezcan, ¡son esas mismas cosas que tantas veces olvidamos hacer con nuestra pareja y nos costó reprobar Parejas 101!
Como diría Cerati: “Trátame suavemente.”
Dicen que la gentileza puede transformar nuestras relaciones. Ojo, no es una frase hecha. El Instituto Gottman, líder en investigación matrimonial, indica que el ser gentil no es solamente un factor importante para determinar el éxito de nuestra relación, es el más importante.
Y es que ser gentiles con nuestra pareja se nos hace fácil cuando estamos enamorados, donde todo es bonito o al menos todo nos lo parece, ya que estamos viviendo en una canción de Jarabe de Palo. Pero la canción no dura para siempre, y cuando la fase de enamoramiento (que según Silvia Olmedo, dura aproximadamente año y medio) cede espacio a la fase de apego y las cosas se vuelven más serias, más comprometidas, más reales (y menos idealizadas) parece que una de las primeras cosas que tiramos por la ventana es la gentileza.
Cuando los conflictos en pareja empiezan a surgir y no se resuelven (usualmente porque llegamos a nuestras relaciones de pareja sin las habilidades necesarias para resolver estos conflictos de manera sana y constructiva y somos demasiado narcisistas para admitirlo y buscar la ayuda, guía y orientación de un buen terapeuta de parejas hasta que ya es tarde) se van acumulando, y junto con ellos se acumulan dos componentes que corroen la relación como el óxido al acero: el dolor y el resentimiento.
La gentileza distorsionada de los emocionalmente codependientes.
La codependencia emocional no ayuda, nunca lo hace. Las personas codependientes confunden el ser gentiles con ceder absoluta e irrevocablemente todo vestigio de asertividad. Nos pasamos de gentiles. Somos conciliatorios, mantenemos todo en paz, calma y serenidad, pero no nos damos cuenta que el dolor y el resentimiento simplemente se niegan y/o se reprimen. Quedan tapados por una capa exagerada de gentileza que en realidad no es gentileza, y eso se siente.
Otro punto importante es que la clave de ser gentiles en pareja tiene todo que ver con la simetría, la gentileza es mutua, no unilateral. No podemos ser gentiles mientras nuestra pareja nos trata como trapo de piso y viceversa. Ser gentil no implica dejar de ser firme ni asertivo, pero lo que nos cuesta entender a los codependientes es que podemos ser gentilmente firmes y asertivos. Es más, cuando somos sincera y genuinamente asertivos y firmes, pareciera que la gentileza brota espontáneamente, es más fácil.
Felizmente gentiles y gentilmente felices.
La gentileza empieza por casa. A través del ser tratados con gentileza por nuestros cuidadores primarios (quienes nos legarán un patrón de apego aprendido, que será en grados de más sano a menos sano: seguro, inseguro ambivalente/resistente, inseguro evitativo o desorganizado) aprendemos a tratarnos con gentileza, y por ende, a tratar con gentileza a los demás, sobre todo a aquellos a quienes más queremos y amamos.
Si no hemos sido tratados con gentileza, difícilmente sabremos cómo tratarnos gentilmente y tratar gentilmente a los demás, y como la felicidad va de la mano de la gentileza, la felicidad se nos hará un pez difícil de pescar (como diría Raine Maidia, de Our Lady Peace, excelente banda de rock canadiense).
Piénsenlo, si a través de nuestros vínculos más tempranos con nuestros cuidadores primarios se nos inculcó o aprendimos un patrón de apego seguro, estaremos seguros de que nos merecemos ser gentiles con nosotros mismos y felices, muy pero muy felices.
Si por el contrario, nuestro patrón de apego fue inseguro estaremos inseguros de todo, siempre pondremos en duda si nos merecemos ser tratados o tratarnos gentilmente o si merecemos ser felices. Imagínense si nuestro patrón de apego fue desorganizado, puro caos, mal lugar para la gentileza o la felicidad.
Cuando la falta de gentileza y felicidad son los patrones aprendidos, se pueden imaginar en qué manera nos relacionamos dentro del contexto de una relación de pareja, sobre todo tomando en cuenta que seguramente haremos clic con alguien con un pasado y un patrón de apego muy similar al nuestro.
Será puro caos, inseguridad, desorganización, toxicidad, triangulaciones, falta de gentileza y una buena dosis compartida amargamente de infelicidad colectiva.
Si les pinto el panorama muy oscuro, es para que, si se sienten identificados, ¡busquen ayuda! Los patrones de apego inseguros y desorganizados aprendidos se desaprenden y se aprenden nuevos, más seguros, más organizados.
Ya lo saben, no lo olviden, el primer paso hacia la felicidad (solos y en pareja), sean gentiles con ustedes mismos… - Izzy
Fecha de publicación original: lunes, 28 de abril de 2014