Mi papá es un defensor a muerte de Latinoamérica, un crítico de la conquista española y un apasionado de la realidad político-económico-histórico-social-cultural latinoamericana, y la mayoría de sus conversaciones giran (o inevitablemente decantan) sobre este tema.
Es sorprendente para mí, por lo tanto, que de una de estas conversaciones haya sacado material para este post del blog de sexualidad, pero cuando uno busca la inspiración, suele encontrarla donde menos la espera (o cuando menos la está buscando).
A mi papá la pareció interesante descubrir que Página/12 (un diario argentino) publica todos los viernes un suplemento llamado “Soy”, dedicado a la temática de la diversidad sexual. El suplemento pretende integrar al colectivo LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) en la sociedad, colaborando con la visibilidad de sus problemáticas y dando a conocer sus creaciones artísticas. La publicación incluye varias columnas, entrevistas, agenda, convocatorias de los diferentes movimientos y cartas escritas por los lectores y circula desde el 2008. Nada mal.
En su edición del viernes, 30 de noviembre de 2012, publican un artículo titulado “A muxhe honra”, por Juan Tauil (en el cual entrevista a Lukas Avendaño, muxhe, antropólogo y performer mexicano oriundo de Oaxaca) y aquí (y así) comienza el fascinante viaje (impulsado por el interés de mi papá por todo lo latinoamericano y por las culturas prehispánicas) al mundo muxhe. ¿Están listos?
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Carmelo López Bernal , joven Muxhe durante una vela (fiestas tradicionales que festejan en Oaxaca la diversidad). (Foto: Katie Orlinsky). |
En la población zapoteca del istmo de Tehuantepec, Juchitán, Oaxaca, México, se les llama muxhes ('mushes') a los varones travestidos que asumen roles femeninos en la comunidad. Muxhes, traducido toscamente serían aquellas personas que no responden a ninguno de los dos sexos obligatorios. El muxhe que no es ni hombre ni mujer, es muxhe.
Si bien la homosexualidad en esta región del sur de México hoy en día es tan estigmatizada como en otras partes del país, en las poblaciones Zapotecas aún se pueden encontrar vestigios de la tolerancia y aceptación que los muxhes disfrutaban antes de la conquista.
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Alex con su madre, Rosa Taledo Vicente, y su padre, Víctor Martínez Jiménez, un trabajador de la construcción. El y Alex tienen una relación muy estrecha y al preguntársele acerca de tener un hijo muxhe responde: “Fue Dios quien lo envió ¿por qué habría de rechazarlo? El ayuda mucho a su madre, ¿Por qué habría de enojarme? Dios lo envió para los dos, ¿Por qué habría de enojarme?” (Foto: Katie Orlinsky). |
Desde la época precolombina, los Zapotecas consideraban a los muxhes parte de un tercer sexo, no mejor o peor que los hombres y mujeres, simplemente diferentes.
Cabe notar que el núcleo de la cultura Zapoteca era la unidad familiar organizada en un sistema similar al matriarcado. Los hombres se hacían cargo de cazar, cultivar la tierra y tomar decisiones políticas mientras que las mujeres controlaban el comercio y las decisiones económicas. Un muxhe podía participar en decisiones que por lo general se reservaban para las mujeres de la familia.
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Carmelo con su abuela en su casa en Unión Hidalgo. Al preguntársele acerca de su nieto, ella dice: “Me siento normal acerca de ello, así es como Dios lo envió, y lo amo aunque no sea una mujer.” (Foto: Katie Orlinsky). |
En una familia tradicional, el muxhe todavía suele ser considerado por su madre como "el mejor de sus hijos" ya que el hijo muxhe nunca abandona a los padres en los momentos difíciles de la vida: la vejez y las enfermedades. A diferencia de los hijos heterosexuales que se casan y van a formar otro núcleo familiar que necesita cuidados, el hijo muxhe se queda en casa o regresa cuando es necesitado. Por esto, los muxhes representan para sus madres tanto una seguridad económica como un apoyo moral, sobre todo cuando en edad madura se quedan solas, ya sea por quedarse viudas, porque el hombre se va con otra mujer más joven o porque ellas mismas deciden separarse.
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Ninel Castillejo García, con sus padres. Sus padres la aceptan como su hija, llamándola Ninel, en lugar de su nombre de nacimiento, Orlando. (Foto: Katie Orlinsky). |
En algunos casos, cuando hacen faltas hijas y un hijo varón no expresa la "natural" agresividad de los varones, la misma madre cría al niño favoreciendo una serie de comportamientos atribuidos socialmente a las niñas. No es raro ver a niños muxhe menores de 10 años, acompañando a la mamá a vender en el mercado o aprendiendo de ella a bordar.
En la cultura zapoteca, "la idea de elección de género o de orientación sexual es tan ridícula como sugerir que uno puede elegir su color de piel.” La mayoría tradicionalmente ve su género como algo que Dios les ha dado (ya sea hombre, mujer o muxhe).
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Ninel con su novio, Sebastian Sarmienta. Sebastian no sabía que Ninel era transgénero al principio, pero agrega: “No hay nada malo en ello. Si ella me gusta no hay nada malo en eso. Nunca estuve avergonzado, acepto las cosas como son. No estoy avergonzado con mi familia tampoco. No me importa lo que diga la gente. Yo no le veo ningún problema. ¿Qué es lo malo? Nadie va a morirse por esto.” (Foto: Katie Orlinsky). |
A los hombres muxhe no se les conoce como homosexuales, sino que constituyen una categoría separada basada en atributos de género. La gente los percibe como teniendo cuerpos físicos de hombres pero estética y habilidades laborales y sociales diferentes a las de la mayoría de los hombres. Pueden tener algunos atributos femeninos o combinar aspectos masculinos y femeninos. Si eligen hombres como compañeros sexuales, estos hombres (conocidos como mayate) tampoco son necesariamente considerados homosexuales.
No todos los muxhe expresan sus identidades de la misma manera, pero lo que comparten es la aceptación de la comunidad; muchos creen que los muxhes tienen dotes intelectuales y artísticos.
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Muxhes, hombres, mujeres y niños bailan juntos durante la gran celebración para muxhes alrededor del Istmo, la Vela de las Intrépidas Buscadoras de Peligro. (Foto: KatieOrlinsky). |
Los antropólogos han rastreado la aceptación hacia las personas de género mixto hasta el México precolombino, apuntando hacia los recuentos de sacerdotes Aztecas travestidos y dioses Mayas que eran masculinos y femeninos al mismo tiempo. Los conquistadores españoles arrasaron con estas actitudes con su llegada al forzar la conversión al catolicismo.
Es así que la población local zapoteca del istmo de Tehuantepec ha logrado hacer espacio para una tercera categoría, ojala fuera así en otros lugares.
Namaste.
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