Todos
tenemos un perfeccionista interior. Un estado ego que juega el rol de pequeño
crítico interior. Nuestro perfeccionista interior puede ser nuestro mejor
aliado… o nuestro peor enemigo. Depende si viene de un lugar sano y agradable o
de uno tóxico y perturbador.
Puede inspirarnos
a sacar lo mejor de nosotros y no conformarnos con lo mediocre y lo hecho a
medias, o puede exigirnos de más, o decirnos que sin importar cuánto nos esforcemos,
nunca será suficientemente bueno, porque en el fondo, nosotros no somos
suficientemente buenos.
¡No le
creas a tu critico interior cuando te diga esas cosas feas y dañinas! Necesita
ir a terapia a sanar sus heridas, porque seguramente algo muy feo, triste o
perturbador le pasó en algún momento de su vida que le hizo ser así,
seguramente con las mejores intenciones. Después de todo, lo hizo para
defenderte de algún peligro o adversidad, pero ya no necesitas que lo haga, y
lo que hizo en su momento para protegerte, ahora te hace mucho, mucho daño.
¡Nuestro
perfeccionista interior necesita convertirse en un creador felizmente
imperfecto!
La perfección
es hija de ideales, demandas y expectativas irreales, distorsionadas y rígidas.
¡Ser más flexibles e imperfectos es mucho mejor! Para eso es necesario ir a
terapia, para reevaluar estas distorsiones cognitivas y cambiarlas por pensamientos
mas flexibles y adaptativos. Hacer las paces con nuestro pasado, sanar esas heridas
de traumas que ya fueron y no tienen por qué seguir siendo en nuestras vidas.
¡Ya sabes,
que estés bien! - Izzy
No hay comentarios:
Publicar un comentario