lunes, 19 de mayo de 2014

Meterse el pie en la boca.

Era súper cute cuando lo hacíamos siendo bebés, eso de meternos el pie en la boca; cuando ya somos adultos, no tanto. Sin embargo, a todos nos ha pasado en algún momento. Decimos algo sin pensarlo demasiado, llevados más por la emoción que por la razón y cuando nos damos cuenta, nos metimos el pie en la boca.

"¿Yo dije eso? ¡Pero si todavía ni aprendí a hablar!"

Hablamos, quizás, desde un lugar equivocado. Hablamos desde nuestra ignorancia, intolerancia, prejuicios, ego herido, indignación neurótica, narcisismo magullado, autoestima abollada, resentimiento, amargura, odio, dolor, tristeza, rigidez, miedos; temas, duelos y procesos no elaborados, elaborados a medias o mal elaborados; sombras y proyecciones. Hablamos desde nuestro estado ego niño o padre en lugar de hacerlo desde nuestro adulto, como debería ser.

Pasa bastante en redes sociales.

Se supone que los profesionales de la salud mental hagamos lo posible por no caer en esto, pero al final del día somos tan humanos e imperfectos como cualquiera, seguro que de vez en cuando y de cuando en vez vamos a meter la pata, ¡y de qué manera! En esos momentos, espero nuestro ego y narcisismo no nos cieguen e impidan aceptarlo, tomar responsabilidad y aprender de nuestros errores.

Porque muchas de las personas que nos leen le dan cierto peso a lo que decimos, cierto valor, y si dan por apropiado y correcto algo que expresamos desde un lugar inapropiado e incorrecto, estamos haciendo bastante daño.

Es por eso que les pido que nos lean desde un lugar adecuado. Con mente abierta, con criterio formado, con opinión propia. No se crean ni den por hecho todo lo que decimos y expresamos. Que nos lean haciendo caso siempre a su intuición, a su instinto, a su propia brújula.

"Es impresionante que seas suficientemente flexible para meterte
el pie en la boca y la cabeza en el trasero al mismo tiempo."

Aprendan a detectar y reconocer cuando alguien escribe, habla o se expresa desde un lugar equivocado. Si se fijan bien, lo van a notar. La sombra siempre se delata cuando se escabulle por ahí. Muchas veces no hace falta ser psicólogo para darse cuenta, con ser humano basta y sobra.

Es más fácil darse cuenta cuando lo que se expresa o se dice va dirigido a otra persona o grupo de personas, a veces hasta un género entero (por ejemplo, esos comentarios generalizados que empiezan con un “Todos los hombres…” o un “Todas las mujeres…”).

Casi siempre se hace de una forma indirecta, sin decir que se está hablando de alguien en particular, pero se sabe, porque la negación es una defensa perfecta para quien la usa e imperfecta para quienes la perciben.

Pero usualmente, cuando lo que decimos informa más (y peor) acerca de nosotros que de aquellos a quienes nos referimos, es una buena señal de que estamos metiéndonos el pie en la boca.

O como dice mi terapeuta: “Cuando apuntas el dedo a alguien, estás apuntando tres hacia ti al mismo tiempo.

Freud era un maestro en encontrar símbolos fálicos en casi todo lo que veía, y dicen por ahí que una vez alguien le preguntó qué simbolizaban los cigarros que tanto disfrutaba fumar. La supuesta respuesta de Freud fue: “A veces un cigarro es solo un cigarro.

Y a veces meterse el pie en la boca es solo meterse el pie en la boca, no lo confundamos con perlas de sabiduría. - Izzy

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